“Denuncie verbalmente. Hágalo después por escrito en el
libro de reclamaciones del local de hostelería que, midiendo
más de cien metros, permita fumar en sus instalaciones sin
tenerlas dividas previamente. Proteste formalmente ante el
departamento de Salud y Consumo de su Comunidad Autónoma y,
por último, redacte una carta formal al Ministerio de
Sanidad y Consumo si no ha tenido respuesta a su denuncia en
el plazo de dos meses”. Éstos son los consejos que el Comité
Nacional para la Prevención del Tabaquismo (CNPT) propone a
la ciudadanía en su lucha por erradicar los humos en bares y
cafeterías.
Sin embargo y, a pesar de la entrada en vigor de la manida
Ley Antitabaco de diciembre de 2005, no parece que los
locales de la Ciudad Autónoma se hayan puesto las pilas.
Según el texto publicado en el BOE, se prohibe fumar aunque
se pueden habilitar zonas de fumadores en “bares,
restaurantes y demás establecimientos de restauración
cerrados, con una superficie útil destinada a clientes o
visitantes igual o superior a cien metros cuadrados”. De no
habilitarse, el local pasa automáticamente a ser un ‘espacio
sin humo’.
¿Cruzada contra el tabaco? ¿Publicidad de las farmacéuticas
que desean vender parches y chicles con nicotina? Lo cierto
es que críticas no faltan y tampoco asociaciones como
‘Prohibido prohibir’ que se han lanzado a la calle de muchas
comunidades autónomas para protestar por esta ley. El plazo
para hacer las obras, cuyo coste ronda entre los 6.000 y los
12.000 euros, finalizó el primero de septiembre. No
obstante, y ante la evidencia de que casi nadie había
habilitado los locales, la consejería de Sanidad se reunió
con los empresarios para poner sobre el tapete las
obligaciones de los gerentes. “Nos dijeron que nos diéramos
prisa, que estamos fuera de plazo”, confesó el jefe de un
establecimiento.
Así, en el recorrido por los diferentes bares, restaurantes
y pubs ceutíes cuya superficie supera los cien metros, el
consumidor puede apreciar que la ley no se cumple. Según los
informes elaborados por el CNPT, en España sólo el 25 por
ciento de los locales lo cumplen. En Ceuta, las
circunstancias varían dependiendo de cada tipo de bar.
En principio, se hallan los pubs o pequeñas discotecas que
se encuentran ubicadas en el poblado marinero. Por el día
suelen estar semi vacías, sin embargo, la noche atrae a
miles de jóvenes que disfrutan de una copa y un cigarrillo
en compañía de sus amigos.
Algunos trabajadores de estos establecimientos asegura que
“es imposible” prohibir a la gente que fume. Algunos
gerentes incluso ignoran la ley y han convertido su local en
un espacio para fumadores a pesar de superar los metros
establecidos. En otras de estas cafeterías no hay
advertencias en las puertas. Significa, nos advierten, que
“se puede fumar sin problema”.
Las franquicias y restaurantes de comida rápida de la ciudad
tampoco han hecho obras pero en sus locales está prohibido
fumar. El director de un conocido restaurante ceutí, que
también ha optado por prohibir a sus clientes encender un
cigarrillo, comenta que, si bien “esto no nos produce
grandes pérdidas”, sí “puede notarse al final del año”. No
obstante, en este tipo de restaurantes, “la gente viene,
come y se marcha” por lo que el fumador puede esperar con
más facilidad. No obstante, cuando se trata de bodas,
bautizos o comuniones, como el local está “cerrado” al
público, “se puede fumar”.
El sector que más se está resintiendo es el de las
cafeterías. El desayuno matutino, especialmente el de muchas
mujeres que acuden en compañía de otras amigas, se convierte
en un suplicio si no puede estar acompañado de un
cigarrillo. Algo que está provocando “grandísimas” pérdidas
al jefe de una inmensa -más de 140 metros cuadrados-
cafetería del centro de la ciudad.
En su local está prohibido fumar “hasta que hagamos las
obras”. Y es que, aunque cuenta con unos avanzados sistemas
de ventilación, esto no serviría en caso de que llegase una
inspección: “No han empezado -subraya- pero pueden venir
mañana”.
Y, aunque sabe que casi nadie está cumpliendo la normativa,
él no desea arriesgarse. Por este motivo, cada día pierde a
decenas de clientes que le dicen desde la puerta: “Si no
puedo fumar no entro”. Dos calles más arriba, otra cafetería
no menos conocida de similar superficie sí permite fumar en
su interior. Algunas fuentes nos comentan que, si hubiese
una inspección, “siempre pueden decir que no sabían lo que
medía su bar”.
En contrapartida a una situación que parece crear muchos
quebraderos de cabeza a hosteleros y clientes, hay un sector
que ya tiene todas las obras iniciadas, a falta de la última
cristalera: los bingos. Trabajadores de estos locales,
acostumbrados a una normativa más férrea, informan que
prefirieron hacer las obras para evitar problemas
ulteriores. Sin embargo, el mayor inconveniente lo tienen
con sus clientes. La ley obliga a destinar el 70 por ciento
de la superficie a los no fumadores y el restante 30 por
ciento para los que decidan fumar. Esto hace, según un
empleado, que “se hacinen” casi todos los clientes en el
reducido espacio para los fumadores. “De hecho, a veces
incluso se turnan”, informa.
El público de los bingos es una clientela fumadora, en su
mayoría, por lo que algunas personas, cuando no logran
custodiar una mesa en el área privilegiada, “se sientan en
la linea divisoria y ponen la mano del cigarrillo en la zona
permitida”, broma. Y es que la nueva ley ha sacado, aún más,
la picaresca que todo español guarda en su memoria. La ley
se está convirtiendo en un “cachondeo” como el carné por
puntos, según una trabajadora. “Aquí nos conocemos todos”,
insiste, “tus amigos no te multan”. Los precavidos, sin
embargo, están arriesgando su economía por cumplir una ley
que el vecino ignora.
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