Cada día nos vamos dando cuenta de
lo dificultoso que resulta el control y consiguiente
prohibición de acceso a nuestro territorio de estos
inmigrantes buscadores del país soñado, conocedores por
programas de televisión de la vida de los occidentales y así
vemos como, aun impermeabilizada la frontera con altas
vallas metálicas de hasta seis metros, con incremento de la
vigilancia por Fuerzas de Seguridad del Estado, con radares,
controles de video-cámaras o con los instrumentos o medios
más sofisticados, estos inmigrantes clandestinos siguen
entrando en Ceuta y se convierten, de hecho, en sujetos
activos de cierta animadversión de los residentes.
Y nos paramos a pensar, también, en el difícil resultado del
control para evitarlo cuando se conoce como en Estados
Unidos, con los medios materiales y humanos con que cuentan,
se les “cuelan” mas de quinientos mil de los llamados
“chicanos” al año. Si, por otro lado, venimos a Europa, se
puede preguntar en Alemania cuantos millones de turcos
habitan en ella que entraron clandestinamente por sus
fronteras. Y de Inglaterra para que hablar. Por eso
comentamos el difícil resultado de las actuaciones
encaminadas a la resolución del problema de la inmigración
clandestina, no solo en Ceuta, sino en la mayoría de los
países con ciertos atractivos económicos para estos
ciudadanos.
Pero las consecuencias de los hechos no obvia tratar de
buscar el origen o motivo que los ocasionan, pues vemos como
estos países de África sin recursos económicos y alto grado
de natalidad como sucede, por ejemplo, en la misma Zona
Norte de Marruecos -que por su proximidad mejor conocemos-
con grandes recursos naturales para convertirla en lugar de
solaz y recreo para el turismo, por sus condiciones únicas,
tanto en lo que se refiere a alojamientos, gastronomía,
folklore, artesanía, parajes de playa o campo, clima,
excelente trato personal de sus habitantes y muchos
atcéteras más y donde se encuentran miles de jóvenes con la
esperanza de poder alcanzar el “dorado” a través, es lógico,
del recorrido mas corto, en este caso, las ciudades de
Ceuta, Melilla o Andalucía.
Y mientras, la Unión Europea haciendo oídos sordos a las
demandas de estos pueblos, negándoles su ayuda para el
desarrollo de sus recursos endógenos con la implantación de
industrias que den empleo a sus recursos personales, del
mar, hortofrutícolas, industriales o del turismo y,
consiguientemente, la ocupación de estos miles de jóvenes
ansiosos de lograr el bienestar para ellos y sus familias,
demandando únicamente, trabajo. (“dales la caña no el
pescado”, que diría el otro). Y no nos damos cuenta, o no
queremos reconocer, que con la inmigración se viene a
coadyuvar al incremento de las cuotas de la Seguridad Social
y, consiguientemente, al mantenimiento del percibo de sus
pensiones por parte de los acogidos a la acción protectora
estatal y a colaborar al Régimen General para beneficio de
todos (seguro de desempleo, asistencia sanitaria y demás
prestaciones), aun cuando en nuestra Ciudad se tengan
ciertas reticencias hacia ellos, consecuencia mas por las
carencias propias que por los inconvenientes producidos por
ciertas anomalías principalmente en el área de la Sanidad
Publica, debido principalmente a los escasos recursos
humanos y a unas instalaciones insuficientes, lo que
ocasiona algunos rechazos con tintes racistas comentados en
privado y nunca generalizados.
Por ello no podemos decir que vienen a Europa a ocupar
puestos de trabajo de los nacionales de estos países o a
aprovecharse de las prestaciones de los Seguros Sociales
(Sanidad, Becas, Comedores, etc.), sino mas bien a realizar
tareas que éstos nacionales rechazan.
Y cabe preguntarse también: ¿si de un plumazo se eliminaran
(hablamos claro está de que se reintegraran a sus países de
origen) los cuatro millones de inmigrantes que residen en
España, no resultaría nuestra renta colapsada y gravemente
afectado el óptimo grado de incremento de las reglas de
producción, circulación, distribución y consumo de nuestra
riqueza. Luego: ¿es un problema la inmigración?.
Por todo ello, aun no dejando de reconocer lo difícil que
resulta el control de acceso y regulación de la inmigración
en nuestro país, situación que mas se nota en Ceuta por la
proximidad geográfica con las zonas de tráfico de personas,
no dejamos de reconocer, también, que son miembros del
género humano quienes reclaman nuestra atención y de quienes
podemos decir (emulando aquel dicho referido a la salud) que
“los bienes del hombre son un tesoro común al que todo el
mundo puede acudir en sus necesidades”.
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