Mientras el conjunto de los
españoles, de uno u otro signo político, “sentían” el día de
la Nación, en nuestro vecino Marruecos su joven Rey, Mohamed
VI, abría oficialmente la primera sesión de este año
legislativo (octavo desde su asunción al trono) pronunciando
el discurso de rigor, del que entresacaría las siguientes
frases con su apostilla. a) Formación de un gobierno
“compacto y armonioso”, “apoyado por una mayoría
parlamentaria” (clara sugerencia); b): “Oposición
constructiva” (¿aviso velado?); c: Parlamento “más efectivo”
y que “ejerza eficazmente todas sus competencias, tanto la
legislativa, la representativa como la de control” (¿crítica
implícita?). Mohamed VI aprovechó oportunamente la ocasión
para llamar a los diputados a completar “la conciliación de
todos los ciudadanos con los consejos electos. Ello requiere
marcar una ruptura con determinados comportamientos y
conductas indignas, que perjudican la imagen de la
institución legislativa y afectan a la credibilidad de la
labor parlamentaria y política”. “Así pues -continuó el
soberano alauí- la verdadera dualidad que debemos afrontar
es entre la democracia y el abuso de poder; entre el
progreso y el subdesarrollo; entre el trabajo y la apatía; y
entre la apertura y el ostracismo”.
Alusiones directas y de importante calado que apuntan
posteriores movimientos desde el Majzén y que, a buen
seguro, habrán quitado el resuello a más de uno. ¿Verdad
Achboun?. Les comentaré dos anécdotas: una, el fallo técnico
que interrumpió durante varios minutos el discurso real,
emitido en directo por la televisión pública; dos, la
llamativa ausencia del nuevo gobierno, aun sin formar y que
el Primer Ministro, Abbas El Fassi, debería de haber tenido
listo para este acontecimiento. Mal fario.
En cuanto al nuevo gobierno marroquí que parece habrá que
alumbrar con cesárea, sigue por perfilar aun cuando ya
circulan dos listas de “ministrables” en las que, ésta vez,
no figura “ni se le espera” (parafraseando a don Sabino) el
parlamentario tetuaní del RNI, Rachid Talbi, ministro
saliente y otro que alcanzó su escaño digamos que de aquella
manera.
Hasta la fecha, se sabe que El Fassi parte de seis carteras
para su partido, los nacionalistas de El Istiqlal, habiendo
ofertado cinco carteras al Movimiento Popular (beréber), RNI
(tecnócratas de centro) y USFP (socialistas), reservando
otras tres para los izquierdistas del PPS. El Rey, como ya
les había adelantado hace poco, parece que volverá a
designar directamente a siete ministros para los cargos de:
Defensa, Asuntos Islámicos (ministerio de Habús) y
Secretario General del Gobierno, además de dos en Interior
(ministro y Secretario de Estado) y otros dos en Exteriores
(ministro y Secretario de Estado). Como diría Alfonso Guerra
(al que, por cierto, echo sinceramente de menos en la
política activa española), “el que se mueve no sale en la
foto”. Queda por ver el margen de maniobra con el que cuenta
la oposición, liderada por los islamistas moderados del PJD
pese a haber sido los más votados y cuyo papel debe y ha de
ser (son palabras de Mohamed VI), “positivo y responsable”.
A buen entendedor, ¡salud!.
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