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OPINIÓN - SÁBADO, 23 DE SEPTIEMBRE DE 2006

 
OPINIÓN / EL MAESTRO

¿Menos repeticiones de curso?

Por Andrés Gómez Fernández


Un análisis de la Dirección de Educación de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), da a conocer datos sorprendentes sobre el elevado porcentaje de alumnos que en España han repetido curso al menos una vez: el 28’6 % frente al 13% de la media de la OCDE (15 puntos por encima).

De todos es sabido que esta situación no “beneficia” al estudiante, ya que está más que demostrado que no recupera el retraso; ni para el Estado, pues supone un gasto complementario.

En el Informe “Panorama sobre la Educación 2006” de la OCDE, recomienda a las autoridades españolas que hagan lo posible por reducir ese nivel y continuar sus esfuerzos, para que cada vez más personas terminen los estudios secundarios y prosigan el ciclo universitario.

Por parte del Ministerio de Educación, al menos en este caso, está totalmente de acuerdo. Se indica que, en efecto, nuestro país tiene uno de los índices de repetición más alto de los países desarrollados. Queda el consuelo de países como Francia (38,9), Luxemburgo (37,9) y República Checa (28,5). En el extremo opuesto se encuentran Corea del Sur (0,5), y Japón, Noruega e Islandia que carecen de repetidores.

Recordemos que la normativa española vigente (LOCE), sobre promoción de curso, establece la repetición con tres o más asignaturas pendientes.

El Informe de referencia afirma, por otro lado, que el gasto público español en educación ha tomado una dirección diametralmente opuesta, creciendo menos que el PIB. Se insiste en el dato capital: durante la última década, ha retrocedido la inversión nacional en educación. Cuando la media de la OCDE está sobre seis puntos, en España no se llega a cinco puntos.

Al margen del capítulo financiero, España es uno de los países de la OCDE que ha mejorado enormemente el nivel de educación en los últimos treinta años, y ha conseguido una sociedad igualitaria. Sin embargo, según las mismas fuentes, su “punto débil” es quizás la Educación Secundaria, pues más de la mitad de los españoles no disponen de estos estudios, aunque la situación mejora algo entre los estudiantes más jóvenes; y el 30% abandona sin completar la Secundaria. Sólo México, Turquía y Brasil, tienen tasas inferiores.

La proporción de estudiantes que completan el Bachillerato o los ciclos de grado medio en relación con su grupo de edad, se sitúa en España en el 66% frente al 81% de media de la OCDE. En cambio, los promedios de titulados en estudios universitarios o de formación profesional superior son similares a la media (38 % frente al 31%). La media de tituladas supera en 17 puntos a la de titulados.

El problema educativo de fondo comienza, de hecho, con la adolescencia. Un 6,2 por cierto de los jóvenes españoles de 15 a 19 años no tienen ni formación ni empleo, y están muy mal preparados para competir.

En nuestro país, según datos del Ministerio, se dan dos circunstancias muy favorables, para que se produzcan mejores resultados, y, por lo tanto, la reducción de las repeticiones de curso. Por un lado, la ratio: el número de alumnos por profesor, en España, es inferior a la media de la OCDE. En secundaria, por ejemplo, el cociente es de 10,8 alumnos por profesor (13,3 en la OCDE); por otro lado, las horas de clases obligatorias; por ejemplo; también en Secundaria, los alumnos reciben 956 horas (894 en la OCDE).

¿Qué es lo que produce las repeticiones de curso? Los países que carecen de repetidores, en el ámbito europeo, tales como Noruega, Finlandia, Suecia, Islandia,… presentan un aspecto muy importante: los profesores se aseguran de que ningún alumno se quede atrasado. No dividen a los alumnos entre los que van mejor y los que necesitan más tiempo. Todos los alumnos son iguales. No hay repetidores. No se dejan ninguno atrás. Si se presenta un problema con algún estudiante, lo tratan inmediatamente con todos los profesores, sus padres, el director del colegio y un psicólogo. Pero la atención a la diversidad y la confianza ciega en los sistemas comprensivos frente a los selectivos –es decir, en los sistemas que no separan a los alumnos en función de sus capacidades- no son las únicas claves del éxito de estos sistemas.

Otro factor importante es la inversión. Por ejemplo, en Finlandia se invierte más del 6% de su PIB en educación. Es algo más de un punto de lo que invierte España, aunque representa unas dos décimas más que la media de los países desarrollados. Los resultados, en general, demuestran que el gasto por alumno tiene cierta relación con el rendimiento, pero no garantiza unos buenos resultados, como lo demuestran los casos de Italia y EE.UU que han quedado por debajo de la media (Informe de la OCDE). No se trata, pues, de gastar más en Educación –que también es importante- sino de gastar mejor.

La jornada escolar es de siete u ocho horas diarias. Entre clase y clase hay un descanso de unos diez minutos. Algunas de las asignaturas se pueden elegir, por ejemplo los idiomas. En general los alumnos se inclinan por el Inglés y por el Francés, aunque en la actualidad se ha introducido con mucha pujanza el Español, desplazando al Francés.

No se puede renunciar a la Informática, donde los ordenadores e Internet se han convertido en herramientas de uso diario en las aulas, y que se empieza a enseñar desde el primer curso de escolarización.

Pero, ¿cuál es el verdadero éxito del sistema educativo de Finlandia? Sin duda, los profesores. Están convencidos que sus profesores están mejor preparados que en otros muchos países. Para dar clases se exige una titulación universitaria de carácter superior. Ser sólo maestro de Primaria requiere seis años de carrera en la Universidad. Su formación está dirigida a que, además de perfectos conocedores de la materia que imparten, sean auténticos expertos en pedagogía.

Con la tendencia de la imitación de estos modelos –creo que tenemos que trabajar mucho todavía- conseguiremos reducir las repeticiones de curso, que nos exige la OCDE.
 

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