Mi amigo Paquito era un niño afortunado. Leía periódicos.
Compartíamos clase y, quizás, en algunas ocasiones, pupitre.
Asistíamos al Colegio “Santo Tomás de Aquino”, el Colegio de
D. Juan y de D. Modesto. Nuestros estudios eran de una muy
antigua Enseñanza Primaria, probablemente con orientaciones
de la llamada “Ley Moyano”, que según los entendidos de la
época, fue muy positiva para la escuela española.
Esa llamada “escuela de ayer”, donde las paredes del aula
colgaban carteles de lectura, junto con los mapas y láminas
de Historia Sagrada, que representaban escenas del Antiguo y
Nuevo Testamento… Frente a los alumnos, la tarima del
maestro y, detrás, un crucifijo, un retrato del Jefe del
Estado. Y las oraciones de entrada y salida, que los alumnos
entonaban diariamente. Pero tuvimos la satisfacción de que
no fuimos “victimas” de la LOGSE ni de la LOE.
Aunque era una “enseñanza memorística”, donde, por ejemplo,
los ríos de España los recitábamos por vertientes: Miño,
Duero, Tajo, Guadiana, Guadalquivir… sin sus afluentes
¡menos mal!; los Reyes Católicos, que fueron, según dicen,
treinta y tres: Ataulfo, Wamba, Recadero… finalizando con el
“traidor” D. Rodrigo; los planetas, por orden de proximidad
al Sol: Mercurio, Venus, la Tierra… y terminábamos con
Plutón –ahora expulsado del club de los “planetas vivos”,
pero presente en el “repertorio memorístico” desde 1840, año
de su descubrimiento-; la historia de Viriato, que era un
pastor lusitano enemigo de Roma, y que por la traición de
tres de los suyos fue derrotado. Añadíamos que los
traidores, al intentar cobrar su deslealtad, se encontraron,
con la negativa de Roma, donde les dijeron “que Roma no
pagaba a los traidores”.
Más o menos así, íbamos a los alumnos formando nuestro
“acervo cultural”. Pero mi amigo Paquito, al que yo
consideraba un niño privilegiado, aumentaba sus
conocimientos por medio de la lectura de la prensa escrita.
En su casa, al menos que yo me equivoque, entraba el único
periódico de nuestra “Colonia”. Su padre era un habitual
lector del Diario “España de Tánger”, periódico de
información general y, después, de la lectura por parte de
su progenitor, pasaba a sus manos, donde, después,
transmitía a sus próximos los resúmenes de las noticias que
leía. También su círculo de amistades nos sentíamos
influenciados por la lectura de tan interesante periódico.
En los años 1966 y 67, todavía el periódico seguía
editándose. Y se recibía en Barbate. Allí me reencontré con
tan interesante publicación. Por su interés, seguí
adquiriéndolo hasta su desaparición. El hombre del Kiosco me
lo reservaba, hasta que llegó el momento de su retirada, o
que no se recibía en la citada localidad. En mi reciente
visita a la misma, con motivo de la presentación del segundo
libro “Vivencias de Maestro”, de una forma muy especial
saludé a un antiguo abastecedor: ¿Tiene usted el periódico
“España de Tánger”? De inmediato me reconoció: ¡D. Andrés!
Había transcurrido cuarenta años.
Mi amigo Paquito seguía ofreciéndonos sus síntesis
periodísticas. En aquellos años, 1948, 1949… “su periódico”,
como todos los demás, recogían noticias como éstas: “Franco
y D. Juan pactan que el Príncipe Don Juan Carlos estudie en
España para que no se <extranjerice>”; “un fanático hindú
asesina a tiros al pacifista Mahatma Gandhi”; “nacimiento
del Estado de Israel”; “primera retransmisión televisiva –un
gran fracaso técnico- de una corrida de toros en Madrid”;
“conato de atentado contra el Caudillo en unas jornadas de
traineras en San Sebastián. Nada menos que arrojar 25 bombas
desde un avión a la tribuna. No se llegaron a arrojar las
bombas, sin saber lo que pudo ocurrir”; “la Onu aprueba la
Declaración de los Derechos humanos”; “llegada a Madrid de
Jorge Negrete y María Félix”; “caluroso recibimiento al
Doctor Fleming”; “los juegos Olímpicos de Londres, (1948).
Una única medalla de plata en hípica, saltos, para España;
“firma de un pacto defensivo: La OTAN, por lo países
democráticos”; “todo el equipo del Torino perece en un
accidente aéreo. Un equipo puntero de la Liga Italiana”…
Paquito, mi amigo, era “hincha” –supongo que todavía lo
será- del Atlético de Madrid. Así que cuando llegaba el
Lunes, si su equipo había conseguido la victoria, mostraba
la lógica alegría. Como no podía ser de otra forma, recitaba
de memoria los once jugadores de su equipo, el titular, que
siempre eran once los que participaban en cada encuentro, ya
que no existían sustituciones. Y además, el equipo titular a
lo largo del campeonato, apenas se modificaba, posiblemente
porque las lesiones se prodigaban poco.
Sin duda que Paquito, al finalizar su “escolaridad
obligatoria”, disponía de un gran bagaje cultural. Junto a
la precaria y rutinaria información adquirida en la escuela,
él pudo y supo añadir la facilitada por la prensa escrita.
Nosotros, sus amigos y compañeros, recogimos también parte
de su buena documentación, en desmenuzadas síntesis. Hay que
situarse en la época, donde sino me traiciona la memoria,
sólo una familia disponía de un aparato de radio. A la
puerta de estos buenos vecinos acudíamos, porque ellos
disfrutaban escuchando la canción andaluza y cante flamenco,
dentro de los programas de “discos dedicados”. De noticias
nada. Por lo tanto, la labor informativa del periódico de mi
amigo Paquito fue, para nosotros, un regalo caído del cielo.
Mi amigo Paquito, el más culto de todos aquellos niños de la
“Colonia”, podía haber estudiado lo que se hubiese
propuesto. Junto a esa magnífica preparación, sabiamente
documentada, unía una clara inteligencia. Pero, lo de
siempre, la escasez de recursos económicos - familia
numerosa con seis hijos – como a muchos alumnos de estos
años, le privó de realizar estudios de bachillerato, y por
qué no, universitarios. Se tuvo que conformar con acceder al
mundo laboral, desempeñando con dignidad sus
responsabilidades. Con toda seguridad, que hoy ya jubilado,
habiendo seguido en contacto con la prensa escrita y otros
medios, su acervo cultural se haya enriquecido mucho más.
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