La comisión del Estatuto
reemprende su trabajo tras el parón de agosto. Sobre el
horizonte planean las palabras de Vivas, apostando por un
Estatuto aprobado por unánime consenso y cuyo borrador
estuviese terminado antes de final de año. Por cuestiones de
trabajo, la comisión debe llegar a estas fechas con una
holgada suficiencia y los deberes hechos, otro canto va a
ser lo de la unanimidad. Aunque PSOE y PP parecen mantener
posturas cercanas y el entendimiento, tal vez gracias a los
interlocutores, parece que ha de llegar por su propia
inercia, hay, como es sabido, dos grupos políticos que ni
siquiera aparecen por las reuniones (también mérito de los
respectivos interlocutores). Precisamente la clave del
consenso pudiera estar en la forma de aceptar o rechazar las
sugerencias de estos dos partidos en forma de borrador
anticipado.
Y es que la unanimidad, en caso de una reforma estatutaria,
puede no ser necesaria jurídicamente (la Constitución sólo
prevé la mayoría absoluta del Pleno), pero es un refuerzo
moral y político definitivo. La unanimidad de los
representantes políticos, que son la extensión de la
ciudadanía en nuestro Estado de Derecho, equivale a decir
que la voluntad del pueblo de Ceuta escoge ser Comunidad
Autónoma.
Y la constitución de Ceuta en Comunidad Autónoma es la llave
política para conseguir todos esos logros que parece que se
escapan, tales como la recuperación de las competencias
urbanísticas, eje de la reactivación económica planificada
por la Ciudad Autónoma en forma de Planes de Inversión para
compensar la pérdida de fondos europeos en el período
2007-2013.
Los cuatro meses que restan para finalizar el año han de ser
claves para que la redacción del borrador cuente con el
beneplácito de todos y no ver estancado el proyecto, o tener
que recurrir a un engorroso acuerdo plenario que invalide el
de la legítima unanimidad.
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