Los falsos profetas” son como las setas envenenadas, que
matan a todos los que las prueban. “El diablo”, me comentaba
un sacerdote agustino antes de marchar a su nuevo destino en
Madrid, “es un perro rabioso. Si no te acercas a él, no te
muerde, ni… te hace daño alguno”.
Esto es para los cristianos en particular y los hombres de
ciencia y sabiduría en general, lo que se debería hacer con
el lamentable film “El Código da Vinci”, que ofende a todos
e incluso a los historiadores que conocen a fondo la
historia, y además, las Sagradas Escrituras.
Debemos recordar la Finalidad con que el Verbo Divino “se
hizo carne y habitó entre nosotros”, para salvar a la
humanidad perdida. Por amor.
María Valtorta, enterrada en la catedral de Florencia, en
proceso de beatificación, fue una gran mística que en los
años cuarenta, en plena II Guerra Mundial, escribe la Obra
Gigante “Hombre Dios”, que fue recogida por su director
espiritual mientras ella yacía imposibilitada en la cama.
Ahí, sin salirnos de Los Evangelios, nos explica toda la
revelación que obtiene de la vida de Nuestro Señor, así como
el tiempo en el que se desarrolló su Tarea Apostólica.
El Maestro, el Rabí cuidó con absoluta exquisitez que además
de sus discípulos, fuesen con Él sus discípulas, aquellas
mujeres que le siguieron hasta Su muerte y algunas de ellas
fueron testigos de Su Resurrección, pues Jesús no excluye a
la mujer y menos aún el papel que un día habría de
desempeñar en la Iglesia Universal.
María (Magdalena) y Marta, hermanas de Lázaro, al que Jesús
resucitó al cuarto día de su muerte ante muchos testigos
presentes, incluidos miembros del Sanedrín, pertenecían a la
clase alta de la sociedad judía. Tenían posesiones incluidas
hasta en Asia Menor, heredadas de sus padres, ya fallecidos
en tiempos de Jesús. No olvidemos que los judíos se
preocupan siempre mucho en dejar a sus descendientes el
bienestar que ellos han ido cosechando a lo largo de toda
una vida de austeridad y trabajo.
María, para vergüenza de sus hermanos, joven, guapa, rubia,
de carácter vivaz y alegre, con lujos, vive efectivamente
como una pecadora pública (Lucas 7, 36-50). Nacida en un
pueblo pesquero cerca de Galilea-Magdala.
Con la figura de María, Dios nos enseña que espera de
nosotros el arrepentimiento, que “Él ha venido a salvar a
los pecadores”, que Él nos ha concedido la libertad, por eso
espera nuestra conversión, hasta el final. Nos recuerda a la
parábola de “La Oreja Perdida”; el pastor deja a las noventa
y nueve restantes y se va en busca de la extraviada hasta
encontrarla.
María, en un principio se jacta de no seguir las enseñanzas
del Maestro. Pero le sigue de lejos con el deseo de
acercarse arrepentida. Jesús, como un Padre Amoroso, espera
a que poco a poco, aquel espíritu inquieto, reblandezca su
corazón y vaya en su sequía, hacia la Búsqueda de Su Raboni.
Cuando Magdalena llega a la plena conversión, es una
discípula más del Maestro, acompañando a María, Madre del
Mesías, a Salomé, a Juana de Cusa… entre otras (que no le
abandonan ante la Cruz).
Marta su hermana, representa a la mujer laboriosa, atenta a
que todo en la casa esté a punto para recibir al Señor.
María es la mujer que deja todo, oye las enseñanzas del
Maestro, medita, reflexiona, asimila, prefiere sentarse a
escuchar Sus enseñanzas, que andar atareada en asuntos
terrenales. Ella es la que confía plenamente en que Jesús
llegará para salvar a Su hermano, tal y como Él lo había
prometido, y con ello nos indica que no debemos perder nunca
la fe en el Santísimo. “Se os concederá todo lo que pidáis
al Padre en Mi nombre”.
Y María Magdalena acompaña a la Virgen en el agotamiento de
la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Ella es la
primera mujer que da testimonio de la Resurrección, porque
lo reconoce a primera hora de la mañana, cuando iba con el
grupo de las mujeres al Sepulcro para ungirlo con aromas.
Luego María se despide de la Virgen y marcha a otros lugares
para dedicarse a la meditación y la contemplación de Dios en
lo que se supone una vida de retiro espiritual y monástica.
Es por ello que todo lo que no se base en la verdadera
Historia de Jesús, tomada de las Sagradas Escrituras, ofende
y calumnia a toda la Cristiandad. Y en Filipinas, o algunos
países musulmanes ya han protestado por esta ofensa, ya que
el Corán considera a Jesús un Gran Profeta.
Qué duda cabe que estamos inmersos en el final de un tiempo
que no está creando en el hombre más que confusión, debido a
la ignorancia de hoy acerca de la Verdadera Lectura, y que
produce hombres necios, capaces de descarriarse por
escabrosos precipicios, como lo hizo la piara de cerdos que
nos muestra El Evangelio.
“¿Dónde va Vicente? Donde va la gente”. Somos a veces, como
borregos ciegos a los que engaña el lobo para comerse a los
más indefensos y descuidados.
¿Qué podríamos hacer ante tamaña calumnia? ¿Cruzarnos de
brazos?
Pues no. Es la hora de “dar la cara”, de hablar la verdad a
las gentes. Y no ir a ver lo que ofende a nuestros
sentimientos. El falserío, la burda manipulación, las
chapuzas, el esoterismo, la confabulación, el error, NO
vienen de Dios. Todo ello es satánico. Cuando Jesús le dice
a María “no me toques, que todavía no he subido al Padre”,
el verbo griego aspezein, alude a un simple saludo, sin otra
connotación diferente.
En Jesús, efectivamente, existen dos naturalezas: la divina
y la humana. Pero, qué duda cabe, la naturaleza divina no
puede estar por debajo, subordinada a la segunda. Es por lo
que Jesús, como Dios, es infinitamente Puro y Santo. Él se
perpetúa entre los hombres por medio de la Eucaristía:
Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesús.
Convertir al Señor en uno de los dioses del Olimpo, con sus
bacanales, con sus mujeres, no deja de ser una auténtica
artimaña urdida por las fuerzas del mal: “La Gran Mentira
Disfrazada”.
Quizás estas pruebas tan humillantes por las que le toca en
estos momentos pasar a la Iglesia Católica sean el comienzo
de un Renacer en la Espiritualidad, un despertar en la lucha
por Asentar nuestras convicciones fuera del espíritu mundano
y de desprecio en el que se mueven hoy en día nuestras
sociedades. Porque El Señor, no lo olvidemos, siempre
convierte lo malo en bueno.
Por último, debemos recordar que el Vaticano ha pedido a los
Católicos que no se vaya a ver la película referida, que es
el hazme reír de errores y que ofende a la dignidad del
Cristianismo.
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