Ayer, los españoles, volvimos a
épocas pretéritas. El triunfo de la selección de baloncesto
llenó nuestras calles de barullo y de banderas rojas y
gualdas, todos bajo un mismo grito “¡España, España!”. Las
bocinas de los coches, los tubos de escape de las motillos
(en el Palo se dice jamotillos) los ciudadanos jubilosos
aullando su contento patrio a mogollón y como Dios manda y
siempre digo lo mismo: Será porque Dios manda en todo lo
bueno y lo bello del Universo.
Y unirnos bajo el nombre de nuestra Nación, por la razón que
sea, aunque sea por algo tan banal como el resultado de un
partido de futbol o de baloncesto, eso, en esta Nación de
las Nacionalidades, donde, hasta a los gallegos que no
pedían nada, les han ofertado “ser Nación” en una especie de
perversa tómbola de desintegración y desmembramiento, ese
grito unánime emociona hasta las lágrimas y conmueve.
Por lo poco habitual. Por los muchos desprecios que ha
recibido y recibe nuestra bandera por parte de los
traidorzuelos nacionalistas, por esta época de la moral de
los renegados, los revanchistas y los papafritas que nos
está tocando padecer. Y la padecemos porque no es la
nuestra, los españoles no somos ni renegados, ni
revanchistas, ni papafritas, ahí está nuestra Historia que
es la de un inmenso Imperio donde no se ponía el sol. Por
mucho que les pese a los revisionistas y a los acomplejados
a quienes, con todos mis respetos, pueden ir directamente
jodiendo. Lo siento mucho. Ganamos en las Navas de Tolosa (y
no es cierto que nos ayudaran la CIA ni el Mossad, nos ayudó
el FBI). Isabel y Fernando existieron y Carlos I de España y
V de Alemania está ahí. Por cierto, en plan revisionista, la
zona flamenca de Bélgica, es decir Flandes y Holanda, nos
pertenecen y tenemos derecho a ser belgas y holandeses amén
de españoles, porque esa zona fue nuestra gracias al Duque
de Alba y allí se encuentran raíces hispanas sembradas por
la soldadesca.
Es más, nacionalidad aparte, tenemos derecho a que, los
países del Benelux nos entreguen subsidios, prestaciones
sociales y toneladas de billetes porque, moral y
genéticamente hay mucho ADN español lampando por esos lares.
¿Qué los descendientes de nuestras gloriosas tropas
imperiales no van a querer solidarizarse con nosotros y que
les mandemos a nuestros ocho millones de pobres para que les
mimen y mantengan? Eso es que son unos descastados y no
reconocen la gloriosa Historia de nuestro Imperio. Si. De
aquel que comprendía “auténticas” naciones y no inventos
chapuceros y sacaderos de dineros con la excusa del
“nacionalismo” paleto y localista. Les digo yo que, a vascos
y catalanes les dan prerrogativas a nivel de sus hablas y de
sus lenguas de ellos, de sus banderolas y de sus
reivindicaciones, pero sin gestionar ni un puto duro de los
dineros y se acaban los nacionalismos.
Como, por unas horas, se acabaron ayer y el grito de
¡España! Sonó en las gargantas y volvimos a estar unidos
como una piña, sin miedo a enarbolar nuestra bandera, sin
temor a pintarnos las caras de rojo y amarillo, sin rubor al
gritar el nombre de esta Patria que , a este paso, va a
convertirse en privilegio de unos cuantos hombres y mujeres
de honor. ¿Ustedes son conscientes del daño moral que hemos
sufrido durante estos años? ¿En que país del mundo puede
llegar a “dar miedo” el llevar una banderita prendida en la
solapa por temor a “identificarse”? ¿”Identificarse” con que
y con quien?.
El patriotismo no está bien visto en los tiempos de la moral
del escupitajo, de la prohibición expresa de hablar de
defender la integridad de España ¿Se han dado cuenta de la
cantidad de cosas que nos tiene prohibida esta gente? Pero
lo que no pueden prohibir son nuestros genes, ni este ADN
mezcla de héroes, santos y poetas (y en mi caso morenos de
verde luna que pasan de naciones y de nacionalidades y son
sencillamente españoles y gitanos), no pueden prohibir
tampoco los partidos de nuestras selecciones, al menos por
ahora y porque no se les ha ocurrido a los muy capullos y no
pueden enmudecernos para que no deliremos dichosos al
alarido de “¡España, España!” y nos tiremos a las aceras
cantando, gritando y abrazándonos. Unidos. Por mucho que
escueza en las alturas, donde, la desunión de España,
suponen que va a hacer la fuerza porque, con un pueblo
unido, bajo una misma bandera, sencillamente, no pueden.
Dicen que tengo fijación mental con la izquierda. Y no es
cierto. Tengo fijación mental con una ideología que procede
del apolillado marxismo, que ha sido el más nefasto invento
de la Historia y que ha parido a monstruos como Stalin y a
monstruosidades como el telón de acero. Les desprecio porque
les conozco. Y, aunque la ciberderecha neocon, que es mi
filiación filosófica y política, votamos en España al PP,
pese a sus muchos complejos y las aristas timoratas por
limar, nuestros sufragios de españoles, católicos y de
derechas, es decir, de gente extraordinariamente principal,
son un grito por la unidad de España y por una realidad que
no tenga que recurrir a victorias deportivas para salir a la
calle a dar la cara y a vocear nuestro orgullo por ser
quienes somos y por venir de donde venimos.
El ministro de defensa, Alonso, da un homenaje a los caídos
y omite la oración. No pasa nada. Ya pagará el inglés el
vino que se bebió. Le regalan frívolamente a Cataluña el
status de nación sin previo referéndum y de forma
anticonstitucional. No pasa nada. Ya pagará el inglés…
.Pactan a hurtadillas con ETA y los batasunos , esos
hijoputas, “exigen” la derogación de la Ley de Partidos. No
pasa nada. Ya pagará… . Felipe Gonzáles es enviado a Iran a
coleguear con el presidente barbudo y proterrorista,
mientras la ONU intenta poner firme al tipejo y el Gobierno
deja a los españoles a la altura de la mierda. No pasa nada.
Ya… . ¿No les parece que son demasiados “No pasa nada”?
Mejor. Sabemos esperar con paciencia y apuntarlo todo en
negro sobre blanco y letra redondilla, porque ya pagará el
inglés el vino que se bebió.
Pero mientras el hijo de la Gran Bretaña reúne los doblones
para pagar sus libaciones, ganamos un partido de baloncesto,
la cosa se precipita, en plan simbólico y suenan bellos,
hermosos, emocionantes gritos de un futuro cercano ¡España,
España!.
|