El general de Brigada Jorge Viñé Blanco ha destacado durante
su trayectoria en el ejército por su capacidad de sacrificio
en la actividad física. Nacido el 2 de febrero de 1951 en
Toledo, este deportista de elite tomó el cargo en la plaza
ceutí en marzo, tras la marcha de su antecesor, Fernando
Carbonell. Después de siete meses en el cargo, Viñé se
despidió ayer de su vida en activo, aunque continuará en la
reserva, no en situación de ‘parado’, sino con un desempeño
que ha conseguido gracias a un vasto currículo que lo
acreditan. Durante la entrevista destacó que su paso como
profesor en la escuela de infantería de Toledo ha sido el
más bonito de su carrera. De Ceuta dijo haberla recorrido de
punta a punta.
Mientras Viñé respondía a las preguntas, el general de
división Enrique Vidal de Loño, con quien ha compartido
promoción en la academia, lo esperaba cerca, incapaz de
enterarse de la entrevista, pero cobijándole ante su primera
y última intervención pública en Ceuta. Dedicado a la
docencia en la Academia de Infantería de Toledo, el general
apenas ha saboreado estar junto a la tropa en el campo.
Ligado siempre a las aulas, donde ha impartido clases como
docente, los que le conocen destacan tanto la calidad humana
de él como la de su mujer, que desde la tribuna lo acompañó
en el acto de ayer, y que también le sirvió a ella para
despidirse, como una señora, de la vida militar en activo y
de multitud de destinos esparcidos en el tiempo y el
espacio.
Pregunta.- Usted ha exaltado durante su discurso la labor
del soldado. Precisamente, su función dentro de la
Comandancia ha sido estar cerca de la tropa...
Respuesta.- Mi función como segundo jefe ha sido estar
controlando la instrucción, tanto la técnica, como la moral,
como la fisica. No hay que olvidar que la preparación física
es algo muy importante en la instrucción del soldado. Por
último, también me he encargado de las relaciones culturales
e institucionales de la Comandancia General.
P.- A su llegada, tanto Vidal de Loño como usted destacaron
las buenas relaciones que existían entre ambos. ¿Se ha
agrandado esa amistad?
R.- Por su puesto, nos conocemos desde el año 69, cuando
ambos ingresamos en la Academia. Además, hemos tenido la
suerte de compartir destinos y amistad desde el año 69. Esto
ha significado que los lazos de amistad que nos unen se
incrementen aún más.
P.- ¿Cuáles han sido sus mejores momentos, tanto en Ceuta
como dentro de la Comandancia?
R.- No sabría destacar ninguno, todo estos siete meses que
he pasado aquí han sido maravillosos, pero no sabría
anteponer ninguno a otro.
P.- Ha aprovechado para hacer deporte...
R.- Sí, por supuesto. Me he recorrido todos los senderos e
itinerarios posibles.
P.- Durante su discurso, ¿qué momentos se le han venido a la
cabeza?
R.- Pues se me ha venido a la cabeza... me ha venido la vena
de profesor, por eso he querido dar una última lección, no
sé si me habrá servido, pero me ha recordado mi etapa de
profesor en la Academia de Infantería, por eso creo que esa
etapa, la de formar a los futuros oficiales, ha sido para mí
la más gratificante de toda mi carrera.
P.- Aunque solamente hayan sido siete meses los que ha
estado aquí, ¿ha dejado usted huella?
R.- Eso tendrán que decirlo los demás, los que han estado
conmigo. Para mí y para mi mujer, desde luego, sí, pero no
soy yo el más indicado para señalarlo.
P.- ¿Va a echar de menos estar en activo?
R.- Por supuesto, porque no tendré la oportunidad ya de
mandar tropa, pero seguiré vinculado con el Ejército en otro
destino.
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