La bruma que estos días suele
envolver la costa, ocultando su arenosa línea y hasta el
militarizado promontorio de cabo Negro, parece extenderse al
estado actual de las relaciones hispano-marroquíes en las
que nadie parece saber, al día de hoy, las coordenadas de su
devenir, desde aquéllas fatuas e ingenuas palabras de la
Vicepresidenta Teresa Fernández De la Vega anunciando
exultante, apenas pasado el triunfo electoral socialista, el
inminente viaje de Rodríguez Zapatero a Rabat. Ignoro si al
final el Presidente de España se trasladará a Marruecos a
finales de julio, tal y como se especula en selectos
mentideros rabatíes, pero el clima no deja de enrarecerse
pese a la desprendida ayuda militar otorgada en los últimos
tiempos a nuestros vecinos del sur: el primero con el fin de
“calmar” (es una apreciación personal) la visita de los
Reyes de España a Ceuta y Melilla, por un monto oficial de
86.848 euros al coste simbólico de 1 euro; ahora por otro
euro y para, naturalmente, seguir mejorando las relaciones,
el Consejo de Ministros del pasado viernes 27 acordó
(también por el precio de 1 euro) enajenar seis torpedos
modelo MK 46 MOD. 2 (cuyo uso estaría en desuso) para ser
cedidos a la Marina Real marroquí.
Será casualidad, pero tras el cotilleo rabatí sobre la
(posible) fecha de la visita de Zapatero para finales de
julio, el 26 de junio era detenido en Melilla el
parlamentario marroquí Yahya Yahya, quien deberá permanecer
en prisión hasta comparecer el 17 de julio (tomen nota de la
fecha) en un tribunal de la ciudad hermana acusado de
presunta agresiones, hace dos años, a un agente de la
autoridad. El político marroquí, rápido de reflejos, estimó
“inaceptable que sea juzgado por un tribunal de ocupación”,
mientras los teloneros de turno organizaban -¡el mismo día
de su detención!- una “manifestación de solidaridad” cerca
de la Aduana marroquí. El mismo Yahya Yahya, tal y como
oportunamente recuerda la MAP, es presidente de otro
entramado al que no son precisamente ajenos los servicios de
inteligencia marroquíes: la “Asociación Nacional para la
Defensa de Víctimas de la Administración Colonial”, un brazo
más de la hidra diplomático-paralela diseñada por Rabat y
que, con notoria desvergüenza, considera la detención de
Yahya Yahya (sigo a la MAP) “una respuesta a las presiones
políticas de este último respecto a las ciudades ocupadas de
Ceuta y Melilla” (sic). En síntesis, con la visita de
Zapatero o sin ella el dossier sobre Ceuta y Melilla volverá
a ocupar este verano el primer plano en las espesas
relaciones hispano-marroquíes. ¿Alguien afirma todavía que
Ceuta y Melilla no figuran en la actual ronda de
conversaciones diplomáticas entre Madrid y Rabat..?. Redundo
en lo dicho con el último desencuentro: INTERREG, anulado
inexplicablemente a última hora por Rabat. De todas formas,
habrá que esperar a tomarle la temperatura a la OPE en
ciernes para intentar vislumbrar por donde discurren las
cosas.
Insisto y reitero: desde Marruecos se está tensando (y
retorciendo) la cuerda de las relaciones bilaterales, para
regocijo de París y bajo la atenta mirada de Washington.
Hace hoy siete días el periodista Hussein Majdoubi me
aseguraba, tomando un cafelito, que él no tenía esa
percepción: todo va “kulchi levés”. ¿Estás seguro, amigo?.
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