Cuando parecía que la bronca a
Urbaser, por parte de quienes en las barriadas están en su
derecho de reclamar más limpieza en sus calles, y azuzados
éstos también por el periódico decano, se diluía como un
azucarillo, llega la metedura de pata del PP y se arma la
marimorena.
Y he aquí que otra vez, cuando apenas les había dado tiempo
a los dirigentes de la empresa a limpiar los pelos que se
habían dejado en la gatera de las denuncias recibidas por
posibles deficiencias en su tarea, se han puesto a tiro de
la oposición y apenas si han dejado resquicio alguno por el
cual colar la posible defensa de una empresa cuyos
mandamases están dando esos barquinazos de los que este
periódico abomina.
Cuando el lío que se montó por la insistencia de El Faro en
hacernos ver que Ceuta era una ciudad sucia hasta las
trancas y que pasear por su extrarradio era exponerse a
coger todas las infecciones habidas y por haber, aquí
dijimos que todo ello era una crítica acerba y encaminada a
que la empresa cumpliera con unos deberes comerciales que,
al parecer, había abandonado. Pero también dijimos que en
ese periódico debían indagar acerca de cierta gestión que
acaso pusiera al descubierto alguna irregularidad, ajena por
supuesto al editor. Es decir, que a lo mejor éste era
engañado por confiar en la buena voluntad de alguien que
goza de su confianza. Y que el sujeto quizá se aprovechaba
de ella para puentear al jefe en alguna gestión.
Tampoco renunciamos, hace días, a recordarle a la consejera
de Medio Ambiente que sus declaraciones en relación con todo
cuanto había sucedido, llegaron tarde y carecían de sentido.
A las pruebas me remito: a partir de entonces Carolina Pérez
ha ido dando las clásicas camballadas que ya no se ven ni
siquiera en aquellos bebedores que iban de lado a lado y les
faltaba calle para transitar.
Y es que la pobre, por más que lleve muchos años ocupando
cargos que le permiten vivir como una reina, no se ha
enterado todavía de que ante los periodistas conviene tener
muy estudiado lo que se va a decir y, sobre todo, no
perjudicar la imagen del presidente.
La consejera de Medio Ambiente, con sus últimas
comparecencias ante los medios, está dando pruebas de una
ineptitud apabullante. Hasta el punto de haber conseguido el
más difícil todavía, poner de uñas contra Juan Vivas a
quienes hemos estado siempre atento a salir en defensa del
presidente, incluso cuando éste se metió en el jardín de los
pasados carnavales, por mor de las denuncias insistentes,
que hizo el mismo periódico que ha tratado, días pasados, de
crucificar también a la empresa Urbaser.
De cualquier manera, sería injusto culpar de todo lo
negativo a la consejera de Medio Ambiente, mientras algunos
de sus sesudos compañeros no cesan de cometer errores de
bulto que atentan contra la imagen de un presidente ganador
y que no necesita, de ningún modo, que se haya hecho pública
esa encuesta que Sigma2 ha realizado por encargo de Urbaser.
A Juan Vivas habría que decirle aquello de agachate Juan que
vienen los tuyos dispuestos a mutilarte. Da la impresión de
que el presidente no cree que tiene las elecciones chupadas
y que pueda haber alguien que esté maniobrando, bien para
hacer notar o para hacerle daño, de manera equivocada en lo
que respecta a vender la imagen de quien no necesita sino
seguir trabajando en su despacho y esperar que se abran las
urnas para que el pueblo acuda a votarlo masivamente.
No me extraña que por el despacho del presidente de la
Ciudad pase más de un Crissan, es decir, tontos del culo. Y
ya sabe el presidente, y si no yo se lo recuerdo, que los
tontos ni son buenos ni agradecidos. Oído al parche.
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