Decía la sabia de mí abuela que,
cuando el diablo no tenía nada que hacer mataba moscas con
el rabo. Servidor, el menda, para lo que gusten mandar,
salchichones, jamones o cintas de lomo, a ser posible de
calidad, como no tenía nada mejor que hacer, el pasado
viernes, decidí ir a ver qué pasaba en la presentación de
Juan Vivas a candidato por el partido Popular para las
próximas elecciones .
Y tengo que decir y digo, que no me arrepentí de haber
asistido al acto donde hubo de todo, hasta humor.
Oiga, amigo guardia, que el humor es algo muy importante.
Cómo será de importante, que hasta lo aconsejan, lo
entendidos en la materia de la vida, para una mejor calidad
de vida. Hay que reír una jartá, cada día, para estar más
sano.
Y ni te cuento, serrana del alma, la jartá de reír que me dí,
pensando en esos consejos que dan los entendidos y, por
tanto, me parece, no estoy muy seguro pero, el pasado
viernes, me alargué la vida, por lo menos, seis siglos más.
Tengo que reconocer, porque es justo reconocerlo que, el
arte de la oratoria, porque la oratoria es todo un arte, no
es tá al alcance de todo el mundo. No todo quisqui, por un
suponer, puede ser Castelar. Desgraciadamente quedan pocos
imitadores de Castelar en el mundo de la política donde
todos, ante la falta de oratoria e improvisación, llevan
escrito cuanto han de decir y si se les cae un papel, se
encuentran más perdidos que un pingüino en el desierto.
Aquellos que creen, de verdad, que son unos auténticos
Castelares, a la hora de lanzar por esa boquita un discurso
político meten, constantemente, la patita hasta el corbejón.
En ocasiones, la mayoría de ellas, dejándose llevar por su
entusiasmo, dicen verdaderas chorradas muy celebradas, por
cierto, por todos los pelotas y lameculos que aplauden a
rabiar, esa “geniales” intervenciones. Para llorar, colegas.
Cuando se va a hablar en público, y más en un acto político,
Hay que medir mucho cuanto se va a decir para evitar, con
ello, que nuestras palabras reciban las criticas de los
contrarios.
El que va a hablar en público, tiene que saber que se dan
varios condicionantes para que, esa charla sea un éxito y
que, de no cumplirlos, será un auténtico fracaso, que
llevará a reir a más de uno.
La voz Hay que saber cuando interesa que apenas se escuche y
cuando Hay que flexionarla hasta convertirla en un torrente,
para arrancar el aplauso de es público que está atento a
cuanto decimos.
La voz debe ser elevada poco a poco, hasta llegar a la
culminación de la frase que queremos decir y que, en esos
momentos, hemos de emplearla con todas las fuerzas de que
seamos capaces arrancando, con ello la ovación de ese
público que nos escucha.
La clase no la cobro. Como soy una jartá de bueno, el verbo
ser y estar es lo mismo, la regalo al personal.
Y encima, a pesar del regalo que estoy haciendo, cumpliendo
aquello de enseñar al que no sabe, seguro que me van a
criticar. Son unos desagradecidos.
Bueno, como no tengo abuela y digo lo que me parece, porque
quiero y porque puedo, quiero hacer constar que también
puedo dar clase de asesoramiento a los políticos e incluso
clase de política, pero política de la de verdad y no de la
de chanchullos y compadreos . De esta última no tengo ni la
menor idea.
Volviendo al asunto de la oratoria cuando, uno, habla en
público, y más en un mitín político, no debe caer en la
tentación de hacer de su intervención un show más propio del
Club de Flo que de un acto político, explicando como es el
sonido del volar de los helicópteros o el ruido de las
ráfagas de las metralletas.
Este consejo tampoco lo voy a cobrar.
Hoy estoy de una bondad de aquí te quiero ver. Además sé,
positivamente, que no valdría para nada el cobrarlos porque
la prensa, tantos los medios escritos como los hablados, no
valemos para nada que, eso, lo ha escuchado servidor en el
Club de la Comedia.
O sea, para enterarnos, valemos tanto los medios de
comunicación como aquellos que, en los partidos políticos,
se dedican a pegar los sellos o cerrar las cartas.
Hombre lo que nosotros, los medios de comunicación, no
valemos nada, tiene un pase pero, servidor, honestamente
cree, que todos aquellos que pegan sellos o cierran cartas,
valen para otras cosas mucho más importantes.
En fin, que esas cosas pasan, cuando uno quiere hacer cosas
para las que no está ni medianamente preparado.
Y es lo que decía la sabia de mi abuela, cuando se
encontraba a alguien que no estába preparado para
desarrollar determinadas funciones “ese es como el maestro
ciruela, que no sabia leer y puso una escuela. ¡Hay que ver
las cosas que decía la sabia de mí abuela!.
Lo que si les puedo garantizar es que haciéndole caso, a
esos señores que tanto saben de la vida, en los momentos de
humor que hubo, me jarté de reír. Lo dicho voy a vivir tres
siglos más.
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