Las segundas actividades profesionales están a la orden del
día en el ámbito militar.
No es difícil encontrar suboficiales e, incluso, oficiales
ejerciendo labores profesionales en el ámbito civil; algo
que absolutamente legal, sin duda, pero que chocaría en el
caso de que por el conocimiento de ciertas informaciones al
contar con acceso privilegiado derivaran en un
enriquecimiento personal.
Tal es el caso por el que el agente de la Guardia Civil
acabó cesado de la Unidad de Inteligencia, aun cuando en el
argumentario de su cese figurara la comúnmente empleada
‘pérdida de confianza’.
La venta al sector privado de algunos terrenos militares
habría sido el definitivo desenlace de la caída del agente
de la Unidad. Según datos a los que ha tenido acceso El
Pueblo de Ceuta, a finales de 2004 ciertos mandos conocían
perfectamente el destino de algunas parcelas militares, como
la de Las Balsas. Información que ‘filtrada’ interesadamente
a alguna promotora privada redundaría en algún beneficio
económico.
El conocimiento de esta práctica fue ‘sonada’ en la época.
El movimiento sísmico en el interior de la COMGE no salió
tanto a la luz como este último, pero sí coincidió en el
tiempo con el cese de uno de los implicados, en quien recae
ahora la sospecha de ser el artífice de la filtración sobre
el ‘espionaje militar’ a civiles, tal y como una
investigación interna por parte de la Justicia Militar
precisa para acusar, en todo caso, de un presunto delito de
revelación de secretos.
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