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OPINIÓN - SÁBADO, 2 DE septiembre DE 2006

 

OPINIÓN / PERSONAL Y TRANSFERIBLE

¿Es un problema la inmigración?
 


Domingo Ramos
domingoramos@elpueblodeceuta.com

 

Cada día nos vamos dando cuenta de lo dificultoso que resulta el control y consiguiente prohibición de acceso a nuestro territorio de estos inmigrantes buscadores del país soñado, conocedores por programas de televisión de la vida de los occidentales y así vemos como, aun impermeabilizada la frontera con altas vallas metálicas de hasta seis metros, con incremento de la vigilancia por Fuerzas de Seguridad del Estado, con radares, controles de video-cámaras o con los instrumentos o medios más sofisticados, estos inmigrantes clandestinos siguen entrando en Ceuta y se convierten, de hecho, en sujetos activos de cierta animadversión de los residentes.

Y nos paramos a pensar, también, en el difícil resultado del control para evitarlo cuando se conoce como en Estados Unidos, con los medios materiales y humanos con que cuentan, se les “cuelan” mas de quinientos mil de los llamados “chicanos” al año. Si, por otro lado, venimos a Europa, se puede preguntar en Alemania cuantos millones de turcos habitan en ella que entraron clandestinamente por sus fronteras. Y de Inglaterra para que hablar. Por eso comentamos el difícil resultado de las actuaciones encaminadas a la resolución del problema de la inmigración clandestina, no solo en Ceuta, sino en la mayoría de los países con ciertos atractivos económicos para estos ciudadanos.

Pero las consecuencias de los hechos no obvia tratar de buscar el origen o motivo que los ocasionan, pues vemos como estos países de África sin recursos económicos y alto grado de natalidad como sucede, por ejemplo, en la misma Zona Norte de Marruecos -que por su proximidad mejor conocemos- con grandes recursos naturales para convertirla en lugar de solaz y recreo para el turismo, por sus condiciones únicas, tanto en lo que se refiere a alojamientos, gastronomía, folklore, artesanía, parajes de playa o campo, clima, excelente trato personal de sus habitantes y muchos atcéteras más y donde se encuentran miles de jóvenes con la esperanza de poder alcanzar el “dorado” a través, es lógico, del recorrido mas corto, en este caso, las ciudades de Ceuta, Melilla o Andalucía.

Y mientras, la Unión Europea haciendo oídos sordos a las demandas de estos pueblos, negándoles su ayuda para el desarrollo de sus recursos endógenos con la implantación de industrias que den empleo a sus recursos personales, del mar, hortofrutícolas, industriales o del turismo y, consiguientemente, la ocupación de estos miles de jóvenes ansiosos de lograr el bienestar para ellos y sus familias, demandando únicamente, trabajo. (“dales la caña no el pescado”, que diría el otro). Y no nos damos cuenta, o no queremos reconocer, que con la inmigración se viene a coadyuvar al incremento de las cuotas de la Seguridad Social y, consiguientemente, al mantenimiento del percibo de sus pensiones por parte de los acogidos a la acción protectora estatal y a colaborar al Régimen General para beneficio de todos (seguro de desempleo, asistencia sanitaria y demás prestaciones), aun cuando en nuestra Ciudad se tengan ciertas reticencias hacia ellos, consecuencia mas por las carencias propias que por los inconvenientes producidos por ciertas anomalías principalmente en el área de la Sanidad Publica, debido principalmente a los escasos recursos humanos y a unas instalaciones insuficientes, lo que ocasiona algunos rechazos con tintes racistas comentados en privado y nunca generalizados.

Por ello no podemos decir que vienen a Europa a ocupar puestos de trabajo de los nacionales de estos países o a aprovecharse de las prestaciones de los Seguros Sociales (Sanidad, Becas, Comedores, etc.), sino mas bien a realizar tareas que éstos nacionales rechazan.

Y cabe preguntarse también: ¿si de un plumazo se eliminaran (hablamos claro está de que se reintegraran a sus países de origen) los cuatro millones de inmigrantes que residen en España, no resultaría nuestra renta colapsada y gravemente afectado el óptimo grado de incremento de las reglas de producción, circulación, distribución y consumo de nuestra riqueza. Luego: ¿es un problema la inmigración?.

Por todo ello, aun no dejando de reconocer lo difícil que resulta el control de acceso y regulación de la inmigración en nuestro país, situación que mas se nota en Ceuta por la proximidad geográfica con las zonas de tráfico de personas, no dejamos de reconocer, también, que son miembros del género humano quienes reclaman nuestra atención y de quienes podemos decir (emulando aquel dicho referido a la salud) que “los bienes del hombre son un tesoro común al que todo el mundo puede acudir en sus necesidades”.
 

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