“Cara al sol”, como resaltó con sorna uno de los diputados
que a partir de mañana será con toda seguridad hombre fuerte
de su nuevo Gobierno, el ya oficialmente alcalde-presidente
de la Ciudad Autónoma de Ceuta, Juan Vivas, juró y tomó ayer
posesión de su cargo en el Patio de Armas del Conjunto
Monumental de las Murallas Reales ante aproximadamente 400
ceutíes. Entre ellos, lo más granado de la clase política,
económica, militar, social, periodística y religiosa de la
ciudad.
Todos los poderes arroparon al que será líder del Ejecutivo
ceutí durante los próximos cuatro años, con los que
completará una década al frente del mismo. Para esta nueva
etapa, Vivas recordó a los ceutíes que están “todos
convocados” y que “todos son necesarios” en el empeño de
lograr “el progreso y el bienestar de nuestra querida
tierra”. “No caben deserciones ni exclusiones”, concluyó el
candidato Popular un discurso emotivo y concreto al mismo
tiempo en el que enumeró las prioridades que guiarán su
acción de gobierno esta legislatura: la estabilidad y la
normalidad institucional; la “calidad” en el dominio y los
servicios públicos; la cohesión social; la defensa del
patrimonio histórico, cultural y natural; el fomento del
empleo y el desarrollo económico y el establecimiento de
unas relaciones “de colaboración y entendimiento” con otras
Administraciones.
Esos seis puntos fueron el núcleo duro de un discurso al que
dedicó algo menos de media hora y que fue interrumpido en
varias ocasiones por los aplausos del auditorio, que se
quedó aproximadamente en tres cuartos de la entrada prevista
por la organización del acto.
La primera ovación siguió a su agradecimiento explícito a
familia y amigos “por el equipaje ético, por la paciencia y
por la comprensión”; a sus compañeros de aventura política
“porque sin su ayuda yo no estaría aquí” y a los ceutíes
“por la confianza y por la nueva oportunidad que me
brindan”.
Muchos en el Patio de Armas recibieron, sin duda, la alusión
como un mensaje personal. Allí se encontraban, en las
primeras filas, junto a los familiares de los diputados,
algunos de sus más estrechos colaboradores durante los
últimos años como Manuel Coronado, Emilio Carreira, José
Luis Morales o Mohamed Chaib, entre muchos otros.
Hombro con hombro, les acompañaron en la vanguardia del
respetable el delegado del Gobierno, Jenaro García Arreciado
[con toda la cúpula de su gabinete alrededor] y el nuevo
comandate general, Enrique Vidal de Loño. Algo más atrás, el
Jefe Superior del Cuerpo Nacional de Policía, José Luis
Torres; el presidente de la Sección VI de la Audiencia
Provincial, Fernando Tesón; el presidente de la Cámara de
Comercio, Luis Moreno; el presidente de la Confederación de
Empresarios, Rafael Montero Ávalos y su homólogo de la
Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos, José
Ramos, sólo unos pocos de una amplísima lista de
personalidades locales.
Casi todos los que son
Más atrás todavía se pudo ver al secretario general de UGT,
Antonio Gil [de los que son en la ciudad se echó de menos al
líder de CCOO, Juan Luis Aróstegui, como su secretario
general en el PSPC, Iván Chaves, pasaron del sarao, al que
tampoco habían sido invitados]; al presidente de la Comisión
Gestora del PSOE, Enrique Moya, y sus compañeros más
cercanos; al responsable de la Unión de Comunidades
Islámicas de Ceuta (UCIDCE), Laarbi Maateis; a la plana
mayor del PDSC, con Mustafa Mizzian, Tarek Mizzian y Sadek
Dris a la cabeza y, curiosamente, a los presidentes
vecinales de las dos barriadas que proporcionaron las dos
bofetadas electorales más sonoras al PP el pasado 27 de
mayo: Laarbi Mohamed, del Príncipe Alfonso, y Mohamed Lahsen,
del Príncipe Felipe.
Todos ellos (y los demás) contemplaron estoicamente con
apoyo del agradable frescor del viento de Poniente de última
hora de la tarde la tercera edición del acto de investidura
del presidente de la Ciudad en las Murallas Reales.
A tono con los alrededores, la Administración autonómica
volvió a montar un escenario de tintes medievales con cuyos
pajes hicieron escarnio los más bromistas de los asistentes.
En medio, rodeando el atril de Vivas, se sentaron sin falta
alguna los 24 diputados electos en los últimos comicios y,
en una mesa también de otro tiempo, la secretaria general de
la Asamblea, María Dolores Pastilla, que dio lectura “de
tenor literal” al Real Decreto de Juan Carlos I que
oficializó el nombramiento.
Tras ella, Vivas casi calcó, con su mano sobre la
Constitución, el juramento como diputado que hizo el pasado
sábado y, esta vez como presidente, volvió a empeñar su
palabra en que servirá “fielmente” a España y a la Ciudad de
Ceuta; en que guardará y hará guardar las leyes; en que
erspetará “los derechos y libertades de los ciudadanos”; y
en que cumplirá “fielmente las funciones de presidente” del
Gobierno autonómico.
Después, y sin solución de continuidad, se entregó a la
lectura de un discurso de 12 folios en el que trató de
combinar valores personales y políticos con proyectos
concretos. En primero lugar se tomó la investidura como “un
compromiso consciente y, por tanto, responsable” y después
se conjuró para seguir sintiéndose desde su cargo “el primer
servidor de Ceuta” y para prestar “mayor atención a quienes
más lo necesitan”.
Además, tendió la mano a la oposición (“la Asamblea no debe
ser lugar para la confrontación y el conflicto permanentes”,
dijo) y a la ciudadanía en general, con cuyo concurso
prometió contar asiduamente para dirigir su acción de
Gobierno.
Habló, también, de la necesaria urbanización del Príncipe,
comentario que dejó un inicio de aplauso frustrado desde el
‘gallinero’ de la platea y se refirió a dos grandes
proyectos: la entrada de la ciudad en la Unión Aduanera
Común y la elevación del autogobierno local, proyectos que
según dijo siguen “vivos”. Después, tras recibir la enésima
felicitación de la concurrencia, se dirigió a la Santa
Iglesia Catedral para ofrecer su Bastón de Mando a la
Patrona.
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