Veo una fotografía, otra más de
las muchas que vienen publicando los periódicos locales
sobre los que se llaman rojos, en la cual está Juan Luís
Aróstegui adoctrinando a una veintena de personas que lo
oyen como si estuviesen ante el mismísimo Winston
Churchill redivivo. Todos los que dicen pertenecer al
‘foro de la izquierda’ se inclinan ante su augusto nombre.
El nombre de un político triunfador en todos los aspectos de
su vida, a quien le han sacado de su retiro deseado, tal vez
cansado de ganar tantas elecciones. De ahí que un buen día,
de no hace mucho, decidiera tomarse un descanso para que
Juan Vivas, un advenedizo de la política, según Aróstegui,
pudiera cumplir su cometido con tranquilidad y sin sentirse
presionado por sus denuncias.
Pero el hombre propone y las circunstancias mandan. Y es que
el cierre por reforma del Partido Socialista de Ceuta, por
orden expresa de Madrid, ha hecho posible que el líder de un
partido consagrado y al cual tanto le deben los ceutíes, el
PSPC, haya tenido que regresar a la política activa para
impedir que el PP pueda campar a sus anchas.
No cabe la menor duda de que su gesto, el de JLA volviendo a
prestarle un servicio inconmensurable a la izquierda
española y, concretamente, a la izquierda de Ceuta, ha
calado tan hondo en la calle de Ferraz, que José Blanco,
miembro del Comité Federal del PSOE, le dijo a Salvador
de la Encina lo que sigue: el viernes, o sea ayer, lo
primero que debes hacer es reunirte con alguien con tanta
capacidad de seducción y tan querido por los ciudadanos.
Y, a estas horas, cuando ustedes lean esta columna, ya nos
habrán enterado de que el gran hombre, el gran político
caballa, tras reunirse con el presidente de la Comisión
Delegada de la Ejecutiva Federal para la ciudad, De la
Encina, ha puesto sus condiciones para sacar a los
socialistas de esta tierra de la ruina en que se encuentran.
Y, naturalmente, habrá prometido que ello hará posible que
los populares pierdan las próximas elecciones generales.
Las condiciones, conociéndole, uno se atreve a anticipar que
serán las que siguen: que continúe al frente de la
Delegación del Gobierno Jenaro García-Arreciado; a
quien Aróstegui considera un dechado de perfección y persona
muy necesaria para la campaña electoral. Que hagan todo lo
posible porque María Antonia Palomo vuelva al redil.
Pues considera vital su regreso. Que a Enrique Moya
lo quiere tener a su vera. Como mano derecha. Y, sobre todo,
que Antonio Gil, su amigo del alma, sea tenido en más
consideración por el partido. Sorprendido Salvador de la
Encina, por su generosidad, le habrá preguntado acerca de lo
que él, Aróstegui, reclamará en pago por tanta entrega a
favor de los socialistas. Y tampoco creo andar muy
descaminado si digo lo que pienso.
Vamos con ello: Por mí, querido Salvador no os preocupéis...
Porque, como he sido siempre fuste del socialismo ceutí, me
debo a la causa. Máxime en momentos donde se precisa mi
intervención ante un pueblo que me adora y que nunca me ha
dejado en la estacada. Aunque si en algún momento Jenaro
García-Arreciado, agotado de tanto recibir denuestos
inmerecidos por parte del diputado popular, Francisco
Antonio González, decide regresar a Onuba, yo estaría
dispuesto a hacer un esfuerzo más como delegado del
Gobierno. Un sacrificio al que jamás me sometería si no
fuera por el bien de España y de Ceuta.
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