El caso del espionaje militar en Ceuta sufre una nueva
vuelta de tuerca. La revista Interviu publica varios
documentos que evidencian prácticas sujetas al llamado Plan
Permanente de Inteligencia del Ejército de Tierra, que se
dictó desde Madrid en 2002 y se impulsó a raíz de la crisis
de Perejil.
Los documentos habían llegado a las manos de Tomás Partida
mediante una fuga de información aparentemente desde el
Grupo Operativo de Seguridad del Ejército de Tierra formado
por varios guardias civiles y militares donde el ambiente
interno no era el deseable desde las primeras disputas
sucedidas entre un ex miembro del GOSET, J.E. y los mandos
de la Segunda Sección. Situación insostenible, como se ha
calificado por parte de algunos de sus agentes.
Ya no es una novedad que el espionaje militar ha estado
confeccionando y manteniendo una base de datos con
información de políticos, líderes sindicales, vecinales y
sociales de Ceuta. La nota emitida desde el Ministerio de
Defensa anticipándose a lo que, por entonces, sólo era un
aviso de rumorología en torno a que se habían filtrado
documentos internos, destapó una particular ‘caja de
Pandora’ que ha encontrado continuación en el semanario en
cuestión que contactó con el poseedor de tales documentos
para sacarlos a la luz pública nacional.
Con los datos obtenidos por agentes de la Guardia Civil al
servicio del Ejército de Tierra, la Comandancia General de
Ceuta mantenía un archivo denominado INTE, siglas que
corresponden a la expresión “Integración en Territorio
Enemigo”. Una base de datos en la que existirían
filiaciones, fotos, datos personales, religiosos y políticos
de cientos de ciudadanos de Ceuta, algo que ya es, por
cierto, de dominio público.
Como El Pueblo de Ceuta ha venido publicando, estas
prácticas no se corresponden sólo a la última época en la
que, como medida ‘quirúrgica’ se ordenó el cese del teniente
coronel Albarracín, sino que anteriormente con otros mandos
al frente de la llamada Segunda Sección, las prácticas eran
una circunstacia común.
Luis Alejandre, Jefe del Estado Mayor del Ejército en 2004
reconoció a Interviu que no era consciente de estas
prácticas pero sí dijo que en aquella época “se habían
colado en el Ejército gente peligrosa a la que se debía
investigar, sobre todo en Ceuta y en Melilla, pero no me
consta que se investigara a civiles. De haberlo sabido,
hubiera ordenado el cese de esa actividad”, explicó el ex
JEME a la revista. Alejandre se atrevió a describir las
sensaciones que tuvo durante los momentos tensos que le
condujeron a un intempestivo relevo del mando: el Ex JEME
sintió las deslealtades, las venganzas, los celos, las
mentiras interesadas y las manipulaciones informativas. Algo
parecido a lo que le habría sucedido al teniente coronel
Albarracín quien se recupera en Sevilla tras un intento de
suicidio.
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