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OPINIÓN - SÁBADO, 23 DE septiembre DE 2006

 

OPINIÓN / PERSONAL Y TRANSFERIBLE

Aniversario de las quinielas
 


Domingo Ramos
domingoramos@elpueblodeceuta.com

 

Dado el auge alcanzado e interés que demuestran los españoles por la quiniela (la nación con más participantes en Europa en esta clase de juegos de azar) a quienes siempre nos interesó el deporte más popular, por antonomasia, como es el fútbol nos interesa, también, este juego que organiza el Estado a través del Departamento de Loterías y Apuestas del Estado (antes Patronato de Apuestas Mutuo Deportivas Benéficas).

Desde el inicio o puesta en marcha de esta clase de juegos, se septiembre de 1946 (ahora se han cumplido sesenta años), no creo que exista español que no haya rellenado un boleto de apuestas de fútbol en su vida, con el noble fin de enriquecerse y cubrir un cupo de necesidades económicas que siempre se tienen o por el mero hecho de poder cumplir algunos de los sueños que, como seres humanos, se anhelan.

La quiniela de fútbol, de por sí, ha supuesto, aparte del interés crematístico que se deriva de su participación con la expedición del boleto cada semana, una especie de ceremonia los domingos por la tarde, cuando el frío o el mal tiempo aconseja no salir de casa y nos refugiamos en el boleto y en la radio para hacerle un seguimiento, partido a partido, de los quince de que se compone la papeleta, aun cuando muy pocas veces, dado lo difícil que resulta, se consigue disponer de un boleto con el pleno al quince. Y podemos decir lo de aquel otro al que le preguntaron el por qué le gustaba jugar al póquer si nunca ganaba, contestando éste que sin ganar le encantaba, así que ganando aquello tenía que ser sublime. Luego, comprobando los resultados, viene lo de siempre: la próxima semana será, y se espera que llegue el día como el de aquel apostante de hace unos meses que consiguió la respetable cifra de mas de nueve millones de euros (record en la historia de las quinielas), aunque tampoco quedaron nada descontentos aquellos dos que consiguieron pleno (acertando los resultados de los siete partidos de que se componía el boleto) en septiembre de 1946 que, con motivo de la aparición del juego de la quiniela, lograron la no “despreciable” cifra de 57.72 euros.

Son muchas las anécdotas y casos que se han dado con los ganadores de las apuestas de fútbol. En Ceuta recordamos aquel militar que con su boleto acertado se fue a una tienda del ramo donde procedió a la adquisición de toda clase de electrodomésticos (nevera, radio, lavadora, etc.) y luego, al comprobar el boleto, resultó que no había conseguido el pleno en las casillas correspondientes. Se había quedado con trece resultados… Y también recordamos aquél otro que llegó un lunes a primera hora a la oficina enseñando a los compañeros su quiniela con el pleno de aciertos. Entonces el boleto se validaba en el despacho correspondiente con un sello, en forma de tira, que se pegaba al mismo y, como justificante, entregaban al apostante la matriz con su media tira adosada, habiéndose éste entretenido en despegarla y, copiando los resultados que se exponían al público en una pizarra al efecto instalada en el bar “El Campanero”, la pegaba en otro impreso y así hacia ver a sus compañeros que tenia pleno, en una palabra, que era rico, cuando uno de éstos cogiéndolo comprobó los resultados y vio que había un error y, por consiguiente, nuestro protagonista no había logrado el premio gordo del que presumía. Ni que decir tiene que éste, enojado, no tuvo más remedio que reconocer que “el acertar la quiniela era tan difícil, que ni copiándola salía”.
 

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