La presencia hebrea en la ciudad autónoma data desde el
siglo XVIII, es de origen portugués y como los primeros
hindúes que llegaron alrededor de 1900, siempre han estado
vinculados al comercio. Seis generaciones de israelitas y
tres de indios procedentes en su mayoría de la región de
Sind (actual Paquistán) coexisten en el territorio
fronterizo que linda con Fnideq desde hace varios siglos.
Junto a ellos, musulmanes de procedencia magrebí, que
reaparecieron en 1792, y cristianos cohabitan en un puerto
en el que han residido, en el pasado, hasta ciudadanos
armenios. Este panorama multicolor podría ser, en la
actualidad, un ‘laboratorio’ de convivencia práctica, pero
la compleja definición de los conceptos y el sesgo que
produce la no integración social son los problemas de futuro
de la ciudad que ejerce de centinela en el Estrecho.
El análisis de los valores sociales y la herencia cultural
que deben dejar en Ceuta judíos, cristianos, musulmanes e
hindúes configuraron ayer los temas principales del I
Congreso de ‘Convivencia entre culturas’, que organizó la
Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos (FPAV), en
el hotel parador La Muralla. Los cuatro colectivos
principales alzaron la voz para resaltar la importancia de
la definición cultural y la necesidad de no mezclar el
significado de la costumbre con la religión. Sony V. Lalwani,
economista y representante de la comunidad india fue la que
más hincapié hizo sobre esto: “La cultura abarca la religión
y no al contrario y se debe reforzar desde el ámbito
familiar”.
Este criterio fue compartido por José Luis Gómez Barceló,
que habló en nombre de los cristianos, pero que optó por
analizar las cuatro culturas mayoritarias al manifestar su
proximidad a esta visión, más en una ciudad “que es
complicada de definir en base a su religión” por la evidente
pluriculturalidad. Los portavoces hebreos, musulmanes e
indios subrayaron la necesidad de fortalecer las raíces que,
por la distancia, tienden a perderse y que, en el caso
cristiano, no sucede igual. “La militancia religiosa
cristiana es escasa porque tiende a la laicidad”, apuntó en
línea ascendente el cronista oficial de la Ciudad.
Para Laarbi Maateis, presidente de la Unión de Comunidades
Islámicas de Ceuta (UCIDCE), la convivencia “no tiene que
imponer una cultura por mayoritaria que sea”. El
representante musulmán fue el que estableció más vínculos
entre religión y cultura al emplear los principios del Islam
para exponer su postura, una creencia “enemiga de todo
extremismo y preludio del pacifismo”. “Todas las mentes no
pueden ser iguales y hay que aceptar las diferencias. En
este sentido, insistió en que precisamente “la diversidad de
nacionalidades, ideologías y patrias es lo que permite que
se reconozcan los unos a los otros”. En el ámbito del Islam
fue aún más allá al asegurar que fue su religión “la que
instauró los principios de la paz mundial”.
Las posturas culturales, convergentes en los valores,
difirieron en matices, pero en general todos apostaron por
combatir con los principios de las costumbres para enfocar
situaciones como la pérdida del conocimiento del idioma
Sindi por parte de los jóvenes hindúes de Ceuta. “Es uno de
nuestras mayores preocupaciones, nuestra contribución a la
ciudad debe ir creciendo”, sostuvo Lalwani.
El congreso fue inaugurado a primera hora por el presidente
de Ceuta, Juan Vivas, que dijo sin temblarle el pulso que
esta localidad fronteriza es “un lugar de encuentro único en
el mundo” en la que diariamente “ejercemos la tolerancia y
el respeto”.
Un tolerancia que, a juicio de Maateis, debe ser enfocada
con “moderación y diálogo con una finalidad honorable” y que
para la comunidad hebrea, que no pudo contar con ningún
representante en el acto por ser sábado, tiene que
“identificar el carácter ceutí”. En este sentido, el
portavoz musulmán concluyó con una cita que venía a decir
“no somos ni de izquierda ni de derechas, cada brazo
necesita al otro para abrazarse”.
Lalwani reseñó de su colectivo el espíritu integrador que le
ha caracterizado en la ciudad autónoma, manteniendo las
raíces. “Antes de los Beatles nadie sabía lo que era un gurú,
hoy día todos entienden que son quienes aportan luz en
nuestras vidas, ya sean nuestros padres, maestros o guías”,
explicó.
“Hay una lucha evidente sobre cómo definirnos” -a los
ceutíes- “la clave está en querer buscar el rastro porque el
futuro será el que nosotros queramos que sea. Todos creemos
que nuestra religión es la más perfecta, pero en el futuro
tenemos que asumir al otro”, terminó el portavoz de la
comunidad cristiana, José Luis Gómez Barceló.
La fuerza vecinal
Tras las exposiciones culturales, se desarrollaron dos
ponencias, la primera a cargo del secretario de la FPAV,
Alfonso Conejo, que bajo el título ‘La convivencia desde el
punto de vista vecinal’, dirigió su apuesta social a la
construcción de proyectos en base a la colaboración
ciudadana. “Todas las religiones tienen elementos comunes,
la xenofobia tiene causas económicas más que raciales”,
exhortó.
El concepto ‘movimiento vecinal’ fue para el secretario de
la Unesco ceutí la clave para tratar la deshumanización que
padece el globo. Y para ir más allá de la tolerancia y
llegar a la “verdadera” interculturalidad”, llamó al
compromiso colectivo y empezar a trabajar en reuniones tan
populares como las fiestas del barrio. “Son el principio”,
auguró.
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