El Defensor del Pueblo Andalúz, José Chamizo, dio ayer por
bueno el enfoque de ‘Educación para la Ciudadanía’, una
asignatura que ha sido tan polémica en su comunidad donde
seis familias llevaron la materia al Tribunal Superior de
Justicia (TSJA) aunque las denuncias fuesen desestimadas.
Después de conclur su ponencia ‘Hacia la interculturalidad’,
en el I congreso de ‘Convivencia entre culturas’, que se
realizó en Ceuta, y tras asegurar haber leído el grueso de
los textos, en especial el del filósofo José Antonio Marina,
manifestó su aprobación “si se hace bien y se promueve la
educación en valores”. A su juicio, “está bien tratado el
tema de los derechos humanos, la familia y la
individualidad” por lo que no contempla la asignatura “como
un catecismo”.
Su respaldo a ‘Educación para la Ciudadanía’, una materia
que le “gusta”, ha venido reforzado por la calidad de los
textos. “Se le ha dado mucha importancia a una asignatura
que sino funciona, se puede retirar del currículo. Más
importante es la ausencia de los padres en la educación de
los jóvenes y no se le da tanta cancha”, subrayó.
Con el discurso más lúcido y locuaz de todo el congreso,
Chamizo se alejó del previsible lenguaje académico para
recordar a los allí que la sociedad actual, inmersa en un
mundo globalizado, padece una nueva pandemia relacionada con
la salud mental; “la epidemia de la tristeza”. En este
sentido, aportó el alarmante dato de que, en 2006, en
Andalucía, “un millón de personas se dieron de baja por
depresión”.Una enfermedad contra la que sólo se puede luchar
“en el territorio de la sensibilidad, ese que no cotiza en
bolsa”, reprobó.
Según explicó Chamizo, el problema del modelo macroeconómico
actual tiene varias cabezas: Hay exceso de información
mediática, los pisos en las ciudades son “jaulas”, el
pensamiento crítico “ha desaparecido” y este círculo vicioso
de complicaciones ha derivado, en su opinión, “en la perdida
del valor de lo público”.
Para recuperarlo, habría que iniciar una “revolución de
humanismo, lejos de las armas”. En ese maltrecho camino
hacia el fomento de lo plural a través de la convivencia,
Chamizo matizó las diferencias entre conceptos tan manidos
como ‘multiculturalidad’, ‘integración’ e ‘interculturalidad’,
aplicándolos a Ceuta. “Aquí la multiculturalidad existe
porque supone la coexistencia cultural”, pero donde no fue
tan amable fue al diferenciar los otros dos términos. “La
interculturalidad exige convivencia y ahí está la
encrucijada actual para hacer efectiva la integración”,
explicó.
Con ejemplos irónicos como la colonización sin límites que
ejercen determinadas compañías de hamburguesas
norteamericanas en la sociedad española, reconoció no
comprender porqué después la gente “no acepta” la marca de
otras culturas más próximas. “Sin igualdad de derechos y
deberes, no puede haber diálogo intercultural, pero al final
no hay miedo a otras culturas, lo que hay es miedo a la
pobreza, la de aquí y la de allá”, enfatizó.
Este Licenciado en Historia de la Iglesia dijo que la
religión para los creyentes y la interioridad para los ateos
son valores “esenciales para combatir la globalización”.
Pero para ello, subrayó, “el papel de las religiones tiene
que ser otro actualmente porque el diálogo de fe hoy día es
raquítico”.
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