El Ingreso Mínimo de Inserción Social no sólo se va a
contemplar como una prestación económica. Como
contrapartida, se ejecutaran apoyos personalizados de
inserción laboral y social traducidos en intervenciones
familiares, talleres formativos y otras líneas relacionadas
con el empleo, tal y como explicó la consejera de Asuntos
Sociales, Carolina Pérez.
Este salario social lleva implícito una contraprestación que
consistirá en la realización de proyectos individuales ya
que “muchas de estas familias tienen carencias de
habilidades, de relación y vamos a procurar trabajar con
ellas para luego insertarlas en el mercado laboral”, indicó
Josefina Castillo, trabajadora social. Como ejemplo,
Castillo expuso la preparación específica para intervenir y
participar en los Planes de Empleo de la Ciudad, “que sería
un logro el formar a estas personas”.
También los solicitantes deben tener en cuenta que esta
intervención es obligatoria, es decir, un requisito
indispensable el que durante seis meses todos los
integrantes del núcleo familiar o los demandantes de la
ayuda, cooperen en estos itinerarios formativos ya que de lo
contrario “se les retirará el ingreso automáticamente”,
especificó la trabajadora social. La buena intención de esta
propuesta es la inserción sociolaboral de estas familias que
sobreviven en extrema pobreza ya que después de un año de
recibir el IMIS se espera que encuentren un puesto de
trabajo, ya que es la fecha límite en la que se percibirá la
ayuda.
Aunque la consejera advirtió que “después de estos doce
meses, si acreditan que no han encontrado un empleo, a los
seis meses siguientes pueden solicitar el ingreso
nuevamente. Siempre y cuando quede acreditado que han
intentado la búsqueda de un trabajo pero no lo han
conseguido porque no queremos que la gente se quede dormida
en los laureles”.
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