El portaaviones ‘Príncipe de Asturias’ salió ayer del puerto
de Ceuta a las seis de la tarde, tras una fugaz visita de 24
horas y después de más de 16 años sin echar el ancla en el
litoral ceutí. Entre las 10:00 y las 13:00 horas abrió sus
puertas a la ciudadanía para demostrar que sigue estando en
plena forma a sus 26 años de edad. No obstante, aquellos
lectores que no tuvieron la posibilidad de entrar en las
entrañas de este magnánimo buque, que liderará a partir de
julio la flota de su calibre bajo el mandato de la
Organización del Tratado del Atlántico Norte, EL PUEBLO
muestra su interior y detalles técnicos.
Tras una visita de apenas 24 horas, el portaaviones
‘Príncipe de Asturias’ salió ayer del Puerto de Ceuta a las
seis de la tarde con sus 196 metros de eslora, sus más de
24,5 metros de manga y las 896 personas que viajan a bordo.
Los ceutíes pudieron visitar ayer el interior de este
portaaviones ligero de unas 12.000 toneladas, capaz de
llevar a cabo operaciones antisubmarinas, antiaéreas, así
como prestar apoyo técnico y logística a operaciones
anfibias.
Pero el ‘Príncipe de Asturias’, Capitaneado por Francisco de
Asís Jardón, no puede estar varado eternamente, ya que tiene
sobre sus espaldas una gran responsabilidad: tanto marineros
como soldados y este magnánimo buque se encuentran
actualmente en fase de preparación y adiestramiento, ya que
“el próximo mes de julio serán la aportación española para
la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en el
marco de la misión NFR11”, que es la Fuerza de Acción Rápida
de esta institución transnacional, según informó el capitán
del navío. Esto significa que durante el segundo semestre de
2008, el ‘Príncipe de Asturias’ liderará la flota de
portaaviones puestos al servicio de la OTAN para operar en
caso de emergencia, columna que tendrá bandera española.
Unidad Antiaérea
El potencial del ‘Príncipe de Asturias’ no puede medirse por
sus cien cañones por banda, puesto que como munición de
defensa sólo posee cuatro merokas de 20 mm y 6 tubos para
mortero. Para compensar esta carencia, posee un gran número
de efectivos aéreos, que componen su Unidad Aérea Embarcada,
cuya composición varía según la misión que tenga
encomendada, pero que en la actualidad está formada por 17
Harrier y 43 helicópteros y aviones de transporte, de los
que un máximo de 27 pueden ser embarcados a la vez. Los
Harrier tienen una particularidad que los hace reconocibles
en cualquier película bélica norteamericana. Son aquellas
aeronaves que pueden aterrizar y despegar en vertical, al
igual que los helicópteros, debido a la especial
construcción y dirección de sus turbinas de propulsión,
hacia los lados. Junto a esta maravillosa obra de la
ingeniería aeronáutica vimos un Augusta Bell AB 212, cuya
silueta y el particular sonido de sus hélices trae a la
memorias escenas de ‘La chaqueta metálica’, de Stanley
Kubrick. Todos estos pájaros de hierro son atendidos por
casi un centenar de marineros, ya que “la capacidad máxima
de aeronaves en fase de operaciones puede llegar a 29, de
las cuales sólo 12 descansan sobre la plataforma”, comentó
el teniente de navío.
Salas y cabinas
El portaaviones navega a unos 25 nudos como máximo. Para
ello, cuenta con tres salas de máquinas, una de ellas para
la propulsión y dos para el sistema eléctrico auxiliar, cuyo
control es realizado íntegramente por el Sistema de Control
Central. Esta sala es “ligeramente más que pequeña que el
puente de mando de un ferry convencional”, expresó el
teniente de navío, de tal forma que “en momentos de
actividad frenética, puede parecer que la cabina está
completamente abarrotada con gente yendo y viniendo”. Esta
sala está equipada con cuatro mesas para el control de la
propulsión y de seguridad.
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