La Guardia Civil ha demostrado que la isla de Perejil está
utilzándose como base lanzadera para el tráfico de hachís en
el Estrecho. Un argumento empleado por las autoridades
españolas aunque no reconocido oficialmente por Rabat. La
presencia de los dos marroquíes detenidos en la isla el
pasado día 9 con 634 kilos de hachís y su posterior
‘acogida’ en Los Rosales marcan las objetivas pruebas por la
que, aunque en baja intensidad, las autoridades españolas
han protestado ante las de Marruecos. La posibilidad de que
uno de los presos sea miembros de las fuerzas de seguridad
podría destapar una trama espectacular.
Tras la firma de no romper el ‘status quo’ del islote de
Perejil, acuerdo al que llegaron las autoridades marroquíes
y españolas, con la anuencia de los Estados Unidos, después
de la crisis que concluyó con una acción militar de las
fuerzas armadas españolas, sólo las cabras volvieron a usar
los escasos pastos de la parte más llana de la roca.
Sin embargo, no es nada nuevo que este islote próximo a la
costa marroquí se convierta en refugio de narcos como base
para el pase de hachís hacia las costas peninsulares
españolas. De hecho, la Guardia Civil siempre ha tenido
constancia de estas maniobras y no han sido pocas las muy
atenuadas protestas diplomáticas y las llamadas en pro de
colaboración del departamento de Interior español con el
marroquí para evitar y cortar el narcotráfico desde las
costas del norte de Marruecos.
Rabat mantiene que ‘controla’ sus aguas y atiende a la lucha
contra la inmigración ilegal y el narcotráfico. De hecho, se
creó un departamento de vigilancia para los que vigilan en
aras a luchar también, de este modo, contra la corrupción, y
es cierto. Pero salidas las hay claramente
Salvar el control anticorrupción marroquí
Los dos detenidos marroquíes por la Guardia Civil el pasado
día 9 en la isla de Perejil mientras custodiaban fardos de
hachís que alcanzaron un peso de 634 kilos puso sobre la
mesa la sospecha de la existencia de una macro organización,
en la que formarían parte miembros de la Gendarmería Real y
de la Marina quienes, conociendo la metodología de
vigilancia ejercida por la unidad creada para controlar la
corrupción, actuarían precavidamente con el fin de que sus
‘protegidos’ eviten la costa en tanto ofrecen una ‘cobertura
segura’ para el uso de Perejil.
Los detenidos, punta de iceberg
Los dos detenidos que aguardan en Los Rosales atendidos por
un abogado malagueño son Mohamed Chairi de 33 años natural
de Beliones [aunque él mantiene que es de Tetuán] e Imad
Salda de 26 años, natural de Tánger y del que se cree pueda
ser un miembro de las fuerzas de seguridad en Marruecos, lo
que destaparía toda una trama de corrupción de calado
descomunal que implicaría a buena parte de los estamentos
del norte.
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Veladas protestas españolas por el uso de la roca
El Servicio Marítimo de la Guardia
Civil es testigo en no pocas ocasiones del uso que se da al
Perejil desde las organizaciones de narcos que operan en
Marruecos. La detención de dos marroquíes en la isla el
pasado día 9 con 634 kilos de hachís es la prueba fidedigna
y material que España necesitaba para mostrar lo que Rabat
parece no querer ver oficialmente, aunque lo sepa e intente
actuar bajo cuerda con el objetivo de intentar erradicar las
corruptelas que le salpican por doquier [aunque esto sólo
queda para consumo y digestión interna]. De cara al
exterior, la delegación gubernativa contra la corrupción
trata de desarrollar una labor complicada mandatada desde la
Casa Real. Por su parte, España ha dado muestras de cierta
preocupación por la permanente ruptura del ‘status quo’ en
el Perejil por parte de los narcotraficantes que salen de
suelo marroquí. Esto lo niega Rabat, pero los dos elementos
‘acogidos’ en Los Rosales por ser meros ‘camalos’ custodios
de hachís en la roca, es una prueba demoledora
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