Era ya mediodía y habían llegado a la Estación Marítima los
primeros autobuses procedentes de Marruecos con pasajeros
que se disponían a tomar un ferry para desplazarse a la
península y regresar a sus lugares de origen.
No llevaban ni diez minutos allí y en sus miradas se podía
ver la desesperación y la pena porque estos cientos de
viajeros se dieron cuenta de que sin quererlo habían añadido
una nueva carga a sus equipajes, el infortunio.
Estos esperaban como ‘agua de mayo’ al ferry de las 17.00
horas. El barco de Acciona- Trasmediterránea era la última
esperanza para no hacer noche en Ceuta y a eso se aferraban.
Pasaban las horas de espera y no quedaba ni un hueco libre
en la estación. Los bancos, esquinas y apoyos eran un lugar
privilegiado. Finalmente la marejada no remitía y la naviera
decidía que no se daban las condiciones para salir al mar.
El gozo de los 600 viajeros en un pozo.
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