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OPINIÓN - DOMINGO, 24 DE SEPTIEMBRE DE 2006

 
OPINIÓN / COLABORACIÓN

El agua de Lourdes

Por Flor Garrido


Una vez más, nos encaminábamos hacia una peregrinación maravillosa que iba a transformar nuestras vidas durante unos días de estancia en Lourdes. Tenía la suerte de ser acompañada, ¡oh milagro! por mi marido y mi hija Mercedes, lo cual ya constituía un verdadero regalo que producía una alegría especial en lo más íntimo de mi corazón. Todo tiene una explicación. Quizás el sufrimiento intenso que habíamos vivido meses atrás con la enfermedad de uno de nuestros hijos, hizo que reaccionásemos sin pereza para ir de nuevo al encuentro de nuestra Madre Celestial.

Siempre que vamos llueve en Lourdes. El agua, al contrario de producir incomodo, resulta gratificante, pues es sinónimo de limpieza espiritual y física. Y el Manantial que allí corre a raudales, es fuente de vida, pues como nos dice el salmo: “mi alma, Señor, tiene sed de Ti”. Lourdes es el símbolo del AGUA. “De la roca dura manó agua”.

Y el agua es una necesidad fundamental para el hombre. Por ello, cuando en mitad del desierto comenzó a destilarse una agujita de agua a través de la roca, el pueblo sediento, que comenzaba a rebelarse y a desconfiar, se arrodilló y vio en ella el reflejo de la luz del Señor, origen de la creación. Hoy el agua está a punto de convertirse en un mito por algunas zonas de nuestro querido Planeta, ya que se encuentra en alto riesgo de extinción.

Recordemos someramente la metáfora del Agua en la Biblia: “los israelitas atravesaron el Mar Rojo. En el desierto, por medio de Moisés, salvó Él al pueblo sediento…

Jesús es bautizado en el río Jordán, …El agua de las tinajas en las bodas de Caná, se convirtió en vino… El bautismo con agua introduce al hombre en el Camino de Jesús”. Pero ¡ojo!, no confundamos el valor del agua como signo mágico o exotérico que no nos llevaría a ninguna parte.

“Vete a beber y a lavarte en la fuente”, dijo María a Bernardette. Antes tuvo que escarbar en el fango y embadurnarse de un barro que le repelía y asqueaba. Hay que lavarse, beber en la fuente y llevarse agua para dar a otros. Pues el agua cura milagrosamente en Lourdes. Sana incurables heridas.

Es en la novena aparición, cuando la niña está en éxtasis. Se resiste a beber del fango rojizo, pero al fin bebe y del hilillo de agua que va saliendo, se lava la cara. Esa tarde las gentes del pueblo ya han tomado algunas botellas, y llenas de agua, dan de beber a sus familiares enfermos. Los que la beben sienten paz y alegría. Algunos se curan milagrosamente.

Desde entonces, todo el que va allí a beber, siente que debe volver una y otra vez.

Ese día, bajo las indicaciones de la Virgen María, la niña sacó a la luz el yacimiento del agua. Y María le dijo: “Comerás de esa hierba que está ahí. Vete a beber y a lavarte en la fuente”.

Jesús había dicho a la Samaritana en el pozo de Jacob: “El que beba del agua que Yo le daré, no volverá a tener sed”.

Por esto, la Gruta de Massabielle convierte a todo el que llega con una débil luz que vacila y parece apagarse, en un corazón fuerte, luminoso, capaz de vencer a los monstruos de nuestra corrompida y putrefacta sociedad. Y el arco iris de la confianza y la espera surge con brío en el alma del hombre.

“Como anhela la cierva las corrientes de agua, así te anhela a ti mi alma, ¡oh Dios mío!” Nosotros tenemos que hurgarnos en lo más profundo, buscándonos a nosotros mismos cuando nos sentimos sedientos. Y luego, es primordial dar de beber a otros, como signo de sanación profunda. Que todos los males del hombre son producidos por el hombre mismo: éste, no busca su agua, se seca, no produce y no puede ayudar a los que buscan en la aridez y en la sequía.

“El que tenga sed que venga a mi. El que crea en Mí, que beba… De sus entrañas manarán torrentes de agua viva…”

Y el servicio del Santuario envía cada año más de veinte mil litros de agua del manantial a todas las partes del mundo. Pero, que sepamos bien, esta agua no es un medicamento. Sin la fe no podrá tener efecto alguno. Dios no nos falla nunca y esta agua es un regalo de Dios, un don gratuito a Sus hijos que van a Su encuentro.

Es importante reflexionar todo este acontecer con el símil del agua sobre la Tierra. Hoy, bellos ríos de antaño, cascadas de fuentes alegrándonos con su rumor y frescura, la lluvia suave que hacía crecer a los frutos,… con los humos de la polución, los deshechos, los pesticidas, los diversos residuos, han contaminado el ambiente, infestándolo de enfermedad, convirtiendo el agua en sinónimo de muerte, estragos, daños en las ciudades o escasez y penuria. El agua ya no es virgen.

El hombre lleno de materialismo, da la espalda a la bella Naturaleza que se le ha entregado, y por ende, se empobrece y se extingue. “La vida es un reto y el agua es la vida”. De ahí también, hemos de constatar que miles de millones de seres humanos viven la penuria del agua, mientras que nosotros, al abrir el grifo, disponemos de ella en abundancia, por lo que nuestra responsabilidad y compromiso ha de ser el buscar un reparto más justo, más igualitario si no queremos poner obstáculos a la Vida del Planeta, como elemento fundamental e indispensable en todos los actos cotidianos.

Y Lourdes es nuestro compromiso pues en Lourdes abunda el agua. Y en el mundo espiritual, el agua significa purificación y regeneración.

“Dos jovencitas van cada mañana al pozo del agua. A su regreso habrán gastado cuatro o cinco horas para llenar las vasijas. Por la tarde, vuelta al pozo para las necesidades nocturnas. El pozo es el momento fraternal donde se reúnen los vecinos, se saludan, comentan, se comunican entre sí lo que ha ocurrido en aldeas colindantes… Es el encuentro muy antiguo que la tradición atribuye al milagro del agua.

Y el hombre del desierto, cuando llega a Lourdes, buscando el agua y la descubre, se d cuenta al fin de cuánto bueno puede conseguirse con esta agua que la Virgen quiso que brotara para reunir a Sus hijos del Mundo entero.

Y es que la belleza que produce el chasquido del agua al discurrir era uno de los sones más queridos por los árabes clásicos, pues la paz que produce esta agua cayendo, no se compara con ningún otro sonido místico más que el canto de los ángeles. Y así son las aguas del río Gave en Lourdes: misteriosas e inconfundibles en su música.

Las aguas de la fuente de Massabielle son además símbolo de penitencia, meditación y nuevo rumbo de vida para el hombre que busca lo sencillo y quiere encontrarse a Dios en su interior.

En Lourdes, bañar a los enfermos en las piscinas significa el mismo cumplimiento que hizo Jesús con Sus Apóstoles en el lavatorio de pies. Es humillarse ante los demás y prestarles nuestra ayuda. Y el fango que Bernardette encuentra primero, representa a los pecados que el hombre contrae por falta de amor. Por eso, el rostro de la niña tiene marcado los rasgos propios del sufrimiento, cuando ha de beber en el fanguizal.

Y la Virgen le invita: “¿Quieres comer hierba en señal de penitencia por los pecadores?” El pueblo de Israel celebraba la Pascua, y comía hierbas amargas para recordar su esclavitud en Egipto.

Y sigue invitando la Virgen: “Penitencia, penitencia, penitencia”.

¿Qué significado tiene para el hombre el agua de Lourdes, si no es Jesucristo, fuente de vida y salud? De ahí que esta agua produzca un elevado número de curaciones milagrosas, por medio de la fe, al igual que las curaciones del Evangelio, cuando se acercaban a Jesús los ciegos, los mudos, los leprosos… Y esta agua analizada no es más que agua potable de buena calidad. Agua corriente. De forma que esta agua no deberá ser nunca convertida en un fetiche, ni vendida en tiendas.

Bernardette, como enfermera en Nevers, decía ante la enfermedad: “Vamos a darle agua de Lourdes y rezar a la Santísima Virgen para que la cura”.

Por consiguiente, aunque el agua de Lourdes no es mágica, que produce efectos sorprendentes, espectaculares, ni tampoco es agua bendita, pues para ello ha de tener una bendición del sacerdote, puede, por intercesión de la Virgen María, producir milagros imposibles de comprender por la ciencia médica.

Algunos en la familia hemos tenido el privilegio de bañarnos en estas frías aguas, de emocionarnos hasta casi llorar de alegría por sentir la llamada de nuestra Madre y presurosos, acudir a Su cita. Hemos bebido del manantial hasta saciarnos. Esto nos ha dado fortaleza para esperar otro año más, confiados y pacientes, dispuestos a afrontar cuantas adversidades nos depare el destino satisfechos, por haber contribuido junto con las sonrisas de tantos y tantos enfermos de todas partes, que allí acudieron, a que podamos servir al mundo de algún modo.

Cómo deseo intensamente que nuestra querida ciudad sea un manantial de agua viva, agua que cure los corazones de muchos hombres enfermos por sus múltiples adherencias al materialismo de este mundo y que la Virgen María nos siga cuidando a todos con su infinita paciencia y amor….
 

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