Nuestros pasos nos dirigen hacia Calamocarro, una de las
zonas verdes más importantes de la Ciudad Autónoma. Dejamos
atrás la carretera para adentrarnos en los caminos de
tierra, que en motocicleta, se hacen menos pesados. Buscamos
las huellas que el hombre ha estampado en los montes ceutíes
sin respetar los senderos naturales y provocando grietas
artificiales que degeneran el terreno. Muchas motocicletas y
quads que recorren la zona han deteriorado las laderas.
Pasamos por la ‘Chocolatera’ y observamos cómo el paso de
motocicletas ha dejado profundos surcos, que con las
precipitaciones, pueden acarrear inundaciones al acabar con
la vegetación que filtra, frena y canaliza la lluvia. Apenas
unos metros más adelante las marcas de las ruedas de las
motocicletas evidencian cicatrices más recientes sobre el
terreno.
Entramos en la zona de especial protección para las aves,
lugar de interés comunitario ‘Calamocarro-Benzú’. La vista
es impresionante.
Los helechos anuncian a voz viva que estamos en los aledaños
del Fortín de Anyera. Aparcamos la motocicleta a un lado del
camino y subimos a pie hacia el monumento. El sendero
natural zigzaguea en torno a la cumbre pero las grietas que
han dejado las motocicletas y los quads en el terreno se han
trasformado en gran hendiduras en la piel del monte, que
dificultan el tránsito de los excursionistas. La subida
requiere pericia y un estado de forma aceptable. Seguimos la
senda que han dejado tras de sí las motocicletas y los quads
para llegar hasta el fortín de Anyera. La bajada es más
llevadera, antes de ponernos en marcha de nuevo, dejamos a
un lado el conocido ‘paseo de los elefantes’.
Nuestro periplo está llegando a su fin, pero antes visitamos
el Fortín de Mendizábal. La carretera de entrada está
plagada de enseres y escombros en el margen derecho. Han
depositado indiscriminadamente restos de obras, muebles
viejos y piezas de electrodomésticos. Frente al monumento se
mastica el contraste de esta zona del mundo, a la izquierda
el azul del mar y a la derecha el verde de la montaña. Ayer
eran caminos solitarios, sólo nos cruzamos con algunos
ciclistas. Hoy, quizás el medio natural que esconde Ceuta se
conozca un poco más y al volver sobre nuestros pasos nos
encontremos con más excursionistas y aficionados al
senderismo.
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‘Septem Nostra’ defiende la puesta en marcha de un plan de
ordenación
El presidente de ‘Septem Nostra’,
José Manuel Pérez, defiende la puesta en marcha de un plan
de ordenación de los espacios protegidos que regule este
tipo de actividades. Hace hincapié en la necesidad de que el
Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) en el que se está
trabajando contemple un apartado dedicado a este asunto de
“máximo interés”. Y por su puesto que, una vez aprobado, se
lleven a cabo las correspondientes actuaciones. Pues,
precisa que sólo se han cumplido un 35 por ciento de las
intervenciones previstas en el actual PGOU. “Nosotros en su
momento hace unos años nos unimos a varios vecinos de
Calamocarro y a la Sociedad Española de Ornitología (SEO) en
Ceuta. Hicimos un llamamiento conjunto para impedir el
tránsito de motos y quads en las zonas protegidas que se
contemplan la Red Natura 2000”, dijo.
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