La jornada de puertas abiertas se hizo efectiva en la ciudad
autónoma tras la concentración y la lectura del manifiesto
de los jueces y magistrados de Ceuta.
El portavoz del colectivo, Jesús Lucena, mostró el estado en
el que se encuentran las diferentes dependencias judiciales
recorriendo todas las plantas que componen el actual Palacio
de Justicia. El recorrido tuvo su inicio en el registro
civil, donde carteles colgados del techo con chinchetas y
numerosos libros agrupados en estantes, muebles y
archivadores -papel por todos lados- cobraron especial
relevancia. En las dos primeras plantas, la búsqueda de los
Juzgados de Primera Instancia e Instrucción consistió en un
laberinto inundado por flechas indicativas, pero sin
pérdida, ya que la escasez de espacio y los angostos
pasillos obligan a que los funcionarios compartan espacios.
Sin ironías, separados a través de armarios.
Goteras, humedades y grietas, omnipresentes en todo el
edificio, sin olvidar la falta de ventilación y luz en
diversas estancias. Exceso de calor en verano y bajas
temperaturas en invierno conforman la estancia del clima en
el interior de los juzgados, marcando las temporadas del
año.
En la última planta, donde se ubica el Juzgado de Menores y
la Fiscalía, lo más destacado son los cables que cuelgan del
techo, justo en las proximidades de las conexiones
eléctricas, y junto a estas, manchas de humedades, que con
las lluvias se acentúan. Aunque según el portavoz de los
jueces, “esta planta es la que se encuentra en mejores
condiciones”.
Al descender a los sótanos, la gravedad se acentúa por la
inexistencia de salidas de emergencias, ventanas que no se
pueden abrir, y más y más carpetas con expedientes,
tramitaciones, y cableado por el suelo. Circunstancia a la
que están sometidos los dos juzgados de lo Penal, sus
funcionarios, secretarios y magistrados. Y para concluir el
recorrido, donde la modernización brilla por su ausencia,
los calabozos, similares a tenebrosas cárceles de película,
con espacios reducidos, celdas que no se pueden cerrar,
paredes grafiteadas y un pasillo en el que dos personas se
tienen que permitir el paso para no quedarse atascadas. Sin
obviar que vigilantes y policías deben pasar su jornada en
un habitáculo sometido a corrientes de aire fresco. Una
preciosa estampa global de las instalaciones de una
Administración que vela por los derechos y libertades de la
ciudadanía ceutí.
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