El cuarto precepto de los pilares del Islam ya ha comenzado.
El ramadán será celebrado durante todo un mes por la
comunidad musulmana ceutí, alrededor del 40 por ciento de la
población caballa. Aunque no todos llevarán a cabo el ayuno.
Los menores en algunos casos quedarán excentos de éste,
siempre dependiendo de su edad y estado físico, aunque
normalmente aceptan el ayuno de forma voluntaria. Los que
tampoco deben realizar el ayuno son aquellos musulmanes que
sufran algún tipo de enfermedad crónica que los discapacite.
El Ramadán definido literalmente significa ayunar,
abstenerse completamente de ingerir alimentos y bebidas, de
mantener relaciones sexuales íntimas y de fumar, desde antes
del amanecer hasta la salida del sol.
Todas estas prohibiciones meramente materiales conllevan
evidentemente una serie de ventajas en el plano espiritual,
no todas ellas valoradas por la mayoría islámica. “La
recompensa del ayuno se la ha guardado Dios para sí mismo”,
explica Mustafa, presidente de la ONG Luna Blanca, que
además de dar de comer a varias centenas de ‘sin techo’
también instruye en la cultura y la fe islámica. “El que
cumple con el ayuno pero no cumple los rezos está castigando
su cuerpo. Muchos de los musulmanes que acuden aquí están
sin base religiosa. Tenemos la labor de educar a nuestro
colectivo”, dice. Y añade: “Dios no quiere que se le adore
con ignorancia”.
El ayuno o ‘saum’ es uno de los cinco pilares básicos del
Islam. La tradición musulmana simboliza esta imagen como un
“árbol continuamente creciente, de infinita virtud e
invalorables frutos”. Para entender el sentido del ayuno,
uno debe mirarlo desde un punto de vista religioso, aunque
no se deben olvidar tampoco sus connotaciones sociológicas e
incluso económicas. El principio sobre el que se sostiene el
Ramadán es un principio de amor a Dios. El musulmán ayuna
para agradar a Dios y buscar su gracia.
no de los aspectos más interesantes que propicia el ayuno es
el desarrollo de una ‘conciencia vigilante’. El Islam no
contempla la figura del ‘representante de Dios en la
tierra’. No hay una autoridad mundana que verifique u
obligue a guardar la abstinencia. Cada hombre responde
directamente ante Dios, debiendo rendirle cuentas sin
complaciencia.
El Ramadán refuerza aspectos del carácter que tienen su
trascendencia en la vida diaria: inculca paciencia y
altruismo, el dolor y la privación sensibiliza al musulmán
ante las necesidades, modera y desarrolla la fuerza de
voluntad, proporciona una idea de ahorro, reafirma la
disciplina y una idea de supervivencia saludable y crea un
sentido de pertenencia social, de unidad fraterna e igualdad
ante Dios.Otra de las objetivos del Ramadán es reforzar la
comunidad.
Oraciones
Las cinco oraciones diarias, otro de los pilares básicos del
Islam, adquieren un sentido especial durante este mes. El
aspecto comunitario se multiplica, ya que el rezo ha de
hacerse en la mezquita, participando del mismo todo el
grupo. “El musulmán con otro musulmán debe ser como un
ladrillo sobre otro, formando un muro, sólido y unido”,
explica Mustafa, que preside Luna Blanca. “El rezo en la
mezquita está recompensado con 27 grados, mientras que el
rezo en solitario sólo supone un grado”. No cumplir con
estos cinco rezos sin causa justificada es una de las faltas
más horrendas, pero aún es peor ausentarse en el mes de
Ramadán. Para los musulmanes, hay dos tipos de oraciones,
las obligatorias (fard) y las que hacía el profeta (sunna),
estas últimas son voluntarias pero es reprobable
incumplirlas sin motivo aparente.
La primera de las oraciones es la oración que se lleva a
cabo a la salida del alba (salat al fayr), que se realiza al
amanecer, sobre las siete de la mañana. Durante los meses de
Ramadan los fieles acuden masivamente a la mezquita a pesar
de la temprana hora, algo que no es tan habitual el resto de
los meses aunque sigue siendo obligatorio.
La oración del mediodía (salatu-z-Zhur), se efectúa sobre
las 14,15 horas. La oración de media tarde (salatu al assr)
sobre las 17,30 horas. La oración del anochecer (salat al
magreb), se realiza hacia las 19,45 y a continuación se
rompe el ayuno. La oración de la noche (salat al Ichaa)
tiene lugar a partir de las 21,15 horas. Tras la última
oración dirigida por el Imam, se pueden realizar 3 sunnas o
rezos voluntarios, dos ‘sfah’ (par) y un ‘uitr’ (impar).
Para el Islam los números impares tienen una importante
simbología ya que se reducen a Uno, que representa al Dios
único. Antes del rezo del alba (fayr) también se pueden
rezar dos sunnas (rezo voluntario) que se llaman ‘rakhat’.
El calendario islámico es lunar y los meses transcurren
según las posiciones de la luna. De esta forma, el mes
noveno, en el que se lleva a cabo el Ramadan, va rotando y
puede caer en cualquiera de las estaciones, provocando que
la hora de cada oración dependa de las horas de sol que
tenga el día.
Para entrar en una mezquita es muy importante la higiene. Es
obligatorio ir bien lavado aunque no se permite el uso de
afeites ni cosméticos. El olor corporal es considerado una
ofensa a Dios y a la comunidad y la higiene adquiere un
sentido purificador.
La ruptura del ayuno se realiza de forma ordenada y
comedida. La paciencia y moderación de la jornada no debe
romperse de un modo exaltado. La tradición reserva este
momento a un ámbito familiar , aunque también se realiza a
menudo en comunidad. La tradición dicta que ayuno se rompe
con un dátil, aunque esto es una antigua costumbre que
utilizaban los musulmanes del desierto ante la escasez de
alimentos, a día de hoy no debe realizarse de forma
estricta. Después, la típica y nutritiva ‘jarera’,
intentando no romper la frugalidad llevada a lo largo del
día.
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