Me cito con el metijón en el hotel
Tryp y no tengo más remedio que reírme con ciertas maldades
que el Fulano desliza durante la conversación.
-Desengáñate, Manolo, los tontos no son ni buenos ni
agradecidos.
-¿Me puedes decir a qué viene esa aclaración?
-Faltaría más... ¿Cómo se te ocurre darle consejos a ese
pajarraco de Crissan para que no destroce la lengua
española?
-Porque, a pesar de que sea un tonto en todas las versiones
editadas, se me parte el alma cada vez que lo veo haciendo
el ridículo y llenando de lamparones las páginas de El
Faro.
-Me imagino que será porque aún no se te ha olvidado que has
estado allí durante más de diez años.
-Claro. Escribir en periódicos obliga a prepararse, a buscar
cada día la superación, y lo lamentable es que este pájaro
use el decano para servirle de hazmerreír a cuantos son
conscientes de que el tío no deja descansar en paz a
Lázaro Carreter. Menudos saltos debe estar dando el
filólogo en su tumba.
-¿Qué le recomendarías a alguien del cual me dicen que
incluso se atreve a leerle sus artículos a Juan Vivas
en el despacho de éste?
-Si es así, y ha de serlo, pues me consta que estás muy bien
informado, lo primero que se me ocurre es apiadarme del
presidente. Y recomendarle que ese don de gentes, tan suyo y
valioso, evite, al menos, que tontos de ese calibre no lo
martiricen.
-¿Acaso no crees tú que el presidente necesita, de vez en
cuando, reírse por lo bajinis del gachó a fin de olvidarse,
durante algún tiempo, de las muchas preocupaciones que lo
embargan?
-Llevas razón. Es más, sé que Vivas tiene un sentido del
humor extraordinario y es de una burla fina que sorprendería
a mucha gente. Ya que alguien que suele reírse de sí mismo,
y el presidente lo hace, es capaz de quedarse con cualquiera
sin levantar la más mínima sospecha.
-Bien. Pero aún no me has respondido a la pregunta que te
hice: ¿Qué le recomendarías? Porque me consta que tú, aunque
te hayas quedado con la copla de que los tontos no son ni
buenos ni agradecidos, seguro que tratarás de insistirle en
que a ciertas edades, con su escaso bagaje cultural, lo
mejor es que se tape.
-En estos momentos, sólo se me ocurre recordarle el consejo
que nos daba en segundo de bachillerato, David Almorza,
profesor de literatura: “A veces, por ejemplo los lunes,
miércoles y viernes, conviene adquirir la costumbre de mirar
palabras en un diccionario para, de esta manera, ir
aprendiendo el significado de las cosas, para hacer gimnasia
intelectual, para aprender cosas nuevas, para tener
despejada la mente y... para no decir chorradas con faltas
de ortografías”.
-No te hará ningún caso, dado que Crissan es ave de
reconocida pereza natural. Lo que sí hará es volver a dar
muestras de esa soberbia que los tontos sacan a relucir
cuando se les indica que yerran sin interrupción.
-Ah, te refieres a la última excusa que dio por escribir
incorrectamente una locución adverbial, entre otras cosas, y
a mí se me ocurrió ponerle de tarea que la escribiera cien
veces en la pizarra.
-Sí. Le dijiste que la frase correcta era poner a Aznar
como chupa de dómine. Y el hombre, ¡qué pena!, no tuvo otra
salida que proclamar que él se equivocaba a conciencia para
comprobar si ciertas personas lo leían. Más o menos, que era
una escritura trampa para quedarse con el personal. Y el tío
se quedó tan pancho.
-Lo que no entiendo es que Gonzalo Testa,
magnífico periodista, no lo aleccione: es decir, no le diga
que siendo Crissan un pájaro habilidoso para ciertas cosas,
no se percate de que sirve de cachondeo cuando escribe.
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