Con un retraso superior a una hora –vino en barco– comenzó
la ceremonia solemne de entrega del IX Premio de la
Fundación Convivencia de la Ciudad Autónoma de Ceuta al
afamado director de orquesta Daniel Barenboim, quien sucede
en el galardón al Premio Nobel 2007, Muhammad Yunus. Una
lista de premiados que se prestigia año a año.
Juan Jesús Vivas y Mabel Deu, presidente y consejera de
Educación, Cultura y Mujer del Gobierno de la Ciudad
Autónoma de Ceuta, respectivamente, hicieron entrega de la
figura diseñada por la acreditada escultora Elena Laverón.
Barenboim reconoció haber venido a Ceuta sin preparar ningún
discurso y agradeció las palabras elogiosas de Vivas y Deu
antes de asegurar que el galardón recién recibido “no es el
primero, pero para mí es muy, muy importante; lo digo
sinceramente”, recalcó.
El director de la Orquesta Sinfónica de Chicago y de la
Deutsche Staatsoper de Berlín valoró que “un premio no se
mide por quien lo da, sino por el espacio mental que hay
detrás”, en referencia a que “la idea de convivencia en
Ceuta se practica de forma diferente al resto del mundo”.
Barenboim, que se mostró más cómodo con el término
convivencia que con la palabra tolerancia, que es “muy fea”,
dijo, diferenció entre la coexistencia que crean los flujos
migratorios y la convivencia que se da en Ceuta.
Así, el galardonado comparó su país natal, Argentina, con
Ceuta, por la convivencia que se dan en ambas tierras entre
las distintas comunidades.
“Ceuta es completamente diferente, porque la aceptación es
la suma de estas cuatro comunidades”, lo que, a juicio de
Barenboim, le confiere “un signo único en el mundo”.
Asimismo, el talentoso pianista y director de orquesta hizo
un paralelismo entre las relaciones humanas y la música:
“Todos los problemas que hay en el mundo, los hay en la
música”.
Barenboim adoptó el tono más hondo al recordar las imágenes
que se pudieron ver el miércoles por la televisión respecto
al intercambio de prisioneros entre Israel y Libano. “Pasé
un día muy difícil”, reveló; no quiso entrar en aspectos
políticos, pero sí en la defensa a ultranza de los derechos
de los niños.
“Una cosa que me emocionó y molestó muchísimo es pensar en
los niños que mueren en estos conflictos”, expresó el
músico, quien añadió que “hemos desarrollado la tecnología
hasta tal punto que se cometen atrocidades”.
“No hay razón que justifique la matanza de niños, sino nos
convertimos en animales”, sentenció Barenboim, que, por otro
lado, recordó que él es el único ciudadano del mundo con
pasaporte israelí y palestino. A este respecto, abogó por
una solución a un conflicto enquistado que pasa por “que sea
buena para ambas partes”.
“Tenemos que despertar la conciencia del mundo al
sufrimiento y la matanza de niños”, indicó el galardonado,
que no quiso acabar su intervención con una nota grave y
aceptó la invitación de la consejera para traer su orquesta
a Ceuta. “Será un honor que mis músicos vean lo que es
vuestro compromiso”, concluyó Barenboim entre aplausos.
Le tomamos la palabra, señor Barenboim.
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“La música de la esperanza en el estruendo del conflicto”,
apunta Deu
“El maestro Barenboim, ha sabido
volcar su extraordinario prestigio internacional como
pianista y director de orquesta, en una incansable lucha a
favor de la paz y de la reconciliación entre palestinos e
israelíes”, destacó Mabel Deu, presidenta de la Fundación
Premio Convivencia, porque “siempre se ha interesado en la
humanidad”. En 2007 se convirtió en el único israelí del
mundo que también puede mostrar un pasaporte palestino en
los puestos fronterizos israelíes, explicó Deu, para quien
eso constituye “una prueba patente que sólo una solución
pragmática basada en la existencia de dos Estados, o mejor
aún, aunque suene absurdo, una federación de tres Estados:
Israel, Palestina ya Jordania, puede llevar la paz”.
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