Ceuta se remontó a los años de la pesca abundante, a la
humildad, a la lonja, a la almadraba, a las mallas del mar y
vistió a su Virgen con madera de barquilla; la cubrió con un
manto de flores y con las redes que dieron y dan de comer a
tantas familias. Barrio de la Almadraba, atardecer y algas
de nostalgia. El coro de la Tertulia Flamenca utilizó de
blanco pureza y palpó la sal de la brisa para cambiar unas
voces que ayer sonaron en todo el valle de la Almadraba.
Los cargadores se afanaban en el interior de la capilla por
tocar los brazos de la Virgen, esos que servirían momentos
después para llevarla de paseo por las barriadas más
ceutíes, más pesqueras, más modestas y cariñosas. La
multitudinaria misa congregó a los fieles en la arena.
Muchos se quitaron los zapatos para que el frío del suelo
diera calor a su devoción por el Carmen. “¡Viva la Virgen
del Carmen!”. “¡Viva!”. Otra chica se concentraba frente al
altar con un pañuelo verde anudado en sus ojos, cercenando
la vista, sin mirar nada, solo su interior. Los hombres
ponían el hombro y las mujeres los claveles. El mar,
henchido por el levante cavaba un hoyo en un agua imposible
para caminar.
Durante todo el día, los fieles han entrado en la capilla
para darle besos a la reina del mar; los buzos han limpiado
sus lágrimas por la mañana para sacarla guapa a la vida
terrestre. Los veteranos, “los viejos”, como comentaba el
capataz dentro de la capilla, se agolpaban otro 16 de julio,
en pleno estío de faena marinera, junto a la imagen que más
les enamoraba ayer. Sonó la Salve, sonaron las olas y
sonaron las palmas embravecidas por el dolor, el sentimiento
y la nostalgia de ver pasar los años, uno menos para verla
otra vez; otro más esperando en la orilla de la Almadraba.
La portavoz del PSOE en la Asamblea, Inmaculada Ramírez,
también se descalzó y hundió sus tobillos en la religiosidad
de la playa. Juan Vivas asistió al acto, contemplando para
sus adentros la lozanía de esta ciudad y degustando el
placer de ser el presidente de una Ceuta tradicional e
implicada con sus cosas, esas pequeñas cosas que hacen
peculiar a un pueblo. Luego, la Virgen fue saludando a los
pescadores, o a los espíritus pescadores cada vez que giraba
por las esquinas de esos barrios sumergidos en la historia
de Ceuta: Almadraba, Colonia Romeu, Villa Aurora, barriada
12 de Diciembre, Miramar Bajo, Juan XXIII. Hubo momentos
para detenerse delante de los domicilios de aquellos vecinos
que conviven con la Virgen del Carmen, vecinos de estas
barriadas que ya no están. Evaporados.
La brisa, el oleaje, los niños bañándose delante de su
Virgen, otros, negros de tanta playa, cualquiera era
espectador de aquella puesta de sol.
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Doce de diciembre, barriada de la nostalgia
La barriada 12 de Diciembre apenas
tiene varias generaciones de personas. Esta zona ceutí que
se enfrenta al mar y que se sitúa en la cuesta de República
Argentina, se compone de calles estrechas, resguardadas de
la brisa del mar, pero expuestas a las corrientes. Toma su
nombre y es levantada en memoria de los fallecidos en el
fatídico 12 de diciembre de 1949. Juan Damián García, hijo
del presidente de la barriada y una de las personas
encargadas de la capilla del Carmen, lamentó que ya apenas
queden pescadores en esta barriada, que siempre dio cobijo a
este colectivo. “Quedan dos generaciones, de los abuelos que
la vieron nacer”. Pocos pescadores, mucha mezcla en un 12 de
diciembre que va perdiendo la esencia, pero que siempre es
protagonista los 16 de julio. La procesión se acerca a la
barriada y los vecinos se sienten por unos momentos
admirados. Las embarcaciones de ‘Lobo Negro’, ‘San Carlos’,
‘Ramón’ y ‘Los Mellizos’ regresan a las mentes de los
mayores. El temporal de levante volcó muchas vidas aquella
tarde. Los que regresaron a la costa por precaución se
salvaron, pero no pasaron a la historia.
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