La leyenda interminable se escribe
todos los días. Cada opción escogida o abandonada forma
parte de los vestigios de un mañana que ya se está
dibujando. El rumbo cambia de manera constante porque los
humanos, más que caminar, tendemos a fluir por las
circunstancias para que los pasos se borren más fácilmente,
casi imperceptibles cuando se trate de mirar atrás. Por esta
razón, porque sin juego no hay diversión, el cuento de carne
y hueso continúa tratando de descubrir qué pasó en esa parte
de la historia de la que ya nadie puede acordarse, porque
fue hace mucho, porque no está escrito. Algunos, como la
asociación de Amigos del Museo de Ceuta, se cuestionan el
proceso de evolución humana, especialmente, desde que
descubrieron que la Cabililla de Benzú podría cambiar el
camino del hombre tal como se conoce.
Si los neanderthales cruzaron Europa desde África y no desde
Oriente Medio, las piedras tienen la última palabra. Y el
próximo mes, con la nueva incursión de los expertos de la
Universidad de Cádiz, Darío Bernal y José Ramos, los
voluntarios que trabajen con la asociación cultural podrán
sentirse, sensiblemente, más cercanos a los primeros
hombres.
Las personas nos pasamos la vida divagando porque la memoria
no es colectiva y es complicado llevar la seña de la
coherencia. Por suerte, la intuición, el análisis y la
reflexión son amigas íntimas de la curiosidad, palabra que,
llevada conciencia, contribuye a generar sed de
conocimiento. Tanto ‘Amigos del Museo’ como los intrépidos
voluntarios que quieran saber porqué están hoy aquí, sobre
la tierra, dispondrán de un mes de trabajo en el yacimiento
más importante al sur del sur para hallar una infinitesimal
respuesta. Una pequeña ciudad, entre el Estrecho y África,
que ha conservado unas cuantas huellas. Parece que después
de tres años de trabajo, los pasos que no se borraron tratan
de decir algo. Por ahora, susurran. Quizá mañana, Benzú
lance un grito histórico.
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