Tras casi cinco meses refugiados en los montes de la ciudad,
con los recursos mínimos para poder subsistir, la situación
de los hindúes que abandonaron el Centro de Estancia
Temporal de Ceuta (CETI) no ha cambiado. El colectivo indio
mantiene firme su postura y no piensa abandonar esta medida
de presión ante las autoridades ceutíes ya que lo único que
solicitan es la legalidad en la península para poder acceder
a un puesto de trabajo. Desde la Delegación del Gobierno
aseguran que el estatus social de estos inmigrantes no va a
cambiar y por ello insisten en su regreso al CETI para
mejorar sus condiciones de vida.
Van a cumplirse casi cinco meses desde que los hindúes que
escaparon del Centro Temporal de Estancia de Ceuta (CETI)
viven, o mejor dicho, sobreviven, en los montes de la ciudad
autónoma, concretamente en los alrededores de García Aldave.
Pero su situación, sus circunstancias, no han cambiado.
Actualmente son 67 los indios que continúan fuera del CETI,
ya que cuatro regresaron al recinto y uno desapareció. Todos
son varones en edades comprendidas entre los 19 y los 40
años y aunque sus condiciones de vida son bastante
precarias, no piensan dar marcha atrás. “No pensamos
regresar al CETI, la situación no ha cambiado y desde el
Gobierno, ni el Consulado, nos dice nada”, explicaba en la
mañana de ayer el joven Gurpreet Singh.
Sin embargo, fuentes de la Delegación del Gobierno
aseguraban ayer El Pueblo, que han reiterado constantemente
que “el estatus social de estos indios no va a cambiar y que
lo más recomendable es que regresen a las instalaciones del
Centro de Estancia Temporal de la ciudad para mejorar sus
condiciones de vida en cuanto a higiene, salud, alimentación
y servicios. Además se añade la preocupación por los
posibles incendios que se pudieran ocasionar en los montes
así como la entrada en territorios militares, lo que
dificultaría aún más la situación que atraviesan estos
hindúes”.
Actualmente, los indios se refugian en dos campamentos que
han instalado en los alrededores de García Aldave, todo con
materiales recogidos en los contenedores de basura de la
ciudad y que ellos mismos han subido hasta arriba. “Las
chabolas las hemos construido nosotros mismos con plástico,
madera, cartón, caño y todo lo que encontramos. Así como
colchones y muebles que la gente tira”, comentaba Rocky
Ghotra.
Las mínimas subsistencias con las que cuentan para venir
proceden de dos vías: por un lado, la Comunidad Hindú les
facilita dos veces al mes suministros alimenticios,
sobretodo, arroz, harina, verduras y pan. Y el poco dinero
que llega al campamento procede del trabajo de algunos de
ellos, que actúan en los aparcamientos de Eroski o Almacenes
San Pablo. Para cocinar, materias primas procedentes de la
naturaleza, tales como madera y fuego.
Ante tales condiciones de vida, más de uno ya ha tenido su
primer problema de salud. “Ahora mismo tenemos casi diez
enfermos. Las altas temperaturas, las picaduras de mosquitos
e insectos del monte e incluso dolores en el estómago y la
orina. De echo hace un par de noches vino la ambulancia para
llevarse a uno de nosotros. Nadie ha tenido que ser
hospitalizado porque en cuanto se han ido, han vuelto. Pero
nos han suministrado más de una vez la asistencia sanitaria
y medicamentos desde la Comunidad Hindú”, concretaba
Sarabjit Singh.
Ante estos hechos, la respuesta del colectivo es bastante
sincera: “la verdad es que nunca pensamos que se fuera a
alargar tanto esta situación. No tenemos respuesta de nada
ni de nadie ni tan siquiera la Embajada ni el Consulado y
desde que llegase el primer hindú a Ceuta han pasado casi
dos años. Lo único que queremos es salir de aquí y tener
documentos para poder trabajar. Sólo así podremos enviar
dinero a nuestras familias de La India que también se
encuentran en crisis por todas las inundaciones que se están
produciendo”.
Viviendo de la naturaleza y las pocas prestaciones que les
ofrecen vecinos de la zona, estos indios utilizan el agua
del monte para lavarse e incluso han llegado a beber de
ella. Y aún así “no vamos a manifestarnos en el centro ni
nada por el estilo. Nosotros no queremos molestar a nadie,
de hecho, viendo la situación por la que atravesamos desde
que nos fuimos del CETI, no han llegado más hindúes a
Ceuta”, se sinceraba Harneer Singh.
Durante el invierno, el frío y las lluvias; en verano, la
excesiva calor. Pero la lucha de estos indios es constante y
cada amanecer, es como el anterior. “Cada día es igual. Nos
despertamos sobre las ocho u ocho y media, vamos a lavarnos
los dientes al lago y luego unos se van a trabajar y otros a
dar clases de informática y español a San Antonio. Pero como
ahora es agosto, se han cortado por las vacaciones. Cuando
llegan las dos de la tarde hacemos la comida con lo poco que
tenemos y nos reunimos todos en un mismo campamento, el de
abajo, y luego jugamos un rato a las cartas. Sobre las seis
practicamos el críquet, para entretenernos, y más tarde nos
vamos a correr por ahí. Ya a las ocho y media, que va
cayendo la luz, cenamos y encendemos unas velas. Y ya a
dormir hasta el día siguiente”, explicaba Gurpreet Singh.
Sin embargo, aun mantiene una pequeña sonrisa en sus gestos
y el ápice de esperanza se refleja en sus miradas. Han
entrado en Ceuta de manera ilegal, cada uno a un precio y de
una forma diferente. Su objetivo es llegar a la península y
más tarde, el destino final: Europa. Y todo para un mismo
fin: obtener documentos legales para acceder a un puesto de
trabajo y ofrecer a sus familias mejores condiciones de
vida. “Confiamos que ahora en septiembre, con la vuelta al
trabajo de las autoridades, nos den ya alguna vía para poder
salir de aquí. Llevamos mucho tiempo esperando y esta vida
es muy dura”, confesaba Rocky Ghotra.
Lo cierto es que las altas temperaturas, los mosquitos y los
insectos cada vez hacen más estragos. Peor todavía, los
restos de basura, que poco a poco se van convirtiendo en
pequeñas montañas perjudiciales para la salud y porqué no,
para el medio ambiente. “Cada vez tenemos más bolsas de
basura y nadie viene a recogerlas. Atraen a los insectos y
mosquitos y nos afecta muchísimo”, añadía Sandeep Singh.
Muchos de ellos vendieron sus hogares en La India, otros
solicitaron préstamos, cada uno ha gastado una fortuna para
llegar donde están. Pero los medios, la falta de previsión y
el quebrantamiento de la ley les ha jugado una mala pasada.
Y por el momento, el Gobierno de Ceuta se encuentra atado se
pies y manos sin poder dar una solución rápida y eficaz a
esta situación que por día empeora.
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La India padece importantes inundaciones en las ciudades de
Punjab y Maryana
Otro de los motivos que llevan al
colectivo de hindúes huídos del Centro de Estancia Temporal
de Ceuta a la desesperación, son las inundaciones existentes
en su país de origen, La India, debido a las fuertes lluvias
registradas que han causado la muerte de muchísimas
personas. Concretamente en las ciudades de Punjab y Maryana,
procedencia de muchos de ellos. Para estos indios es muy
difícil contactar con sus familiares, de ahí que intenten
realizar una llamada telefónica una o dos veces al mes,
dependiendo del dinero que hayan podido ahorrar. Pero son
conscientes de la necesidad de ayuda económica que padecen
sus más allegados y la incertidumbre de saber si continúan
bien. Por eso lo único que solicitan con este tipo de
iniciativas para presionar a las autoridades, es el
documento por el cual podrían acceder a trabajar, es decir,
abandonar la situación de ilegalidad por la que atraviesan
desde hace más de un año, casi dos. Su objetivo es enviar
dinero a las más de sesenta familias que se encuentran en un
momento de crisis, circunstancia que no es posible si no
consiguen la nacionalidad.
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