La sobriedad en el entorno familiar determina el Aid El Adha
o El Kebir (conocida también como la fiestas del cordero),
que se celebra 40 días después del Ramadám y que este año ha
venido a coincidir con la de fin de año, en plena Navidad
mezclándose así el mundo musulmán y el cristiano. Pero esa
coincidencia está en la exégesis misma de ambas culturas
religiosas, en el lugar mismo donde confluyen las grandes
religiones monoteístas, procediendo -asimismo- una buena
parte de sus liturgias y de ritos que, antropológicamente,
coinciden con culturas anteriores.
Aid El Adha o El Kebir, es la mayor de las fiestas del
calendario lunar musulmán, y viene a conmemorar el hecho
significativo que representa al profeta Abraham (Ibrahim) a
punto de sacrificar a su hijo por su fe, sustituyéndole en
última instancia por un cordero, tras la fragrante prueba de
fidelidad demostrada hacia su Dios; precisamente, este hecho
significó la ausencia de sacrificios humanos en las
referidas religiones monoteístas, quedando conformado en el
mundo musulmán que Ibrahim era hanif y que buscaba a Dios
“siguiendo el corazón y apartándose de los ídolos, y que
habría de fundar un templo -la Kaaba-, y que lo levantaría
con sus manos” como reflejan sus escritos.
Durante el pasado día 31 -del recién desaparecido año-,
Ceuta vio a los musulmanes que viven en la ciudad, asumir
esta tradición proporcionándoles carpas revisadas
higiénicamente para la matanza en barriadas como Benzú,
Príncipe Felipe, Príncipe Alfonso, Miramar bajo, San José de
Hadú, Pasaje Recreo, del Ferrocarril y, finalmente, en el
Matadero Municipal en los Rosales, donde se sacrificaron 130
corderos. Además, en las casas con plantas bajas se
desarrollaron las respectivas matanzas en cada una de las
familias que pudieron realizarlas.
“Es una celebración sobria, honda. Una fiesta reconfortante
en la que cada creyente bebe el agua de la vida y se esponja
con ella y recapitula sus actos y sus intenciones para
impregnarse de las nobles cualidades de Ibrahim, a quien se
conoce entre nosotros como ‘el amigo íntimo de Allah’,
porque sus miembros físicos y sus facultades están
impregnados de lo Absoluto” argumentan los musulmanes,
quienes abundan en su transcendental idea diciendo
“podríamos resumir sus cualidades en una fundamental: no
poner trabas a la voluntad de Allah; dejarse atravesar por
Él como el cauce de un río por el agua, y llenarse de Su
designio hasta la identificación. Ibrahim, el amigo íntimo,
hanif, sometido, es el ejemplo perfecto que se nos propone
en esta hora del Id al Kabir, la fiesta mayor, que festeja
el establecimiento de la ley que protege la vida humana y la
fusión del ser puro del hombre con sus anhelos de
perfección”.
Ceuta (la de los seguidores de hanif), en la jornada del 31,
estaba perfectamente identificada con todo su entorno;
saliendo por la frontera del Tarajal y haciendo la primera
parada en Castillejos, la realidad de sus barrios era la
misma: fogatas donde los corderos habían sido descuartizados
para el alimento familiar; o las pieles amontonadas en las
puerta de las casas de Tetuán, mientras la carretera no
registra apenas movimiento en su tránsito para Tánger, donde
el zoco alberga muchachos asando las cabezas de los corderos
y los hombres, protagonistas supremos de las operaciones,
distribuyen cada parte y organizan la matanza.
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