Han ido ustedes, en los últimos
tiempos, a darse un garbeo por la vecina Castillejos? (Fnideq
para nuestros vecinos). No dejen de hacerlo, pues la zona se
ha convertido en un agradable lugar en el que perderse un
rato. Si el centro de la villa ha sido remozado, en sus
alrededores y siguiendo la extensa línea de playa frente al
antiguo acuartelamiento legionario de “Dar Riffien” se
encuentra un extenso y bello paseo, muy cuidado, con áreas
ajardinadas y aparcamientos, en el que se puede disfrutar
placenteramente de la brisa y el sol, con el rumor de las
olas al fondo. En Castillejos pervive todavía su pasado
español (la antigua iglesia parroquial de Nuestra Sra. Del
Carmen, la casona del viejo ayuntamiento de rancio sabor
andaluz, la Aduana y la garbosa estación, restaurada, de la
línea del ferrocarril Ceuta-Tetuán), pero el populoso
desorden de los últimos decenios ha ido siendo substituido
por una cuidada e incesante planificación urbana
(electrificación y agua potable, nueva estación de
autobuses, viviendas protegidas, saneamiento del río,
accesos…) desde la llegada al Trono del joven soberano alauí,
Mohamed VI; a todo ello deberíamos añadir un polígono
industrial hacia la carretera de Tánger y el parque eólico
de Tlatatagram. También llama mi atención, no el simbólico
nombre del hotel “Tarik”, de resonancia histórica ni tan
siquiera la denominación (es obvia) de la urbanización,
sobre una colina cercana a El Tarajal: “Puerta de Ceuta”; es
cuando menos curioso (¿alegoría, mera casualidad?) el nombre
del nuevo zoco y de gran parte de los proyectos: “Al Masira
Al Jadra”. Se lo iba a traducir pero, ¿saben?, considero más
interesante -y didáctico- que lo hagan ustedes.
Por cierto, ayer viernes Mohamed VI pasaba buena parte del
día en Fnideq (Castillejos), poniendo en marcha tres
proyectos de cohesión social que suplirán importantes
carencias en la comarca. Por un lado y con un presupuesto
que rondará los 450.000 euros, se construirán un internado
de 60 plazas destinado a chicas procedentes de la zona
rural, lo que permitirá proseguir su escolarización, así
como un hogar para jóvenes con capacidad para cien
muchachos; ambas modernas instalaciones, dispondrán de aulas
informáticas y servicios sanitarios. A la vez y con un
presupuesto de 220.434 euros, se levantará un centro social
destinado a las familias de los pescadores, que facilitará
cursos de alfabetización, formación profesional y una
guardería, destinada a la educación preescolar de los hijos
de los marineros.
Cambiando de onda y matizando la última columna, no sé al
final naturalmente si el juez Garzón se animará a procesar
por incitación al genocidio al presidente de la República
Islámica de Irán, Mahmud Ahmadineyad, pero ayer mismo su
Señoría daba un importante giro a sus investigaciones, al
incluir en su requisitoria a las víctimas de los tribunales
de la II República: los otros miles de “paseados”, los
torturados y desaparecidos en las “checas”… Me parece bien
que los descendientes de los muertos -todos los muertos- de
la Guerra Civil sepan al fin donde están sus deudos para
enterrar sus restos con dignidad. De paso, los españoles del
siglo XXI podrían darse un fraternal abrazo y enterrar,
definitivamente, los odios y rencores de una trágica
historia a la que ya habían puesto generosamente punto
final, unos y otros, durante la Transición. “Paz, Piedad y
Perdón”, que ya pediría infructuosamente Azaña en julio de
1938.
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