Como una historia de terror, intriga y misterio, semejante a
una novela de Agatha Christie, se vivió en 2006 el asesinato
de la pequeña Suhaila. Según las diligencias policiales, fue
degollada en su propia casa, indefensa, puesto que su madre
no se encontraba en el domicilio en el momento del crimen.
La pequeña de 7 años no ha podido disfrutar su infancia, se
le ha denegado el derecho a vivir. Dos años más tarde, la
justicia se encargará de ajustar cuentas y condenar al
presunto asesino.
Todo comenzó el 23 de septiembre de 2006, cuando Mina
Mohamed, madre de Suhaila, abandonó por la mañana el
edificio número 5 de Las Caracolas, en la barriada del
Príncipe Alfonso de Ceuta, rumbo a Marruecos para comprar
las provisiones ante la celebración del mes del Ramadán.
Mientras tanto, la pequeña de 7 años permaneció en el
domicilio, sola e indefensa, sin imaginar que nunca más
volvería a sonreír. Sobre las cuatro y media de la tarde la
niña supuestamente recibió la visita del presunto homicida,
Kassem El Yassin, que accedió a la vivienda por la parte
trasera del edificio. Según los datos reconstruidos tras las
primeras investigaciones del caso, al estar encerrada en el
domicilio bajo llave, la pequeña lanzó una cortina que
pendía de la puerta de acceso de la cocina para que el
acusado trepase por ella y pudiese entrar en la casa. Sobre
las cinco y cuarto de la tarde, un vecino dice ver al
acusado, que destacaba por las manchas de sangre que
adornaban sus prendas de vestir, y al ver que corría
eufórico, sin poder detenerlo, se puso en contacto con la
Policía Nacional declarando haber visto a Kasem El Yassin
abandonar Las Caracolas con semejante apariencia. Minutos
más tarde los agentes se personaron en el lugar de los
hechos; uno de ellos accedió a la vivienda supuestamente
como el acusado, trepando una altura de tres metros y medio.
Un gran charco de sangre en el suelo de la cocina rodeaba el
cadáver de la pequeña Suhaila, que apareció degollada,
parece ser con un cuchillo de cocina. Un corte que llegó
hasta las cervicales de la menor, según anunciaron los
forenses que realizaron la autopsia en el pasado 2006. Acto
seguido, el cuerpo de policía acordonó la zona, precintó el
domicilio y varios vehículos inspeccionaron la zona en busca
del presunto homicida, que escapa por las calles de Las
Caracolas y accede a un domicilio particular, en la misma
barriada del Príncipe, para asearse y borrar esas manchas de
sangre que lo relacionaban e implicaban directamente en el
asesinato de la pequeña Suhaila. Un domicilio que podría
estar en otra de las vías de la investigación para averiguar
quién ofreció los servicios al acusado.
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