Pensarán ustedes y piensa
servidora, la maestra liendre, que de ná sabe y de tó
entiende ¿Qué puñetas estaría haciendo en Mogadiscio la
monjita asesinada por los fanáticos hijoputas?. Observé de
refilón su perfil en televisión, pequeña, regordeta, con el
velo y los hábitos. Los ojos cerrados, mismamente como si
durmiera y una expresión de paz infinita en su rostro
mofletudo y gracioso. Ni un rasgo en la cara de la religiosa
muerta, ni un atisbo de ese odio visceral y loco de los
desocupados extremistas. ¿Qué por que les llamo desocupados?
Me den la razón: se pasan todo el día, según vemos,
manifestándose contra alguien y quemando banderas entre el
griterío, con sus pancartas en plan ecológico (los
ecologistas son muy de llevar como pancartas trapos
desaliñados) sus amenazas y sus agravios. Y esta vez, amén
de los gritos y las fulminaciones quemaban efigies bastante
burdas de nuestro Santo Padre Benedicto XVI, ofendiendo
gravísimamente a todo Occidente y a toda la Cristiandad.
Aullar, aúllan mucho, pero para mí que currar, curran poco,
porque se ve que no tienen un horario normal de oficina,
banca, empresa hospital o comercio. Si tuvieran que trabajar
bajo horario sus ocho horas de reloj, como todo hijo de
vecino occidental, apuesten algo a que les quedaba poco
tiempo para montar ordalías. Para mi que, esos tipos,
profesionales de las manifestaciones antioccidentales y tal,
son mayormente los gandules irredentos del pueblo o de la
ciudad, que se apuntan a un bombardeo con tal de no fichar y
dar el callo. Lo cierto es que, ni impresionan ni asustan en
su primitivismo, sencillamente causan rechazo y desagrado y
espantan al turismo como hipotética fuente de ingresos.
Pero ¿Qué haría esa monjita en Mogadiscio? Les aseguro que
ni ir a bares ni ir a bingos, estaría currando lo que no han
currado en su vida los profesionales del alarido y la
pancarta pringosa, ayudando, ejerciendo su pequeña labor de
hormiguita del Buen Dios con los más desamparados y llevando
una luz de caridad y de felicidad entre las sombras. Y los
hijoputas asesinaron a la mujer santa, tratando en su cólera
endemoniada de golpear a un Occidente al que envidian hasta
caer en la demencia más atroz. En verdad nos golpearon donde
más duele. Tal vez por ello, los amariconados europeos, con
perdón de los maricones que son personas dignísimas siempre
que no se vistan con tanga de cuero o de lagarteranas, los
mariquitusines europeínes a los que parece que les han hecho
una liposucción en los cojones, con perdón del símil y se
los han dejado como pasas malagueñas, arrugaíllos o como
pimentillos secos, prefieren no hablar de la monjita y no
remover el tema a nivel institucional “Dejadlo pasar” Deben
decir desde arriba ¡Y una mierda! Respondemos desde abajo.
Porque la monjita es “nuestra” y su asesinato nos empobrece
a todos los cristianos y la afrenta es absoluta.
Grandes afrentas en estos días locunos donde, los
palestinos, grandes chupópteros de las ayudas de Europa, nos
han quemado nuestras iglesias y supongo, suponemos, que eso
va a significar que se cierre el grifo definitivamente, por
desagradecidos y por desgraciados. No se puede morder
impunemente la mano que te da de comer. Desde el Palo se
diría, en el habla de aquí “¡Majetes, se vais a enterá y se
vais a comé los mocos!¡So degeneráos!”. Y todos esperamos
que, el movidón anti-cristiano y el próximo viernes de
múltiples convocatorias de manifas, haga cerrar
definitivamente el chorreo de parneses de Occidente, porque
está visto y bien visto que no merece la pena despilfarrar.
Lanzo mis fulminaciones con indignación y me atempero cuando
mi hermano Hamadi Amar Mohamed, un islámico humanista y
racionalista, un auténtico hombre del Renacimiento, me envía
un artículo bellísimo para que, las aguas de mi ira vuelvan
a su cauce. Trascribe mi hermano espiritual y mi colega
dialéctico la disculpa de el Santo Padre y continua diciendo
“Esta ha sido la disculpa sincera del Papa Benedicto XVI,
como musulmán la acepto, hasta el Santo Padre ( inciso,
trata a Su Santidad con una elegancia sin límites) se puede
equivocar, por eso es bueno reflexionar siempre lo que se
lee en voz alta, ya que, como dice el Santo Padre “se
trataba de una cita de un texto medieval” eso mismo es la
Yihad, por eso voy a dar mi opinión sobre la locura humana
de luchar y matar: Entiendo yo que, el Islam dice sobre la
guerra: El Islam permite que uno luche en defensa propia, en
defensa de mi Religión, porque alguien intente que yo
renuncie a ella por la fuerza, o por los que han sido
sacados a la fuerza de sus hogares. Pone leyes estrictas de
combate que incluyen la prohibición de dañar a las personas
civiles y la destrucción de la naturaleza. El Santo Corán
dice “Pelea por la causa de Dios en contra de los que te
pelean, pero no debes transgredir los límites, Dios no ama a
los trasgresores” Corán 2:190. El término sobreasado
últimamente; jihad o yihad que literalmente significa
“lucha” y no “guerra santa” como toda prensa o persona con
islamofobia expresan, no se encuentra en ningún lugar del
Santo Corán. Jihad, dentro de un concepto Islámico, puede
ser a nivel personal lucha interior en contra del mal que
está en uno mismo; lucha para la decencia y bondad en un
nivel social; y lucha en el campo de batalla si es
necesario”
Así escribe Hamadi Amar Mohamed, mi sempiterna referencia
del Islam cultivado y racionalista de raíces netamente
humanistas. Calma y da gusto meditar sobre sus palabras, que
son las de un auténtico fanático de la paz, del
entendimiento, del diálogo intelectual y de la concordia. Y
me digo ¿Existen muchos Hamadis Amar Mohamed? ¿O son minoría
cultureta y encima no salen al escenario? Porque ese es el
tipo de hombre evolucionado y válido que se necesita en
estos jodidos momentos para templar los ánimos encanallados
y demostrarnos que, el Islam, no son los que queman
iglesias, ni los de Al Quaeda, que amenazan con conquistar
Roma (que vengan, pero por derecho, ya lo decía mi abuelo,
se puede ser hasta bujarrón, pero por derecho) y por derecho
les estaremos esperando. Y por cierto, se abstengan los
integristas de usar los inventos occidentales, nada de
teléfonos, ni ordenadores, ni medicinas, ni automóviles,
porque, el usarlos, es un signo de que, en el fondo, es todo
cuestión de envidia reconcomía.
Me digan ¿Cuántos Hamadis ofrecen? Porque yo, cristiana,
puedo jurar por Dios Todopoderoso, que , de haber estado
Hamadi Amar Mohamed en Mogadiscio, nuestra monjita no
hubiera muerto, primero los integristas, le tendrían que
haber matado a él.
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