Dado el auge alcanzado e interés
que demuestran los españoles por la quiniela (la nación con
más participantes en Europa en esta clase de juegos de azar)
a quienes siempre nos interesó el deporte más popular, por
antonomasia, como es el fútbol nos interesa, también, este
juego que organiza el Estado a través del Departamento de
Loterías y Apuestas del Estado (antes Patronato de Apuestas
Mutuo Deportivas Benéficas).
Desde el inicio o puesta en marcha de esta clase de juegos,
se septiembre de 1946 (ahora se han cumplido sesenta años),
no creo que exista español que no haya rellenado un boleto
de apuestas de fútbol en su vida, con el noble fin de
enriquecerse y cubrir un cupo de necesidades económicas que
siempre se tienen o por el mero hecho de poder cumplir
algunos de los sueños que, como seres humanos, se anhelan.
La quiniela de fútbol, de por sí, ha supuesto, aparte del
interés crematístico que se deriva de su participación con
la expedición del boleto cada semana, una especie de
ceremonia los domingos por la tarde, cuando el frío o el mal
tiempo aconseja no salir de casa y nos refugiamos en el
boleto y en la radio para hacerle un seguimiento, partido a
partido, de los quince de que se compone la papeleta, aun
cuando muy pocas veces, dado lo difícil que resulta, se
consigue disponer de un boleto con el pleno al quince. Y
podemos decir lo de aquel otro al que le preguntaron el por
qué le gustaba jugar al póquer si nunca ganaba, contestando
éste que sin ganar le encantaba, así que ganando aquello
tenía que ser sublime. Luego, comprobando los resultados,
viene lo de siempre: la próxima semana será, y se espera que
llegue el día como el de aquel apostante de hace unos meses
que consiguió la respetable cifra de mas de nueve millones
de euros (record en la historia de las quinielas), aunque
tampoco quedaron nada descontentos aquellos dos que
consiguieron pleno (acertando los resultados de los siete
partidos de que se componía el boleto) en septiembre de 1946
que, con motivo de la aparición del juego de la quiniela,
lograron la no “despreciable” cifra de 57.72 euros.
Son muchas las anécdotas y casos que se han dado con los
ganadores de las apuestas de fútbol. En Ceuta recordamos
aquel militar que con su boleto acertado se fue a una tienda
del ramo donde procedió a la adquisición de toda clase de
electrodomésticos (nevera, radio, lavadora, etc.) y luego,
al comprobar el boleto, resultó que no había conseguido el
pleno en las casillas correspondientes. Se había quedado con
trece resultados… Y también recordamos aquél otro que llegó
un lunes a primera hora a la oficina enseñando a los
compañeros su quiniela con el pleno de aciertos. Entonces el
boleto se validaba en el despacho correspondiente con un
sello, en forma de tira, que se pegaba al mismo y, como
justificante, entregaban al apostante la matriz con su media
tira adosada, habiéndose éste entretenido en despegarla y,
copiando los resultados que se exponían al público en una
pizarra al efecto instalada en el bar “El Campanero”, la
pegaba en otro impreso y así hacia ver a sus compañeros que
tenia pleno, en una palabra, que era rico, cuando uno de
éstos cogiéndolo comprobó los resultados y vio que había un
error y, por consiguiente, nuestro protagonista no había
logrado el premio gordo del que presumía. Ni que decir tiene
que éste, enojado, no tuvo más remedio que reconocer que “el
acertar la quiniela era tan difícil, que ni copiándola
salía”.
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