Después de que miles de ceutíes
bailaran ayer al ritmo de contenedores de basura y
plásticos, el conjunto monumental de las Murallas Reales se
vistió ayer por la noche de protocolo estricto e
institucional. Se celebraba el Día de la Autonomía entre
banderas de Ceuta y de España y, a caballo, entre el repaso
a una legislatura y el elogio a los ciudadanos de Ceuta.
Juan Vivas, presidente de la Ciudad Autónoma, y el
presidente del Senado, Javier Rojo, coincidieron en la
importancia de la autogestión de Ceuta, bien otorgada hace
once años, según destacó el responsable de la Cámara de
representación territorial, hecho que más allá de afianzar
los lazos interterritoriales, facilitó el día a día a los
caballas, que se tenían que desplazar a la Península para
tramitar un montón de documentos; ahora pueden esperar cola
en Ceuta. Vivas destacó en su discurso la solidaridad que
caracteriza los ceutíes que siempre reciben “con los brazos
abiertos” al foráneo. Tolerancia y convivencia son otros de
los atributos que encandilan al presidente y que añadió a su
lista de elogios a la ciudadanía. Su intervención también
recogió la posibilidad de que la ciudad se convierta en
Comunidad Autónoma; Javier Rojo no fue tan explícito pero
recordó la normalidad institucional que reina en Ceuta; su
pertenencia de pleno a la Comisión General de las
Comunidades Autónomas; todo ello conforma “la voluntad
territorial de España”. El Día de la Autonomía de Ceuta
sigue siendo un momento para recordar que existe un Estatuto
vigente pero que es posible ampliarlo y también para
comprobar que Ceuta forma parte de un proyecto mucho más
grande que los 19 kilómetros cuadrados que la delimitan. Un
proyecto donde el interés debe ser bidireccional,
compartido, retroalimentado, recíproco y valiente entre
ambas administraciones. El año que viene quizá Ceuta celebre
su día grande convertida en la comunidad autónoma número
dieciocho.
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