Cuatro detenidos (dos hombres y dos mujeres) de una misma
familia es el balance del operativo policial desplegado en
la madrugada del sábado en un local de alterne próximo al
estadio municipal ‘Martínez Pirri’ con lo que se conluye una
investigación abierta tras el hallazgo de una joven que,
presuntamente había sido secuestrada, amordazada, violada y
abandonada en los montes de García Aldave. Suceso éste que
derivó en la detención de un hombre al que acusaba
directamente la presunta víctima
Tanto el secuestro como la violación había sido una trama
montada para inculpar al detenido.
La historia es complicada y la maquinación urdida podría
haber culminado con un inocente puesto a disposición
judicial. Pero vamos por partes. Hablamos del local, antiguo
Bar 54, conocido prostíbulo actual de la ciudad. Pues bien,
los ahora detenidos buscaban ‘eliminar’ al dueño del
edificio, M.M. quien llevaba años intentando desalojar a los
inquilinos del local de alterne. En su día, el propietario
del inmueble alquiló lo que era un bar-restaurante en los
bajos del edificio a un individuo que tras dos años de pagar
religiosamente las mensualidades, dejó de abonarlas. Éste
había contraído matrimonio con una musulmana y ‘subarrendó’
posteriormente a la hermana de su esposa -junto al marido de
ésta- el local que convirtieron en el prostíbulo actual.
Desde entonces, M.M. propietario del inmueble pleitea contra
los que consiguieron convertir una parte de su propiedad en
un ‘tugurio’. Los vecinos del lugar han descrito a El Pueblo
de Ceuta las contínuas orgías que se veían por las ventanas
interiores, las peleas, los ruidos...
El dueño del edificio, recientemente, acometió obras
generales para poner en valor el inmueble de su propiedad.
Desde hace un año aproximadamente el juzgado ordenó el
desalojo del local dando así la razón a M.M. Aún así, los
‘inquilinos’ no abandonaban el lugar.
El propio M.M cortó la luz y retiró el cartel del Bar de la
fachada principal. Hecho éste que indignó a los
‘inquilinos’; todos ellos familiares y dedicados
presuntamente a la trama mafiosa de la prostitución.
Era un estorbo
De este modo, M.M se había convertido en un estorbo para
este particular ‘clan’, por lo que idearon un plan que, al
parecer no les era muy desconocido. Amenazaron a una de las
prostitutas ‘trabajadoras’ del localuna joven marroquí- para
que argumentara ante la Policía que M.M. la había
secuestrado, amordazado y violado.
La amenaza consistía en hacer lo que el ‘clan’ decía o podía
peligrar la vida de un hijo de ésta de ocho meses -a quien
retenían- así como la de ella misma.
Dicho y hecho. La joven fue preparada para la farsa. La
amordazaron y la dejaron en una de las cunetas de la
carretera de García Aldave. Tenía atados los pies y las
manos y cayó por un pequeño terraplén cuando la abandonaron.
Se cree que ellos mismos avisaron a la Policía de la
presencia de una mujer en aquella zona. Los agentes
-efectivamente- la hallaron tras el aviso. Fue ingresada en
Urgencias con un fuerte shock.
Las pruebas forenses determinaron la ausencia de violación,
lo que no concordaba con la versión (hasta tres distintas)
que habría dado la presunta víctima. Eso sí, dio pelos y
señales de M.M. al que acusó formalmente, por lo que los
agentes procedieron a su detención.
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La Policía protege a la prostituta que el clan mafioso había
amenazado
La joven marroquí que había sido
amenazada con la vida de su hijo y de ella misma sino se
avenía a participar del montaje con el que eliminar a M.M.
imputándole un delito de secuestro y violación, no supo, ni
pudo mantener una versión coherente sobre los hechos que
ella misma había denunciado. El médico forense determinó que
la joven no había sido violada y ella misma se contradijo en
algunas de sus declaraciones cuando tuvo que explicar a la
Policía lo sucedido.
Finalmente pudo contar la verdad. Todo había sido un montaje
para ‘enmarronar’ al dueño del edificio y ‘quitarlo de
enmedio’ para que dejase de molestar dado que lo que el
propietario buscaba era expulsar a estos individuos del
local y volver a ponerlo en valor.
La joven marroquí temía por su vida y por la de su hijo, de
tal modo que la Policía se encarga ahora de su protección.
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