El rostro de la pobreza en Ceuta tiene un perfil muy
definido: es mujer, de confesión musulmana, tanto marroquí
como española, generalmente separada, divorciada o
abandonada por su pareja y con cuatro o cinco hijos. Ese es,
según Cáritas Diocesana, la entidad religiosa católica que
atiende a más de medio millar de familias ceutíes sin
recursos, el retrato robot de las personas que suelen
recurrir a sus servicios. Ahora, en plena crisis económica,
Cáritas se prepara para atender a “los nuevos pobres”, entre
se prevé estén las familias que cargan con hipotecas o
alquileres elevados y se quedan sin empleo.
Históricamente la pobreza ha sido siempre una realidad
cambiante. La nueva coyuntura económica, el incremento del
paro y la subida del precio de hipotecas y alquileres está
redibujando mientras lee estas líneas el perfil de la
pobreza en muchos puntos de España. También en Ceuta.
Los servicios asistenciales de Cáritas en la península van,
sin embargo, según sus compañeros de la ciudad autónoma, un
paso por delante de este lado del Estrecho. De Algeciras
para arriba la entidad católica gestiona ya “cientos de
solicitudes” de ayuda económica para familias en su mayoría
compuestas por un hombre que se encuentra recientemente
parado después de haber trabajado en la construcción, y que
está casado con una mujer que limpia o cuida ancianos a
tiempo parcial y con al menos dos hijos en edad escolar.
Según las impresiones de distintas Cáritas diocesanas
repartidas por el territorio nacional recogidas por Europa
Press, inmigrantes en situación irregular, mujeres sin
recursos con cargas familiares o personas sin hogar son
quienes reciben principalmente la asistencia básica en el
norte del país. En lugares como Madrid, Extremadura o
Andalucía, el perfil se amplía a familias no siempre
extranjeras que acuden en busca de cobertura “para los
servicios más básicos”, porque todos sus ingresos,
inferiores a sus gastos, se destinan a conservar un techo
donde cobijarse.
El rostro de la pobreza en Ceuta aún es distinto: es una
mujer musulmana con cuatro o cinco hijos. Habitualmente ya
no tiene pareja ni trabajo estable más allá de limpiar
alguna vivienda particular.
Pero Cáritas-Ceuta prevé que el perfil de las familias que
atiende vaya asemejándose poco a poco, si se mantiene la
actual tendencia del paro y la economía, al de sus homólogas
del resto del país. De hecho, el próximo mes de septiembre,
coincidiendo con la celebración de la Asamblea Diocesana de
Cádiz y Ceuta, se analizará el fenómeno de “los nuevos
pobres” y cómo hacerle frente.
Pero, ¿quiénes serán los nuevos pobres?. El responsable de
la entidad católica en Ceuta, Javier González, lo tiene
claro: “Trabajadores del sector de la construcción que
carecen de muchos de sus derechos laborales más allá de la
prestación por desempleo y que una vez pierdan su trabajo,
si aún cargan con hipoteca o un alquiler elevado, tendrán
muchas dificultades para llegar a final de mes”.
Es lo que está viendo a diario, por ejemplo, Cáritas Madrid,
donde han visto multiplicarse las visitas de familias “que
en los últimos años han accedido a la compra de una vivienda
al ver que les subía el precio del alquiler y que ahora se
han encontrado con que suben los intereses, mientras bajan
sus ingresos por el paro de uno o de ambos cónyuges y se
produce una subida general de todos sus gastos”.
Llegan españoles y extranjeros, exactamente igual que en
Ceuta. “Atendemos a muchas mujeres marroquíes musulmanas con
permiso de residencia que se han separado, pero también a
españolas que se casaron con ciudadanos del país vecino y
después rompieron su relación”, explica González.
También se asiste, obviamente, a familias cristianas, aunque
en un porcentaje muy inferior y generalmente por problemas
vinculados a la vivienda, a los alquileres disparatados o a
las hipotecas que crecen desaforadamente.
En verano la situación se complica porque si durante el año
estas mujeres hacen trabajos por horas cuidando de personas
mayores, de niños o haciendo trabajos de limpieza, en
vacaciones son menos las ofertas para desempeñar estas
tareas.
“Hay muchas familias que están en situación de mucha
precariedad, pero que van tirando”, apunta González, quien
señala que “el problema es que en el momento en que hay una
crisis, se vienen abajo y llega un punto en que no saben
cómo salir adelante”. Sin embargo, las posibilidades de
Cáritas van poco más allá de una primera ayuda de emergencia
y la incorporación a un trabajo a largo plazo de formación e
integración laboral.
“Demandamos reciprocidad, voluntad de salir de las
dificultades”, apunta González, quien advierte de que “una
ayuda económica en un momento determinado ayuda a superar un
bache, pero la única solución es la formación y el trabajo”.
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