¿Qué ocurrirá realmente si el presidente Vivas da los pasos
que anunció Ignacio Cembrero en EL PAÍS hace diez días y,
esta semana, durante la presentación del informe Ventajas e
inconvenientes de una posible integración de Ceuta en la
unión aduanera elaborado por el catedrático Joaquín Aranda,
se posiciona a favor de dar tal paso y traslada dicha
solicitud al Gobierno central?
Una cosa es segura: tal como se ha publicado, el Ejecutivo
de la nación se verá obligado a tramitarlo “aunque acarree
tensiones con Rabat” ante la Comisión Europea, que a su vez
tendrá que elevar una propuesta al Consejo de Ministros de
la Unión Europea (UE) para que, por unanimidad, los Estados
miembros de la misma aprueben la modificación del estatuto
de Ceuta y Melilla.
¿Y entonces, qué? Según Aranda, el alta en la unión no sólo
serviría para “evolucionar hacia un nuevo modelo económico”
en las ciudades autónomas (suponiendo que ambas sigan el
mismo camino) y para hacer frente al desarme arancelario
entre Marruecos y la UE de 2012, sino que también
“contribuiría, y no poco, a eliminar las múltiples
incertidumbres, reales o no, sentidas o percibidas, pero
permanentes que rodean a la ciudad de Ceuta y, sobre todo,
en relación con las continuas reivindicaciones de
Marruecos”.
Y muchas otras cosas más, pero no todos los especialistas
son tan optimistas como el catedrático de la Universidad de
Murcia, que en cualquier caso también tiene sus recelos al
respecto. Uno de los más escépticos al respecto es el
economista Íñigo Moré, autor del sexto mejor libro editado
en España el año pasado según EL MUNDO, La vida en la
frontera.
En primer lugar, porque para Moré “la entrada en la unión
aduanera no tiene apenas ningún contenido político aunque se
intente que ese sea su mensaje en el fondo”. “La integración
en la unión debería valorarse desde el punto de vista
comercial, en función de lo que cada región importa y
exporta y del comercio que tenga o piense tener con su
entorno”, opina y advierte, tal vez con mejor óptica que
nadie, de que “eso del comercio de frontera lo he visto
actuar, he oído hablar de él pero no tengo muy claro de qué
se compone”.
“La integración es un derecho que Ceuta tiene y que, como
tal, puede ejercerlo si quiere y si le parece que puede
serle más ventajoso, pero me temo”, analiza Moré, “que el
trasfondo de todo esto no es el status comercial de la
ciudad, sino el político, y tengo que decir que entrar o no
en la unión aduanera no contribuye en nada a modificar ese
status de territorio español reivindicado por Marruecos,
como Gibraltar es un territorio británico reivindicado por
España”.
Pero no sólo eso, ya que para Moré “podría incluso
soliviantar aún más esa reivindicación”. “La UE”, concluye
al respecto, “no va a ejercer por estar dentro de la unión
ningún tipo de fuerza política que no pudiera ejercer ahora;
es sólo un cartel que permite dar la impresión de que estás
haciendo algo que en el terreno político tiene un contenido
cero y el comercial incierto”.
Ceuta y Melilla, distintas
Para el profesor de Economía de la Universidad de Granada (UGR)
en Melilla Miguel Ángel Pérez Castro, que en 2007 presentó
su tesis doctoral sobre este mismo asunto tras seis años de
trabajo, es un error de partida incluir en el mismo saco a
las dos ciudades autónomas en lo que a ese tema se refiere,
aunque tiene menos reservas con respecto a la integración y
a sus posibles beneficios.
“Ceuta y Melilla”, considera, “son dos ciudades diferentes:
Melilla ya tiene una aduana comercial y siempre ha vivido de
su entorno geográfico, Nador y sus alrededores, mientras que
Ceuta casi siempre ha estado de espaldas a África, con el
puerto como principal motor de desarrollo mirando al norte”.
“El comercio atípico es absolutamente necesario para las dos
ciudades, pero tiene visos de ir reduciéndose, sobre todo a
la luz del acuerdo Euro Mediterráneo de asociación”,
prosigue el economista, quien sitúa “un poquito más allá” de
2012 el momento en el que puede ser más acusado el declive
de los ingresos por él. En ese momento sería cuando Ceuta
precisaría de la unión porque, a juicio de Pérez: a)
“estaríamos dentro del paragüas de la unión aduanera europea
en una negociación entre Europa y Marruecos”; b) para evitar
que, tras el desarme arancelario, los empresarios marroquíes
prefieran comprar en Almería o Algeciras antes que en
Melilla o Ceuta para no pagar aranceles de tercer país, sino
de la UE (o sea, no pagarlos).
Y ni siquiera, según Moré: “Los aranceles no van a
desaparecer como por arte de magia; va a seguir limitaciones
muy serias y desafortunadamente Ceuta no comercia con esos
productos industriales como coches o lavadoras, objeto
básico del esfuerzo”.
“El riesgo”, admite para terminar Pérez Castro, “vendría de
quedarse fuera de los circuitos de comercialización, ya que
el comercio atípico todavía va a tener años de
aprovechamiento con una reducción paulatina”.
El futuro económico ceutí
Esta diagnóstico sirve, claro, desde Melilla, que sí cuenta
con aduana comercial. Pero, ¿y Ceuta? Visto que Moré no cree
que la UE vaya a pisar el acelerador al respecto ni que el
abastecimiento del norte del país vecino siga pasando por
aquí con la apertura del Tánger-Med, para el especialista el
futuro económico de Ceuta pasa por otros puntos.
Entre ellos, por establecer “relaciones constructivas y
dinámicas de colaboración lejos del antagonismo y el
enfrentamiento” con Marruecos “como ha hecho Gibraltar con
España, sin renunciar ni hacer dejación de nada”. “En las
ciudades fronterizas donde predomina el antagonismo
cualquier cosa que lo favorezca no es el futuro”, dice
convencido Moré, quien cree que “el futuro de Ceuta puede
ser una plaza financiera sofisticada, no un paraíso fiscal,
como Gibraltar o Luxemburgo”.
“Opciones hay muchas, pero Marruecos como país soberano que
es seguirá poniendo las aduanas que quiera donde quiera, y
no es más seguro que vaya a ponerla tras la integración en
Ceuta”, reflexiona para terminar el economista madrileño,
que a pesar de todo no tiene “ningún temor” por el futuro
económico local. “Esa ciudad es el territorio más
desarrollado de África; es más, es la única parte de ese
continente desarrollada con mayúsculas, y mientras eso siga
siendo así su futuro no correrá ningún peligro”.
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El círculo “vicioso o virtuoso” del comercio en Ceuta y
Melilla
Pérez Castro, que desde 1994
registra anualmente los ingresos de las dos ciudades, aboga
por realizar un estudio similar durante los próximos años
para dar cualquier paso: “El porcentaje de financiación más
importante para las dos ciudades es el IPSI, pero mientras
que antes suponía el 60% actualmente está cerca del 40%”,
prosigue Pérez, quien recuerda que “actualmente casi el 50%
de esos ingresos viene de un Fondo de Contingencia del
Estado que no es ilimitado”. “Estamos”, diagnostica, “ante
un círculo que puede ser virtuoso o vicioso: si el comercio
recauda la Ciudad puede ayudarle, pero si ocurre al
contrario se produce el mismo efecto”, diagnostica mientras
reconoce que se trata de un fenómeno “peligroso”. Por ello
recomienda, en caso de solicitar la integración, establecer
un calendario para ella “similar al de Canarias, que se tomó
diez años para su incorporación desde la toma de la decisión
definitiva”.
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