Desde primeras horas de la jornada de ayer la mezquita de
Sidi Embarek así como la morabita fueron transitadas por
varios musulmanes en la celebración de La Amara, la romería
religiosa dedicada al mítico santo Sidi Embarek. Tras los
rezos y cánticos religiosos, la carpa de Luna Blanca comenzó
a llenarse de curiosos deseosos de ver las diferentes
manifestaciones de folklore musulmán que allí se dieron cita
sin poder obviar que cada zaouia estuvo marcada por sus
ritos y costumbres con lo cual algunas manifestaron bastante
agrado y ambiente de fiesta mientras que otras mostraron una
visión más cerrada de la celebración.
Muestras de cultura folklórica, de conciencia religiosa, de
misticismo y realidad se dieron de la mano durante la
jornada de ayer en la que se celebró la romería musulmana de
La Amara dedicada al santo Sidi Embarek, una de las tres
figuras árabes que permanecen en la ciudad autónoma.
La festividad comenzó con un rezo general “en el que se pide
a Dios por Sidi Embarek y por el alma de cada musulmán a
través de la sulka que es la lectura de los sesenta
versículos del Corán que también fueron destinados a los
otros tres santos”, explicó Zadredin Salem, delegado de la
Federación de Entidades Religiosas Islámicas de España (FEERI)
en Ceuta. Y después del rezo, “la visita casi obligada al
morabito, para encender una vela al santo conmemorado o
visitar a los familiares fallecidos”, añadió.
Tras la celebración puramente religiosa se dio paso a las
muestras culturales a través del folklore de las zaouias
(especies de cofradías musulmanas) que durante todo el día
iban llegando desde distintos puntos de la ciudad autónoma
así como del norte del país vecino, Marruecos. Dentro de
estas se pudieron diferenciar las izagas y las gnagas. Las
primeras, menos accesibles por su estado de trance,
iniciaron sus cánticos y bailes de espalda a los
espectadores que se ubicaron en el auditorio improvisado por
Luna Blanca próximo a la mezquita de Sidi Embarek. El estado
de trance de estas zaouias está motivado por el trabajo de
estos musulmanes. “Sus labores se realizan con agua ardiendo
y el vapor simula la figura del demonio que, para ellos, se
adentra en el cuerpo humano y han venido aquí para
desprenderse de él. Por eso sienten un pequeño rechazo hacia
los colores vivos como el rojo y oscuros como el negro”,
concretó un espectador.
Las gnagas, sin embargo, representaron la belleza de las
danzas musulmanas y el atractivo de una cultura desconocida,
puesto que hace más de 20 años que la romería de La Amara no
impregnaba las calles y barriadas de la ciudad. Con sus
cantos animados y ritmos pegadizos arrancaron los aplausos
de varios asistentes que fueron llegando a lo largo de la
jornada.
|