Es sabido que, pase lo que pase, casi siempre hay un
político cerca para, tenga responsabilidad directa de ello o
no, echarle en cara lo vago, maleante y caprichoso que es.
Es humano. Ayer, en Benzú, se escuchó decenas de veces a
decenas de vecinos desde las 7.15 horas de la madrugada todo
tipo de invectivas contra la clase política local, tanto en
la Ciudad como en la Delegación del Gobierno. El más
criticado fue, eso sí, el titular de esta última
institución, García Arreciado, que la semana pasó por Benzú
para prometer diligencia con las obras de la N-354 y que a
más de uno todavía les recordaba, por su barba, a “un
tigre”. “Nos mintió”, “nos engañó”, “que les den...”, “aquí
sólo vienen a pedir el voto”...
Todo esto y más, y claro, tanto y tanto se fue calentando el
personal ante el silencio administrativo de todos los
políticos cuya presencia reclamaban que cuando, a eso de las
11.45 horas, apareció por allí el presidente de la UDCE, al
que más de uno ya había puesto de vuelta y media minutos
antes, le cayó la del pulpo: “No hacéis nada, ni tú los
demás, no venís aquí más que cuando pasa algo y para pedir
el voto. ¡Nos habéis fallado!”, le resumió una mujer a grito
pelado mientras Ali intentaba hacerle entender que lo suyo
es denunciar y que su margen de maniobra es más que escaso.
Poco después, otra vecina le pidió perdón al diputado. “Lo
entiendo”, asumió Ali ante sus compañeros.
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