Una nota de prensa fechada el día 22 de los corrientes
comunica la siguiente noticia: “Un alumno de unos 14 años de
edad de un IES de Málaga, agredió a su profesor en lo que
suponía el segundo día de clase del presente curso”. Los
hechos se produjeron el pasado lunes, cuando el alumno
arrojó un objeto contundente al docente a la cara, y éste,
al agacharse, sufrió una lesión en la espalda… Tras la
agresión, el profesor se dirigió a la Policía Local para
poner una denuncia… Tras ser identificado el alumno, la
Policía se dirigió a su domicilio, donde comunicó a la madre
lo ocurrido y que los hechos se han puesto en conocimiento
de la Fiscalía de Menores… Ahora corresponde al propio
centro educativo, el que, a través de la Comisión de
Convivencia, estudiará el caso, y hará una propuesta, “o
bien sanción o cambio de centro”.
No cabe duda que el comienzo del curso, con esta agresión,
augura que el 2006-07 estará marcado por la violencia y el
acoso escolar. Recordemos la agresión que sufrió un profesor
de Valencia, finalizando el curso anterior. El caso todavía
se está investigando, aunque todo hace suponer que fue un
alumno de su clase, que le agredió dándole paliza. Después
de varios días en estado de coma, falleció.
Ya se colocan carteles en las calles con la fotografía de
algún profesor y la inscripción: “Se busca, vivo o muerto”;
se apedrean sus domicilios; se destrozan las ruedas y rayan
las carrocerías de sus coches; se queman sus vehículos; se
agrede por parte de la familia de los alumnos… Los ataques
físicos son una realidad, los verbales-insultos,
descalificaciones, faltas de respeto… incontables. Según un
informe presentado por una Central Sindical, uno de cada
diez profesores de Secundaria ha sufrido alguna vez
agresiones físicas, y siete de cada diez, ataques verbales.
De este modo, el 73% de los docentes han padecido durante su
carrera alguno de estos comportamientos violentos, sobre
todo por parte de alumnos de entre 12 y 16 años. Las
agresiones verbales se viven en las aulas con diferente
intensidad. El 79% de los profesores lo padecen
repetidamente, el 12% frecuentemente y el 8% todos los días.
La falta de respeto es otra de las actitudes negativas que
muestran los estudiantes de forma habitual, de tal forma que
ocho de cada diez profesores encuestados declaran haber
padecido este problema, sobre todo mientras imparten las
enseñanzas en clase, pero también fuera del centro y del
horario escolar. Y en este sentido apenas se aprecian
diferencias entre Primaria y Secundaria, es decir, tanto lo
hacen los alumnos de mayor como de menor edad.
Sin embargo, en Primaria -6 y 12 años- algunos porcentajes
se reducen. Por ejemplo, el 7% del profesorado ha sufrido
ataques físicos y el 47% agresiones verbales. Claro que a
edades tan tempranas no surgen tantos conflictos por parte
de los alumnos, aunque sí se hacen más relevantes los que
proceden de los familiares.
¿Cómo repercute en el profesorado todo este tipo de
situaciones? Le ha pasado factura. De hecho, el 62% declara
haber alterado su vida habitual tanto en la esfera académica
como en la personal. No en vano, casi la mitad de los
docentes admiten estar desmotivados para acudir a clase y un
12% reconoce que siente miedo al entrar en las aulas. Pero
el panorama causado por estas manifestaciones de violencia
puede agravarse hasta el punto de solicitar una baja médica.
Es lo que se han visto obligados a hacer uno de cada cinco
profesores de Secundaria como consecuencia de algún tipo de
agresión.
Mal asunto. Bajo mi punto de vista, la solución está muy
lejos de conseguirse. La situación cada día va a más. Sin
embargo, por parte de un Sindicato, con objeto de resolver
los problemas de convivencia e indisciplina escolar, para
ayudar a los docentes, se puso en marcha el Teléfono del
Defensor del Profesor, servicio abierto a todo el
profesorado y atendido sin interrupción por un equipo de
psicólogos. El Servicio es pionero en la Comunidad de
Madrid, y se abordan los problemas más graves que tienen los
profesores, víctimas de situaciones de conflictividad y
violencia en las aulas. Constituye la primera medida de
apoyo ante la indefensión del profesorado, una llamada de
atención sobre el problema de la violencia escolar.
El Teléfono del Defensor del Profesor recoge datos como que
el 70% de los profesores denuncian la imposibilidad de
impartir clase, el 20% confiesan ser víctimas de agresiones
verbales y el 10% restante refleja agresiones físicas. El
último porcentaje aumenta, no de manera alarmante pero si
destacable. Todo ello tiende hacia una mayor concienciación
social y la reacción de las administraciones educativas, que
–ya es una realidad- se ha plasmado en el Plan de Mejora de
la Convivencia Escolar, que tendrá que desarrollarse y
acompañarlo de otras medidas. Pero es necesario que los
padres también se unan a él.
Por otra parte hay que seguir insistiendo en el
reconocimiento del docente como autoridad pública. Que
agredir a un profesor no sólo sea un acto contrario a la
convivencia, sino también contra la autoridad. La sociedad
tiene que saber qué conductas violentas deben tener una
mayor sanción y también una mayor rapidez al imponerlas.
Además de las medidas punitivas existen otras preventivas.
¿Y nuestros alumnos? Hay un informe demoledor: uno de cada
cuatro alumnos sufre acoso o violencia escolar a partir de
los siete años. Y, el 60% de los acosadores acabarán
cometiendo un delito antes de los 24 años.
El estudio “Violencia y Acoso Escolar en España”, a mi
juicio es demasiado alarmista. Los autores del Informe
indicaron que sólo la cuarta parte de los que confiesan
haber sufrido algún tipo de agresión se encuentra en
situación límite. Es decir, es población con riesgo a caer
en estados de ansiedad, depresión o baja autoestima, e
incluso de mayor gravedad.
El estudio revela que el riesgo de sufrir acoso escolar se
multiplica por cuatro en niños con 7 u 8 años y disminuye
progresivamente hasta el Bachillerato, etapa esta última en
la que el porcentaje de acoso en las aulas (en torno al 11%)
coincide con el acoso que se produce en otros ámbitos, como
el doméstico o el laboral.
Esperemos el devenir de los acontecimientos. Violencia entre
alumnos-profesores y entre alumnos, es una realidad. A
todos, en primer lugar a las Administraciones, corresponden
arbitrar medidas para contener estas situaciones. ¡Que
acabamos de empezar!
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