Los atentados de Argelia y Marruecos de los últimos días
-dos terroristas suicidas se inmolaron el sábado en
Casablanca cuando eran perseguidos por la Policía- han
dejado estupefactos no sólo a los países norteafricanos. Un
temor que raya con la psicosis se ha apoderado también de
Ceuta y Melilla, que contemplan la peligrosa cercanía del
terrorismo de Al Qaeda y temen convertirse en la próxima
estación de esta sangrienta campaña de salvajes atentados.
Aunque el Gobierno ha lanzado en los últimos días un
mensaje que mezcla la prudencia con el optimismo, lo cierto
es que el refuerzo de las medidas de seguridad de la ciudad
autónoma de Ceuta habla de algo más que temor o inquietud.
Más controles en los pasos fronterizos, más policías, un
mayor nivel de alerta antiterrorista...; toda precaución
parece poca ahora mismo en previsión de un posible atentado.
Ceuta ya estaba en nivel 2 de alerta antiterrorista desde
que comenzó el juicio por el 11-M, aunque los atentados de
Argel y Casablanca han hecho necesario reforzar aún más las
medidas de seguridad. Para empezar, la Delegación del
Gobierno ya ha anunciado su intención de vigilar “más de
cerca” a los aproximadamente 20.000 marroquíes que cada día
entran en la ciudad para trabajar vuelvan al país vecino al
final de su jornada laboral. Según fuentes de la Delegación,
es “casi imposible” obtener la garantía de que los miles de
marroquíes de Tetuán que entran a diario en Ceuta sin visado
vuelvan a cruzar la frontera por la noche, ya que “no se
puede establecer una causa general e invadir viviendas para
controlarlo”.
“Se está haciendo un esfuerzo permanente por parte de las
Fuerzas de Seguridad en ese sentido”, señalan los
consultados. Dos patrullas Águila de la Jefatura Superior de
la Policía se encargan de hacer rondas por las barriadas más
cercanas al paso fronterizo del Tarajal, el Príncipe Alfonso
y el Príncipe Felipe para localizar a quienes infringen la
normativa y continúan en territorio español después de la
medianoche.
Las Fuerzas de Seguridad saben que “no todos, pero sí
algunos de ellos”, forman parte de grupos dedicados a la
delincuencia en la ciudad autónoma, aunque lo que preocupa
realmente es la posibilidad de que algunos de los implicados
en los atentados intenten huir de la Gendarmería marroquí
cruzando la frontera. De hecho, esta misma semana, después
de la primera cadena de atentados suicidas, los controles en
la frontera del Tarajal se elevaron considerablemente.
También se han reforzado los servicios de Extranjería,
Información e Inteligencia, por lo que ahora mismo, para una
población de 75.000 habitantes, hay 1.000 agentes de las
Fuerzas de Seguridad.
Otro tanto ha hecho la Policía del Reino alauita, cuyos
controles en las carreteras que llevan a Tánger y la antigua
capital del Protectorado español se han multiplicado por
cuatro en los últimos días. Las delegaciones diplomáticas
españolas en el norte de África y las sedes de algunas
empresas españolas permanecen, además, en estado de máxima
alerta por recomendación del Ministerio de Asuntos
Exteriores.
A este lado de la frontera, los ceutíes no dudan de que
si un día la amenaza terrorista se concreta, muchos huirán.
Hace mucho que es vox populi que las inversiones en segundas
residencias, e incluso en primeras, se destinan a la
adquisición de propiedades fuera de la ciudad porque, como
dicen algunos, “nunca se sabe lo que puede pasar”.
La pasada Semana Santa, por ejemplo, la virgen de la
parroquia del Príncipe ardió por culpa de una vela, pero la
casi insoportable tensión social que hay latente en la
ciudad puso en lo peor a muchos.
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