La planificación de la Ciudad
Autónoma de Ceuta para asentar sobre diversos ejes
estratégicos el definitivo desarrollo económico de la región
comienza a tener frutos visibles. Más allá de reforzar el
comercio local y las relaciones con Marruecos, regularizar
el Tarajal o liberar suelo público, lo que cualquier ciudad
necesita para edificar una estructura económica sostenible
de cara al futuro parte de la captación de capital. La
Ciudad Autónoma no puede hipotecar su futuro a las más o
menos generosas inversiones públicas, partan del Gobierno
central o de los fondos europeos. Además de las razones
evidentes, la situación actual nos dice que contamos con un
Ejecutivo que se opone políticamente a los intereses del
Gobierno local, lo que se traduce, ‘grosso modo’, en una de
cal y otra de arena cuando una u otra consejería viaja a
Madrid a solicitar fondos o privilegios administrativos. El
contexto europeo tampoco resulta muy halagüeño. La Unión
Europea ha reducido considerablemente los fondos
estructurales y fondos Feder, así como los fondos de
cohesión, consecuencia de la superación por el llamado
‘efecto estadístico’ de la renta per cápita media europea.
La Ciudad Autónoma, lejos de amilanarse por un contexto qaue
se podría llamar hostil, ha optado por tomar las riendas de
su destino, una decisión elogiable pero que necesita ser
plasmada en hechos y realidades. La tendencia de nuestro
sistema, global y neocapitalista, es sustituir, cada vez en
ámbitos más extensos, la inversión pública por la privada.
Ceuta cuenta con un polígono industrial a punto de salir a
licitación, con 17 parcelas que han de ser ocupadas por
empresas productivas, que empleen tecnología y puedan
generar trabajo. Por otro lado, la liberación de suelo
implica ponerlo en manos del promotor privado, para que
construya (sin especular) vivienda. El puerto se amplía,
tenemos las reglas de origen... Es hora de iniciar la
captación de capital.
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