Dan ganas de decir: “¡Ven p´acá
palabreja, que vas a alucinar!” porque parece que “todo” el
mundo, según la televisión, que es muy torticera y muy
lavacocos, tiene que sufrir la patología que lleva
aparejados cansancio, desmotivación, agotamiento,
decaimiento y una cierta tristeza exógena por la disminución
de las horas de luz. Eso digo yo, será cosa de señoritos y
de pijoteros o de desdichadas personas crónicamente
fatigadas y cabreadas por un trabajo tedioso y mal pagado.
Nuestros jóvenes treintañeros, sobradamente preparados y
culturizados, pero mileuristas por más señas, es normal que
estén hasta el cipote por la falta de oportunidades y sufran
estrés.
¿Qué si yo padezco estrés posvacacional? En absoluto, yo
tengo “lo mío” pero nada posvacacional, por la simple razón
de que no me he ido desde hace veintiséis años de
vacaciones, vamos, en plan dos o cuatro semanas de dolce far
niente, ni falta que me hace. Es más, si le fallo a mi
director es capaz de correrme a collejas por el Paseo
Marítimo, porque es de mal conformar y muy mirado con el
trabajo. Pero lo hace por mi bien, porque me aprecia y desea
que no falte ningún día de la semana a estas clases de
aerobic mental que es el oficio de escribidora, cuyo valor
es incalculable para prevenir el Alzheimer y la demencia
senil ¡lo que me faltaba! Yo, con “lo mío” y encima demente.
Les digo, tendría menos futuro que los caballos de Roca.
¿Qué que les pasa a los magníficos ejemplares equinos del
trajinoso Roca que no veranea en Incosol sino en Incosombra?
Pues que dicen y cuentan y seguro que fabulan, que los
valiosos caballos, intervenidos por orden del operativo juez
Torres ese que defiende tan magníficamente a sus presos y
que impide que voceen la Operación Malaya en todas las
tertulias pedorro-televisivas, los equinos están
abandonados, enfermos y hambrientos y si es cierto es una
innecesaria porquería, porque, antes que dejarles morir de
miseria, mejor venderlos y repartir el dinero entre los
jubilados con pobreza vergonzante.
Muy mal. Los caballos de Roca estarán padeciendo estrés de
hambruna y dicen y comentan que, en la cárcel y por culpa de
la gentuza de las tertulias televisivas , le han quitado a
Roca el frigorífico, porque habían denunciado en televisión
que, el preso, tenía una nevera en su celda. Mentira. Lo que
permitían tener a los encarcelados era una especie de
cajitas de corcho con hielo para refrescar los botellines de
agua o los refrescos, a nadie dañaban y a nadie
perjudicaban. Pero por culpa de los carroñeros de la prensa
han retirado todas las cajas de corcho del módulo 8 y los
presos ya no pueden beber agua fresca. ¡Ele por
Instituciones Penitenciarias! Y ahora a echarle esos mismos
cojones al módulo 9 de la cárcel de Topas, a los de los de
los integristas y a todos los módulos donde existan
“auténticos” conflictos, además de a los presos etarras. La
testiculina para el terrorismo y no para personajes
trajinosos que aparecen en la prensa rosa. ¿Qué si lo de las
cajas de corcho es verdad? Yo no lo he visto, pero me lo han
contado y quien me lo ha contado no tenía razones para
mentirme y relatarme algo tan surrealista y tan de película
de Buñuel.
Por cierto, los presos de Incosombra no padecen estrés
porque no saben como ni cuando van a acabar sus vacaciones
en el hotel La Reja, lo que es una ventaja para ellos y
erradica el riesgo de que sufran desmotivación o cualquier
sintomatología aparejada al fenómeno del estresamiento. Que
es un fenómeno dañino y que requiere ayuda médica y remedios
de botica bien genéricos, bien con nombres comerciales. ¿Qué
si yo tomo algo para “lo mío”? Si. Tomo Dobupal 150 y todo
tipo de mejunjes bajo prescripción facultativa, aquí, en
Andalucía nos gustan los médicos más que a un tonto una
volaera y nadie tiene complejos en confesar que le ha dado
un jamacuco, un espeluco, una alferecía o un repente, los
dispensarios de la Seguridad Social están repletos a todas
horas, porque para eso se paga: para ir al médico y los que
hacen largas colas. No van a aprovecharse del sudor de los
contribuyentes ni en plan chupóptero, sino que van porque
para eso pagan el servicio y así amortizan sus dineros. ¿Qué
si los no-afiliados a la Seguridad Social o los extranjeros
no tienen derecho a acudir al médico ni que les de estrés?
Los no-afiliados si tienen sus cartillas de pobres con las
que les afilian no tienen problema y los extranjeros
tampoco, aunque es inmoral que, las dolencias de los
extranjeros las tengan que pagar los paganinis españoles.
Para eso hay un remedio: se factura la consulta o la
intervención y se manda la factura a la Embajada y si el
Embajador no paga se le pone una reclamación de cantidad, se
le embarga el palacete-Embajada o la sede consular y , tras
la subasta, se le echa con sus putos muebles y sus
ordenadores a la no menos puta calle.
Y eso se hace por el bien de los países que tienen
extranjeros que enferman en España. Así se les enseña a ser
responsables con sus nacionales y a que, sus gobernantes, se
ganen los incalculables sueldazos que perciben, atendiendo
tanto a sus pobres y desfavorecidos, como a sus nacionales
que padezcan algún tipo de estrés. ¡Ay cuando manden los
míos! ¡Mucho te quiero perrito, pero pan poquito! Y los
dineros para el agujero negro de la supuesta reconstrucción
del Líbano para nuestros ocho millones de pobres, repartidos
en paguitas y para nuestros abueletes y para erradicar el
chabolismo gitano y hacer casas para mis primos (fantaseo)
pero casitas con campitos no bloques de cemento donde el
ascensor siempre está roto porque no saben usarlo, casas
donde puedan tener animales de corral… Y asilos para los
viejos. Porque ser viejo en esta España es un tétrico
invento y no hay plazas, de hecho, hay veces que, el viejo o
la vieja reciben la carta con la plaza y ya se los han
comido los gusanos ¿Qué si los pensionistas tienen estrés?
Creo que si. Hay muchos que tienen pena y pasan hambruna con
las míseras pensiones y claro, ven nuestros dineros volar
para el Líbano y ven lo dadivosos y lo caritativos que son
nuestros Gobernantes con los dineros de los españoles y lo
humanitarios que son con los ajenos, humanitarios y babosos
y lo duros y crueles que son con los propios y amen de pasar
fatigas y necesidades y aunque no regresen de vacaciones, se
estresan.
¿Qué que mandarían los míos de la ciberderecha neocon al
Líbano? Pues una postal firmada por los ocho millones de
pobres españoles y por los jubilados de las pensiones de
trescientos euros, una postal y unas sentidas palabras
“¿Nosotros daros los dineros? ¿De donde? Estamos pa que nos
den y no pa dar”. Y es verdad. Hago cábalas sobre el origen
de los millones de euros que los de arriba, sin encomendarse
ni a Dios ni al Diablo, van a apoquinar para hacerse los
solidarios, para salir en la foto y porque les sale de sus
peludas pelotas, hago cábalas sobre el origen y lo incierto
del destino de los dineros y me aquejan la desmotivación, la
fatiga, el decaimiento y un poso cierto de amargura y aunque
no me he ido de vacaciones siento los síntomas inequívocos
del estrés posvacacional.
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