Que un patrón después de nueve
horas de labor en la mar se vea obligado a ‘regalar’ sus
capturas por no mal vender un producto por el que tanto
costó hacer acopio tras una larga madrugada en caladeros
ceutíes, es un indicativo de que algo no debe estar
funcionando bien.
Más de 120 kilogramos de pescado fueron entregados a los
ciudadanos que se acercaban por las inmediaciones del
Mercado Central de Abastos durante las primeras horas de la
mañana de ayer ante el asombro de la concurrencia y la
tensión contenida del sector de pescaderos que volvían a
contemplar cómo los patrones de barcos ceutíes tomaban como
protesta una medida que afecta al sector de la venta al
público.
La principal protesta estriba en la llegada de pescado
marroquí más barato (con más variedad por otra parte) y en
la falta de una cierta regulación para un control global que
pudiera lograr una mejora de condiciones para todos. No
obstante habría que pensar en los humildes marineros,
aquellos que soportan las inclemencias y las mareas; éstos,
se encuentran desprotegidos y desamparados.
Es cierto que la variedad para el consumo de pescado en
Ceuta la proporciona Marruecos que se convierte así, ante
esta aseveración, en la despensa marina de la Ciudad
Autónoma.
Tal es el desaguisado, que la poca pesca capturada por
barcos ceutíes distinta de la típica caballa, jurel o
sardina, marcha hacia puerto peninsular porque,
sencillamente, no compensa mal venderlos aquí.
Entre tanto, los pescaderos buscan aportar a la clientela la
variedad que logre un mayor provecho a sus negocios.
Variedad que no puede aportar, en principio, la mayor parte
de la flota ceutí -cada vez más reducida- que faenan en el
Estrecho, en competencia con los peninsulares y con los
barcos marroquíes que, por cierto, se cuelan en exceso en
aguas españolas sin que nadie diga nada. Aguas costeras
ceutíes que, entre otras cosas, parecen no tener aún
calificación por lo que podría no ser demasiado regular a
estas alturas, por otra parte, la venta de pescado extraídos
de sus fondos.
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