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OPINIÓN - LUNES, 11 DE SEPTIEMBRE DE 2006

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Ceuta, la comunidad autónoma número 18

La comisión del Estatuto reemprende su trabajo tras el parón de agosto. Sobre el horizonte planean las palabras de Vivas, apostando por un Estatuto aprobado por unánime consenso y cuyo borrador estuviese terminado antes de final de año. Por cuestiones de trabajo, la comisión debe llegar a estas fechas con una holgada suficiencia y los deberes hechos, otro canto va a ser lo de la unanimidad. Aunque PSOE y PP parecen mantener posturas cercanas y el entendimiento, tal vez gracias a los interlocutores, parece que ha de llegar por su propia inercia, hay, como es sabido, dos grupos políticos que ni siquiera aparecen por las reuniones (también mérito de los respectivos interlocutores). Precisamente la clave del consenso pudiera estar en la forma de aceptar o rechazar las sugerencias de estos dos partidos en forma de borrador anticipado.

Y es que la unanimidad, en caso de una reforma estatutaria, puede no ser necesaria jurídicamente (la Constitución sólo prevé la mayoría absoluta del Pleno), pero es un refuerzo moral y político definitivo. La unanimidad de los representantes políticos, que son la extensión de la ciudadanía en nuestro Estado de Derecho, equivale a decir que la voluntad del pueblo de Ceuta escoge ser Comunidad Autónoma.

Y la constitución de Ceuta en Comunidad Autónoma es la llave política para conseguir todos esos logros que parece que se escapan, tales como la recuperación de las competencias urbanísticas, eje de la reactivación económica planificada por la Ciudad Autónoma en forma de Planes de Inversión para compensar la pérdida de fondos europeos en el período 2007-2013.

Los cuatro meses que restan para finalizar el año han de ser claves para que la redacción del borrador cuente con el beneplácito de todos y no ver estancado el proyecto, o tener que recurrir a un engorroso acuerdo plenario que invalide el de la legítima unanimidad.
 

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