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OPINIÓN - LUNES, 26 DE ENERO DE 2009

 
OPINIÓN / COLABORACION

El peligro de crecer sin padre

Por José Antonio Samaniego


Fácilmente puede consultarse en la red un artículo ya famoso del doctor Ricardo Chouhy, de la Universidad del Salvador. Es muy breve y está cargado de referencias y estudios de colegas. Se titula «Función paterna y familia monoparental. ¿Cuál es el costo de prescindir del padre?».

«Dos de cada cinco jóvenes norteamericanos menores de 18 años viven, y han crecido, sin su padre biológico. Ya sea como consecuencia de un divorcio, o de nacimientos de madre soltera, un 40% de los menores de 18 años en Estados Unidos vive en una familia monoparental. Este 40% representa más de veinte millones de niños y adolescentes. La probabilidad de que un niño norteamericano de raza blanca nacido hoy, crezca junto a su padre y viva con él hasta ser mayor de edad, es de 25%. Para un niño negro, la probabilidad baja al 5%. Las familias en las que los hijos viven con su padre y madre biológicos representaban en 1950 un 43% del total de familias. En 1995 ese porcentaje bajó al 25%». «En Estados Unidos, 70% de los delincuentes juveniles, 70% de los homicidas menores de 20 años y 70% de los individuos arrestados por violación y otras ofensas sexuales graves crecieron sin un padre. En la comunidad negra, en la que la figura paterna ha virtualmente desaparecido, uno de tres menores de 25 años está preso o en libertad condicional. Un padre ausente es el mejor predictor de criminalidad en el hijo varón».

Para el niño que crece sin figura paterna todos los riesgos se disparan, desde el riesgo de fracaso escolar hasta el riesgo de embarazo. El gobierno federal USA gasta 40.000 millones de dólares al año en protección de madres solteras adolescentes.

En España la situación es diferente. Respecto al fracaso escolar tenemos una tasa de abandono del 33% de los alumnos en cada uno de los cuatro grandes tramos del sistema educativo. De modo que de cada 1.000 niños terminan la Primaria 667, acaban la Secundaria Obligatoria 445, aprueban Bachillerato 297 y sacan título universitario 99. Pero es un asunto que parece no preocupar demasiado a la sociedad.

En cuanto a las familias monoparentales, todavía no hay acuerdo en la definición de este término, lo que impide una legislación uniforme en el conjunto de las autonomías. Verdad es que el Gobierno se esfuerza en hacer publicidad de «los nuevos modelos de familias», pero esos modelos todavía no se reflejan en las estadísticas. (Ver estudios de Julio Iglesias de Ussal). España forma parte del grupo de países del sur de Europa donde las viudas forman el grupo más numeroso (60%) de «familias monoparentales», por encima de separadas (20%) y madres solteras (10%). En Suecia y USA, la tasa de familias monoparentales es 6 veces superior (se acerca al 30% de familias) y la encabezan las divorciadas / separadas, seguidas de madres solteras y de viudas.

Son familias monoparentales aquellas en que hay niños (hasta la edad de 25 años) al cuidado de un padre (10%) o de una madre (cerca del 90% de los casos). Sus dificultades son muchas, pues tienen menos ingresos, carecen en España de legislación protectora, han de trabajar más y recurrir a custodias, disponen de menos tiempo para atender a los hijos y a veces entran en conflicto con su familia extendida, a lo que hay que añadir las citas y nuevas relaciones.

Tampoco la madre soltera ha de confundirse con el fenómeno nuevo de la cohabitación, el vivir juntos en pareja sin contraer matrimonio. En este caso se trata de jóvenes con buen nivel cultural y económico, que funcionan en la práctica como un matrimonio pero se distancian en el terreno simbólico. No se ven como casados, les asusta la palabra esposo o marido, se esfuerzan por compartir tareas domésticas y experimentan nuevas éticas de pareja y familia.

Cómo un bebé que se educa en una familia aprende a controlar sus impulsos, asimila las normas de conducta, va siendo capaz de comprender el dolor que puede causar a los demás y aprende a inhibirse de provocarlo, lo mismo que acepta tareas que le suponen esfuerzos y sacrificios, con el consiguiente aplazamiento de satisfacciones? cómo la recta educación consigue todo esto, es algo misterioso y difícil de explicar. Lo que nos dicen los estudios sobre la familia es que en tal proceso educativo resulta esencial la figura del padre.

Según Sigmund Freud la figura del padre impone al niño el tabú del incesto, prohibición radical que organiza la familia. Esta teoría encaja bien en la doctrina freudiana de la represión sexual, pero no puede ser comprobada experimentalmente. Lo que vemos a diario en nuestras familias es que el bebé está del todo indefenso, es del todo dependiente, agradece los cuidados y responde aceptando las normas de quienes le cuidan y le quieren.

En la Declaración de Derechos del Niño (ONU, 1989), firmada y ratificada por 167 países, se dice que el niño «tiene derecho a ser cuidado por sus padres» (art. 7) y a «tener una relación personal y contacto directo con ambos padres» (art. 9, 10 y 18).
 

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