Los más jóvenes probablemente no
lo habrán conocido o no lo recordarán. Muy por el contrario,
para mi generación y anteriores El Caso fue un hito del
llamado “periodismo negro”. ¿Qué? ¿Qué está gruñendo ese
carcamal desde el rincón de la barra? ¿Qué se trataba de un
periódico macabro y sangriento de ínfima calidad literaria?
¡Se calle abuelo, se tome usted su carajillo y no incordie!.
Porque El Caso era mucho Caso y solo he encontrado algo
equiparable en la prensa europea en el estremecedor tabloide
italiano llamado “Cronaca Nera”, que yo leía con auténtica
fruición y traducía en las clases de la lengua del maestro
Fellini, cuyas películas en versión original fueron la
simiente de mi aprendizaje y de mis afanes por dominar el
italianini. ¿Qué hablado por varones es un idioma que suena
muy maricón? Ustedes no mienten, pero los dialectos
siciliano y sardo son menos afeminados y el veneciano es
como el andaluz cultureta, pero hablado en el idioma de
ellos.
Pero el asunto no va de bilingüismo, sino de los truculentos
sucesos que aparecían en los años setenta y creo que hasta
en los ochenta, en cada página de El Caso. Lo cierto es que
existía una sola cadena y Prado del Rey atendía cutremente a
toda la realidad nacional, corresponsalías las menos, no
recuerdo tertulias ni tertulianos y para informarse de lo
acontecido en la España profunda que no asomaba a las
seiscientas veinticinco líneas del telediario, había que
comprar el periódico en cuestión, que era puro
sensacionalismo de aquellos tiempos y página tras página,
chorreaba sangre y desgracias.
No obstante, eran desgracias menos desgraciadas que las de
ahora que estamos globalizados y sobresaturados de
información. Tal vez porque antaño éramos más duros y
estábamos casi asilvestrados, la incultura ya se sabe que
presenta como principal característica una sensibilidad
primaria y distinta, poco evolucionada. Evolución, progreso,
culturización ¿O es que hace tanto que se fraguó la primera
ley contra la violencia de género? Hace cuatro días, tras un
auténtico boom informativo sobre casos sangrantes y
sangrientos de violencia de género. Hubieron de ponerse
sobre la mesa a muchas mujeres muertas y huidas de sus
domicilios a centros de acogida para que, ante el auténtico
clamor social, el Ejecutivo reaccionara. De hecho, los
programas de televisión y la opinión de los televidentes
cuentan mucho a la hora de que, los Poderosos, tomen
decisiones trascendentales. Siempre se ha dicho que, el
noviazgo entre el Príncipe y la modelucha de supermercado
noruega Eva Sannun, se lo cargaron las marujas en las
tertulias televisivas donde, Ana Rosa les preguntaba si les
gustaba la tiparraca y el mujerío aullaba un ¡Nooo…!. De ahí
que Felipe, la segunda vez que ennovió, lo hizo con el
anuncio oficial del compromiso, sin dar tiempo a que se
comenzara a crear y a expresar opinión. ¿?.
De los sucesos más trágicos nos enteramos ahora, en un
diferido casi directo, por todos los canales de televisión,
existe una revista del género pero no es gran cosa ni
resulta divulgativa, expresa hechos de los que ya nos hemos
enterado con anterioridad. Porque los sucesos televisados
incluyen opiniones y comentarios, entrevistas en los lugares
más calientes, imágenes de los fallecidos, si se tiene
suerte detención del autor o autores, traslado a los
juzgados e imágenes del exterior de las cárceles donde
penarán sus delitos.
De los dramas patrios nos informábamos en su día, malamente
por los pocos periódicos y más ampliamente por El Caso,
aunque, en aquellos tiempos de revolución cultural, no
estaba bien visto el releer un periódico tan morboso, sino
estudiar a Herman Hesse y saberse al dedillo “El lobo
estepario” . una bella deshidratación cultural la de los
años setenta, donde, de la trastienda, los libreros, que
eran toda una institución, sacaban los libros prohibidos por
la censura y no los despachaban ni vendían, sino que
parecían dispensarlo como si ellos se trataran de boticarios
del conocimiento sirviendo fórmulas magistrales en papel.
Hablo de sucesos y de su tratamiento informativo impelida
por la conmoción reinante en Ceuta tras el atroz asesinato
de la pequeña Suhaila y como han volado los corresponsales
de todas las televisiones, que anteriormente habían bebido
de las páginas de este periódico, El Pueblo de Ceuta, para
ofrecer en vivo y en directo cuanto aconteciera. Las
palabras rotundas de la hermana de la niña, una mujer brava
y sensata que parece tener las ideas muy claras, aunar en
ella el pensamiento de todas las mujeres y expresarlo con
raza y con sentido. Y se seguirá informando y el tema será
noticia, porque el público lo pide y a todos interesan las
vicisitudes de una historia que, no comprendo el por que, ha
sido declarada “secreto de sumario” cuando, para enterarse
de detalles y de la magnífica labor forense, basta con
asomarse a internet o a las televisiones. Secreto
contraproducente, porque el pueblo, en este tipo de hechos
terribles, pide claridad y merece claridad, no rumorología
ni pinceladas de crónicas de El Caso, sino declaraciones en
directo del fiscal y todo aquello que contribuya a paliar
los ánimos, porque, de lo contrario, el linchamiento
mediático del asunto está garantizado y el oscurantismo y la
falta de transparencia, disparan las versiones
contradictorias en las que se pasa en pocos segundos de la
irritación y la furia a la calma. Y la coletilla “Mientras
prosiguen las investigaciones” Está tan sobada que se ha
abaratado y me parece que aquí, pocos teléfonos hay
pinchados y pocas cuentas bancarias vigiladas, los hechos
son los hechos y sus resultados, han aunado sensibilidades y
espíritus, sin diferencias de tipo alguno.
En la era de la globalización informativa, el pueblo tiene
derecho a enterarse de todo de primera mano y sin versiones
de tertulias que deforman la realidad y que, hablando, como
se habla, por hablar, todo acaba desvirtuándose, En los
tiempos de El Caso, las noticias eran escasas y las
versionaba un solo individuo, ahora la avalancha informativa
empacha y a veces confunde, porque cada cual suelta su
parecer ante una misma historia.
Creo que hay que ser transparentes con el tratamiento de los
sucesos que espantan y conmocionan, que producen un shock
colectivo, que mueven y remueven conciencias y plasmar sin
miedo a la incorrección política, el sentir auténtico de
cada protagonista, respetando el lugar de una de las
víctimas dolientes en esta historia estremecedora, que es el
pueblo de Ceuta y que son sus ciudadanos, colectivamente
aunados en sentimientos a la familia de la niña asesinada.
¿Qué como hubiera enfocado El Caso esta tragedia? Pues como
eran los antiguos periodistas sin informatizar, con lápiz y
libreta y el pulso tembloroso por el impacto de la tragedia
y, sin remontarnos a tiempos mucho más pretéritos, todo ello
a la sombra del fusilamiento o del garrote vil, que escribir
acechados por esas sombras era hacer malabarismos
periodísticos.
En los tiempos de El Caso, me refiero a los tiempos
primeros, las leyes eran distintas, menos garantistas y más
crueles, infinitamente disuasorias y sin terapias de
reinserción social, sino aplicación de la Ley de
Peligrosidad. La triste historia de Suhaila conmociona hoy,
como hubiera conmocionado entonces solo que hoy se reacciona
pidiendo contención y entonces se reaccionaba con
brutalidad. El Caso, las tertulias televisadas, las coplas
de Jorge Manrique a la muerte de su padre…¡Que verdad es
que, la muerte, siempre hiela el corazón!.
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