Algunos siguen sin enterarse que
tengo todo el pescado vendido y, por tantos, solucionada mí
vida sin necesidad de deberle nada nadie ni, por supuesto,
hacer de recadero para quedar bien ante el jefe o sea, lo
que vulgarmente se llama pelota.
Soy periodista porque mi madre me parió para serlo, y en
esta bendita profesión llevo más de cincuenta años juntando
letras en diferentes medios de comunicación y, siempre,
guardando las distancias y dándoles el debido respeto a
todos y cada uno de los compañeros que ejercen la profesión
en el lugar que la ejerzan. Pero ese mismo respeto que doy,
a la vez, lo exijo para mí.
Como descendiente de maños y andaluces, por mis venas corren
esa sangra de la nobleza baturra y la ardiente del andaluz.
Por ello, a veces, algunos se aprovechan de esa “nobleza” y
alegando que, “este nunca protesta por nada, si hay que
joder alguien, pues lo jodemos a él” y sin pensárselo dos
veces, te joden y se quedan tan tranquilos sin tan siquiera,
cuando vas a pedirles alguna explicación, porque se han
pasado tres pueblos, dos calle y seis barriadas, molestarse
en dártela. O si te dan algunas, son tan pueriles que
alcanzas, rápidamente, a comprender que son las que le dan a
los niños de pecho.
El más mediocre de los trabajadores de un periódico y no me
refiero a los periodistas sabe, perfectamente, que la
contestación a una critica recibida, se debe realizar en la
misma página donde se llevo a cabo esa critica y ,además,
con el mismo número de líneas. Es una Ley de la prensa
escrita. Y nunca, nunca, se puede contestar a esa crítica
desde una columna de opinión. Eso no se hace ni en las
hojillas dominicales de las parroquias de los pueblos. Y
donde ya se riza el rizo es, si para permitir en una columna
de opinión la contestación a la crítica, se reduce al mínimo
otra columna de opinión sin respetarle para nada la maqueta
y, por supuesto, faltándole el respeto al autor de esa
columna, convertida en un auténtico “ladrillazo ilegible”.
Pero, además, se le falta el respeto a los lectores de la
misma, haciéndole un flaco favor al periódico.
No creo que sea una guerra, más bien opino que es la frase
dicha anteriormente, “como este no protesta nunca pues lo
hacemos”. Sin pensar que, abusar de la “nobleza” puede ser
peligroso. Quiero pensar que es consecuencia de la frase.
Decía el maestro, Raúl del Pozo, que los periodistas somos
unos mercenarios y, servidor, le da toda la razón en ese
decir y clasificar lo que es le mundo del periodismo. Por
esa sencilla razón el fichaje por cualquier medio o el
cambio de unos a otros, entra dentro de toda la normalidad.
Cada quisqui va donde más le conviene a sus intereses
económicos. Y ofertas, de verdad de la buena, que no faltan
y donde ayer eras mal visto, pelillos a la mar y te reciben
con los brazos abiertos y más si llevas las “armas”
dispuestas a disparar al revés. Ya lo ha dicho el maestro,
Raúl del Pozo, somos simple y llanamente, mercenarios
dispuestos a vender nuestras “armas” al mejor postor.
Mi fidelidad al periódico donde estoy colaborando y mi
aprecio al editor del mismo me llevan a rechazar ofertas.
Para mí el escribir es una distracción, algo que me
divierte, por eso y por ser periodista puedo escribir en
cualquier sitio. ¿O no?.
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